HISTORIA DE LA EMBRIOLOGÍA
Enviado por LuisNavaCabalas • 28 de Noviembre de 2019 • Informe • 2.527 Palabras (11 Páginas) • 494 Visitas
HISTORIA DE LA EMBRIOLOGÍA
Primeros Inicios de la Embriología Humana
Los egipcios de la Antigüedad (aproximadamente, 3000 a.C.) conocían métodos para incubar los huevos de los pájaros, pero no dejaron constancia escrita de ello.Akenatón (Amenofis IV) adoraba al dios sol Atón como creador del germen en la mujer,de las semillas en el hombre y de la vida del hijo de ambos enel cuerpo de la madre. Los egipcios de aquella época creían que el alma entraba en el cuerpo del niño a través de la placenta, durante el parto.
Se considera que en 1416 a.C. se redactó en sánscrito un breve tratado acerca de la embriología hindú de la Antigüedad. Esta sagrada escritura de los hindúes, denominada Garbha Upanishad, describe las ideas de la Antigüedad en relación con el embrión. El decía que:
La existencia del embrión comienza desde la conjugación de la sangre y el semen (la semilla). Durante el período favorable a la concepción, después del coito, aparece un Kalada (un embrión de 1 día). Al cabo de siete noches se convierte en una vesícula. Al cabo de 15 días se convierte en una masa esférica. Al cabo de 1 mes se convierte en una masa dura. Al cabo de 2 meses se form a la cabeza. Al cabo de 3 meses aparecen los miembros.
Los eruditos de la Grecia antigua hicieron contribuciones importantes a la ciencia de la embriología. Los primeros estudios embriológicos aparecen en los libros de Hipócrates de Cos, el famoso médico griego (aproximadamente, 460-377 a.C.) al que se considera el «padre» de la medicina. Para comprender el desarrollo del embrión humano, recomendaba:
Cogemos 20 o más huevos y dejamos que sean incubados por dos o más gallinas. Después, cada día a partir del segundo de incubación cogemos uno de estos huevos, lo abrimos y lo examinamos. Veremos exactamente todo lo que comparten
la naturaleza del ave y la naturaleza del hombre. Aristóteles de Estagira (aproximadamente, 384-322 a.C.), filósofo y científico griego, escribió un tratado de embriología en el que describía el desarrollo del pollo y de otros embriones. Aristóteles propuso la idea de que el embrión se desarrollaba a partir de una masa informe que describió como «una semilla primordial con un alma nutritiva y con todas las partes del cuerpo». Aristóteles consideraba que el embrión se originaba a partir de la sangre menstrual tras su activación por el semen masculino. Claudio Galeno (aproximadamente, 130-201 d.C.), médico griego que ejerció la ciencia médica en Roma, redactó la obra Sobre la form ación del feto, en la que describía el desarrollo y la nutrición de los fetos, así como las estructuras que en la actualidad denominamos alantoides, amnios y placenta. El Talmud contiene referencias a la formación del embrión. El médico judío Samuel-el-Yehudi, que vivió durante el siglo II, describió seis fases en la formación del embrión, desde «una masa enrollada informe» hasta «un niño a término». Los eruditos del Talmud consideraban que los huesos y tendones, las uñas, la «médula» de la cabeza y el blanco de los ojos procedían del padre, «que siembra lo blanco», al tiempo que la piel, la carne,
la sangre y el pelo procedían de la madre, «que siembra lo rojo». Estos puntos de vista coincidían con las enseñanzas de Aristóteles y de Galeno.
EDAD MEDIA:
La ciencia se desarrolló lentamente durante el período medieval y son pocos los avances en la investigación embriológica que se produjeron durante esta época y que hayan llegado hasta nosotros. En el Corán (s. VII), el libro sagrado del islam, se cita que el ser humano procede de una mezcla de secreciones del hombre y la mujer. También contiene varias referencias a la creación del ser humano a partir de una nutfa (una gota pequeña). Finalmente, se señala que el organismo resultante queda asentado en el útero como si fuera una semilla, 6 días después de su creación. Por otra parte, hay referencias al aspecto del embrión inicial similar al de una sanguijuela; más adelante, se indica que el embrión parece
una «sustancia masticada».Constantino el Africano de Salerno (aproximadamente,
1020-1087) escribió un breve tratado titulado De Humana Natura. En él describía la composición y el desarrollo secuencial del embrión en relación con los planetas y con cada mes a lo largo del embarazo, un concepto desconocido en la Antigüedad. Los eruditos medievales no se desviaron mucho de la teoría de Aristóteles, que señalaba que el embrión procedía de la mezcla de la sangre menstrual y el semen. A consecuencia de la falta de conocimientos existente en la época, los esquemas del feto en el interior del útero lo mostraban a menudo como un niño plenamente
desarrollado y jugand.
RENACIMIENTO
Leonardo da Vinci (1452-1519) realizó dibujos de gran precisión correspondientes a disecciones de úteros gestantes Introdujo el método cuantitativo en la embriología al efectuar mediciones del crecimiento prenatal. Se ha afirmado que la revolución embriológica comenzó con la publicación en 1651 del libro de William Harvey, De Gene-ratione Animalium. Harvey consideraba que, tras introducirse en el útero, los espermatozoides masculinos (la semilla) se transo formaban en una sustancia similar a un huevo a partir de la que se desarrollaba el embrión. Harvey (1578-1657) estuvo influido por uno de sus profesores en la Universidad de Padua, Fabricius de Aquapendente, un anatomista y embriólogo italiano que llevó a cabo los primeros estudios sobre embriones de diferentes especies de animales. Harvey estudió los embriones del pollo mediante una lupa simple y realizó numerosas observaciones novedosas al respecto. También estudió el desarrollo del gamo; sin embargo, después de que fuera incapaz de observar las fases iniciales del desarrollo, su conclusión fue que los embriones eran segregados por el útero. Girolamo Fabricius (1537-1619) escribió dos tratados importantes de embriología, uno de ellos titulado De Formato Foetu (El feto formado), que contenía muchas ilustraciones de embriones y fetos en distintas fases del desarrollo. Los primeros microscopios eran sencillos, pero abrieron un nuevo campo de observación de gran interés. En 1672, Regnier de Graaf observó la presencia de cavidades pequeñas en el útero del conejo y llegó a la conclusión de que no eran producto de la secreción del propio útero. Señaló que debían proceder de órganos a los que denominó ovarios. Indudablemente, las pequeñas cavidades descritas por De Graaf eran blastocistos
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