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Interculturalidad Y COmunicacion

silvinapichetto21 de Octubre de 2013

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ALEJANDRO CRIMSON

Interculturalidad y comunicación

CAPITULO 2

DIMENSIONES DE LA COMUNICACIÓN

Si comunicar es poner en común, cualquier proceso comunicativo presupone, simultáneamente, la existencia y la producción de un código compartido y de una diferencia. Para que cualquier elemento que pueda ser imaginado pueda devenir efectivamente un significante es imprescindible que haga sentido en el interior de una determinada estructura de significación. Es decir, hay cosas, digamos así, que hacen sentido para determinadas culturas y ni siquiera se constituyen como significantes para otras. Y, evidentemente, hay signos que hacen sen¬tido en diferentes grupos y sociedades, pero de maneras distintas cuando no opuestas. Un ejemplo de lo primero es la escritura alfabética que no tiene una significación más allá de la "extrañeza" para las sociedades que no conocen esa "tecnología de la palabra". Un ejemplo ti-pico de lo segundo son los sacrificios humanos que, mientras constituyen practicas vinculadas a ciertas cosmologías y también a sistemas de autorregulación de la población en comunidades con recursos limitados, se presentaron muchas veces para los occidentales como "asesinatos" que justificaban y legitimaban los suyos propios (a través de la conquista o la represión). Un ejemplo menos típico, pero fuertemente contemporáneo, son los olores humanos que, mientras para ciertas culturas deben restringirse a través de una higiene cotidiana, para otras son mas "libres" (estereotípicamente, la "francesa").

El "contacto entre culturas" es justamente un contacto entre olores, sabores, sonidos, palabras, colores, corporalidades, espacialidades. El horror (o no) de una muchacha argentina frente al verdaderamente amistoso abrazo y beso estridente de su nuevo amigo carioca es relativamente equivalente al espanto experimentado por un muchacho brasileño cuando, al ser presentado a un joven porteño, este le "encaja" un beso en la mejilla. Porque si en Buenos Aires, entre amigos de sexos distintos, la relación corporal es aproximadamente intermedia entre la (para nosotros) obsesiva distancia anglosajona v la expresividad carioca, entre amigos varones en Brasil el beso esta prohibido (como entre nosotros hace menos de dos décadas atrás). Situaciones similares ocurren diariamente con los rubros musicales o gastronómicos, para no hablar de los falsos cognados de las lenguas.

A través de una configuración asistemático y heterogénea de esos elementos devenidos en significantes específicos, las personas construyen histórica y cotidianamente códigos comunicativos, estructuras de significación. ¿Qué ocurre cuando dos personas o grupos que producen códigos distintos se encuentran e interactúan? ¿Ponen algo en común, comparten signos se comunican? En esa escena intercultural, generalmente, algunos significantes de cada persona o de cada grupo resaltan como especialmente diferentes del otro. Es lo que comúnmente se llama "rasgos diacríticos" y que dependen de situaciones específicas: entre un porteño y un neoyorquino puede resaltar —entre otras cosas— la diferencia idiomática, que se presentara de otro modo (a través del "acento") "entre un neoyorquino afroamericano y un neoyorquino WASP. Es decir, ningún grupo tiene "rasgos" que lo caracterizan, sino en una situación de contraste especifica.

Las personas, los grupos y las sociedades que interactúan perciben, significan, construyen y usan el tiempo, el espacio, el medio ambiente, las relaciones humanas, las tecnologías, de los modos más diversos. Incluir la dimensión de género como una dimensión productora de esa diversidad implica, por ejemplo, que las concepciones diferentes no son homologables a sociedades o territorios distintos. Algo similar sucede con la categoría de clase, ya que en una misma ciudad y establecimiento encontraremos estructuras de significación distintas. Ahora bien, si en una fabrica u oficina las personas se ponen de acuerdo en como realizar sus tareas, es porque, más allá de la multiplicidad de variables sociológicas, pueden construirse pautas de significación y acción comunes. Esas pautas, en sociedades estructuralmente desiguales, generalmente son impuestas por unos y aceptadas por otros o desigualmente negociadas.

Cuando una empresa inaugura una sucursal en un país con pautas laborales muy distintas, abre, en una primera instancia, un espacio de comunicación intercultu¬ral, incluso si sus empleados terminan adecuándose (aunque no es siempre el caso) a las pautas que vienen del país de origen. Los migrantes internacionales se en¬cuentran constantemente ante desafíos de este tipo, ya que para tener un éxito mínimo en la sociedad a la que se dirigen deben aprender una enorme cantidad de cosas nuevas. Sin embargo, las sociedades a las que llegan esos migrantes no siempre tienen predisposición para recibirlos. Más bien, crecientemente pueden observarse situaciones de discriminación y exclusión. Por lo tanto, las personas y los grupos no siempre se ponen de acuerdo. Puede que no necesiten, no quieran o no sepan como hacerlo.

