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Investigaciones


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2011  •  2.054 Palabras (9 Páginas)  •  652 Visitas

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Los conceptos fundamentales de la cultura de investigación.

Estamos listos para tratar de establecer los significados centrales que sostienen la continuidad de la investigación científica. Usaremos como referencias la definición de investigación que hemos planteado en el apartado anterior y las características de la cultura que nos proponen Gelles y Levine.

Creencias. Gelles y Levine nos dicen que las creencias de una cultura son "ideas compartidas acerca de cómo opera el mundo" (Gelles y Levine, 1996:87). Una comunidad de investigación que comparte un objeto de estudio también ha de compartir creencias básicas sobre la naturaleza del fenómeno que le interesa y el modo de conocerlo. La investigación de la radiactividad, por ejemplo, supone la existencia de ciertas entidades a las que llama átomos y les atribuye un comportamiento muy peculiar que puede observar mediante técnicas específicas. De igual modo, un sociológo supone que en el mundo de los fenómenos humanos realmente ocurren cierto tipo de hechos observables que caracteriza como interacciones sociales. La creencia fundacional de una disciplina es la aceptación de la existencia del fenómeno que es su objeto de estudio y solo tal aceptación libraría de la esquizofrenia a un científico hipotético que investigara hechos cuya existencia no sostuviera. En el paradigma propio de una comunidad científica particular, un investigador ha sido entrenado para creer que el mundo de fenómenos que estudia se caracteriza por ciertas propiedades y ha aprendido a observar los comportamientos que sostienen sus presupuestos ontológicos (Kuhn, 1962). En el paradigma central de la ciencia moderna, la comunidad científica sostiene la creencia de que el mundo es observable y niega la creencia en entidades y fuerzas sobrenaturales como explicación de la realidad. La observación, sin embargo, no se sostiene por si misma. Hanson (1989) y otros han mostrado que la observación científica no parte de una percepción sensorial directa, ni siquiera en el caso de la ciencias físicas, sino de mecanismos de interpretación racional que dan a la observación el fundamento para la inclusión del fenómeno observado como caso particular de una codificación generalizante, es decir, una teoría. Observabilidad del objeto de estudio y racionalidad teórica, como vehículos del entendimiento y explicación del mundo, son las creencias fundamentales de la cultura de investigación científica.

Valores. A partir de los años sesenta, el surgimiento de una corriente bien definida de sociología de la ciencia planteó con vigor el problema de los factores sociales que participan en la construcción del conocimiento científico. Contra la postura clásica de la filosofía de la ciencia de la primera mitad de siglo, los sociologos de la ciencia desmitificaron la imagen del científico, mostrándolo susceptible de pasiones e influencias de su medio.

¿Cómo abordar el problema de los valores en estas circunstancias? Empecemos por señalar la definición de los valores que Gelles y Levine (1996:88) proponen: "Los valores son amplias normas compartidas, abstractas, de lo que es correcto, deseable y digno de respeto". Los valores son mecanismos de decisión que operan en abstracto porque se mantienen en un territorio semántico impreciso; la libertad, por ejemplo, es un valor indiscutible de la modernidad pero el intento de clarificarlo se enfrenta de inmediato con la paradoja: como lograr la libertad si estamos ya sujetos a la finitud en el tiempo, en el espacio, en el discurso, etc.

Retornando a nuestro problema, establezcamos el valor fundamental de la investigación científica: la verdad. Por oposición a la falsedad &emdash;todos los valores operan en oposición a su contraparte indeseable-, la verdad es el concepto rector de la producción de conocimiento; otros valores epistémicos de menor jerarquía &emdash;sencillez, claridad, poder predictivo,etc.- pueden ser eventualmente transgredidos sin alterar irreversiblemente el curso de la investigación, pero la transgresión de la verdad es el pecado mortal en una comunidad científica: no se puede mentir en aras de la ciencia (recordemos el caso de Lysenko en la Unión soviética).

Los valores de una cultura se sostienen en el juego autopoiético de la continuidad del sistema: el sentido del trabajo científico es la producción y reproducción autopoiética del conocimiento racional y verdadero. Cada vez que este sentido entra en crisis, el valor de la verdad aparecerá como mecanismo de solución de la crisis. No obstante, hemos dicho ya que la verdad científica carece de una demarcación precisa. Su significado se ha de establecer contextualmente en cada caso particular: en algunos casos, la verdad será la consecuencia lógica de una estructura de proposiciones; en otros, la adecuación observacional de una explicación o de una teoría. Estas aplicaciones particularizadas del concepto de verdad se traducen en condiciones de objetividad -otro de los conceptos fundamentales de la cultura de investigación-. La claridad operativa de la noción de objetividad se logra por oposición semántica a las varias connotaciones de la subjetividad. Así, la objetividad puede entenderse como:

Adecuación observacional al fenómeno, es decir, al objeto de estudio &emdash;contra la construcción imaginaria que el sujeto puede convertir en su referencia-.

Condición lógica del cuerpo de proposiciones en cuestión &emdash;contra la construcción incoherente de estructuras de proposiciones-.

Acuerdo intersubjetivo de la comunidad epistémica- contra la construcción del conocimiento desde una perspectiva exclusivamente individual-.

La dialéctica entre sentido y valores nos da también la pauta para contestar la cuestión que planteamos al inicio de este apartado: ¿Participan valores no-epistémicos en la producción científica? La respuesta es negativa. El sentido de un sistema cultural acota las posibilidades de los contenidos significativos que le conciernen en función de su consistencia con tal sentido y excluye las posibilidades que no responden a la teleología impuesta por él. No importa cuál sea la motivación de un individuo para hacer ciencia &emdash;aquí sí pueden aparecer toda clase de razones-, su inclusión en la cultura de la ciencia solo se sostiene si sus acciones significativas sostienen la producción y reproducción de conocimiento racional que se valora por su calidad de verdad. Las discusiones asociadas con la ciencia (tecnología, cuestiones éticas, religiosas, etc.) permanecen fuera de la comunicación

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