Juans

Ante la innegable disminución de interés por el respeto a los principios éticos universales, nadie puede evitar enfrentarse con problemas de carácter ético en la vida diaria, y tales contrariedades afligen hondamente a la persona que se los delinea, porque se relacionan con su comportamiento y sus relaciones frente a su prójimo.

La ética es una disciplina filosófica con una inclinación predominantemente humanística, y en la que hallaremos la razón de la reflexión y el análisis de hechos de los conflictos propios de la bioética, ya que concierne particularmente a la personalidad e individualidad de las personas, y cuyos actores suelen encontrarse bastante implicados.

Por este motivo, la ética acoge una inclinación de estudio fundamentalmente en el pensamiento del hombre, lo que sobrelleva, en un momento determinado, a la resolución de aspectos morales, en los cuales se aprecia manifiestamente que las personas se hallan en la imperiosa necesidad de ceñir sus comportamientos a normas que descuellan como indefectibles y, consecuentemente, quien procede en conformidad con tales normas se conduce éticamente y consigue la aceptación por parte de los demás. En ello se aprecia la trascendencia y el modo en que se ejercen estas reglas para mantener un comportamiento ceñido a las normas de convivencia individual y colectiva que la sociedad se ha impuesto.

Debido a que la filosofía humanista sostiene que en esta época de modernidad es cuando más corre riesgo la identidad del hombre, es primordial que la cultura en general provea el entorno y la recomendación apropiada para que la dignidad del hombre sea salvaguardada.

En estos últimos años se ha elevado el interés en el mundo por los aspectos que atañen a la conducta humana, y conjuntamente se ha presentado la construcción de un lazo entre la ciencia y el pensamiento de las humanidades, que favorece un proceso en el que se van entretejiendo expresiones filosóficas sobre ética, deontología, ética médica, bioética y sus implicaciones en la investigación en salud, lo que conlleva al debate bioético en el seno de los comités de ética e instituciones de educación superior, cuyo argumento esencial prescribe el cumplimiento de posturas morales y principios para distinguir y resolver en precepto al bien.

Se admite que el hombre es bueno por naturaleza y que sólo requiere ser encauzado hacia los fines más convenientes para el bienestar propio y de la comunidad que le rodea, evitando así el egocentrismo, que sin lugar a dudas carece de una proyección humanista virtuosa.

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