Entre los teóricos de la comunicación intercultural, el criterio predilecto para establecer tipos de percepción, uso y significación del espacio, el tiempo, los olores, el tacto y otras dimensiones ha sido la nacionalidad. Así, puede leerse que en un ámbito laboral "un norteamericano [por estadounidense] esta disponible en el momento en que su puerta esta abierta. Se supone que no va a encerrarse, sino, al contrario, a estar constantemente a disposición de los demás. Se cierran las puertas solamente para las conferencias o las conversaciones privadas. [...] En Alemania, la puerta cerrada no significa por ello que quien esta detrás desee la tranquilidad o haga alguna cosa secreta. Simplemente, para los alemanes las puertas abiertas producen un efecto de desorden y desaliño" (Hall, 1990b:131-138). Esta jerarquización de la nacionalidad es característica de los continuado-res de la escuela de cultura y personalidad de los Esta-dos Unidos. Tal como se comento en el capitulo anterior, esas generalizaciones tienden a producir cristalizaciones homogéneas que no siempre se corresponden con las diversidades internas de los países. ¿Será igual la percepción del tiempo y el espacio entre la clase alta blanca de Nueva York que entre los grupos de afroamericanos o los campesinos o los pueblos indígenas que habitan ese país? ¿O será que la frase "los estadounidenses" no incluye a alguno de estos grupos5?

El problema es que en el piano de las sociedades y as culturas no hay unidades discretas clasificables como s: fueran especies biológicas. Las "unidades socioculturales" son complejas, diversas, cambiantes. De ahí que algunos autores hayan elegido el camino de renunciar a toda clasificación. La cuestión, sin embargo, es que cuando dos personas con experiencias históricas y rutinas de la vida diaria diferentes interactúan, una gran parte de estas asimetrías de sentido, características de la comunicación intercultural o intersocietal, se plantean de manera aguda. Este libro no pretende resolver la discusión de como se constituyen esas "culturas", pero si parte del presupuesto de que esas diferencias se procesan en si¬tuaciones de interacción. Las diferencias culturales no son directamente homologables a entidades jurídicas co¬mo Estados nacionales, provincias o ciudades y, sin embargo, todas esas entidades -así como otros procesos históricos como la colonización- han intervenido en las conformación de esas distinciones.

Cotidianamente y en las mas diversas instancias comunicacionales (la calle, el trabajo, la escuela, la televisión, Internet), personas y grupos con percepciones, concepciones y significaciones diversas entran en con-tacto, dialogan, discuten, se entienden o no, negocian o no, se ponen de acuerdo o no. Los "malentendidos" de la comunicación intercultural son la versión extrema de los problemas generales de toda la comunicación humana. Allí donde una palabra significa otra, una invitación amable se entiende como de mala educación y un gesto de complicidad se interpreta como belicosidad, tenemos situaciones en las que es más fácil percibir una disimetría de códigos que, en

5 Aunque Hall no siempre utiliza estas generalizaciones, es importante advertir al lector sobre este problema.

rigor, es inherente al acto comunicativo. La conmensurabilidad total es más bien la excepción en los asuntos humanos.

Dos cuestiones deben ser subrayadas. Primero: como estas concepciones son culturales, todos los seres huma¬nos cambian o pueden cambiar sus concepciones a lo largo de su vida, en parte como resultado de la interacción con otras personas, grupos y sociedades con concep¬ciones diferentes. Segundo: esas concepciones cultura¬les son internalizadas e incorporadas como un sentido común, autoevidente, sumamente poderoso.

La cultura comunica

Durante la Segunda Guerra Mundial y en los años de la posguerra comenzó a delinearse en los Estados Unidos una nueva perspectiva para los estudios de comunicación. A diferencia de los modelos emisor-receptor que suponen el envió y descodificación de un mensaje de modo lineal, investigadores como Bateson, Goffman, Edward Hall y Birdwhistell proponen un modelo circu¬lar y multidimensional. Como señala Winkin (1984), al modelo mecánico del telégrafo, se contrapone un modelo orquestal, procesual y contextual. Orquestal porque el ser humano comunica a través de un conjunto de instrumentos

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