LA QUÍMICA DE LAS EMOCIONES
Enviado por carolinavargases • 11 de Octubre de 2012 • 1.575 Palabras (7 Páginas) • 412 Visitas
LA QUÍMICA DE LAS EMOCIONES
En este artículo también vamos a tratar de sustancias químicas, pero con un significado
bastante diferente al contenido de artículos anteriores, en aquellos hablábamos de moléculas
artificiales (plaguicidas y contaminantes) y aquí vamos a referirnos a algunas bio-moléculas, a
compuestos químicos de nuestras células, que abundan en el organismo y que nos acompañan a
lo largo de nuestra vida, con sus avatares y sus emociones. Vamos a tratar de la química de las
emociones, de los compuestos que intervienen en las sensaciones relacionadas con ellas y,
como emociones sentimos muchas, y de todas a la vez no se puede hablar, pues para empezar
“hablemos del amor”, que no es mal tema. Lo ilustraré con copias de algunas pinturas
alegóricas al caso, de las que emocionan y se acompañan de gran colorido; disculpad el blanco
y negro.
¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra? Qué le pasa a la química
de nuestros sistemas y tejidos cuando nos ocurre algo, tan sencillo como maravilloso, que suele
sucedernos a todos alguna vez en la vida: ¡Enamorarnos! Los poetas nos han deleitado
cantando al más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos, con palabras
bellísimas y con infinitos matices, pero los bioquímicos también tenemos cosas que decir al
respecto, quizás menos seductoras, pero no por ello menos importantes y realistas.
La química del amor es una expresión acertada para intentar explicar, desde el punto de vista
biológico, las reacciones químicas que subyacen
y motivan el mundo de sensaciones que se
desencadena en nuestro cuerpo cuando nos
enamoramos, aunque para los más románticos
sea difícil de aceptar una explicación
bioquímica del amor. En la cascada de
reacciones que ocasionan las emociones hay
electricidad - descargas de pequeño voltaje entre
las neuronas para comunicarse entre ellas y
comunicar unos sistemas con otros y así
coordinar las respuestas a los estímulos- y hay
química -hormonas y otras sustancias que salen
de los nervios y de las glándulas, y viajan por la
sangre para participar en esa comunicación
entre los órganos y las células-. Ellas son las
que hacen que una pasión amorosa descontrole
nuestra vida y ellas son las que causan buena
parte de los comportamientos que identificamos
con el estado de enamoramiento. EL BESO de Gustav Klimt (1907)
Los síntomas del enamoramiento, que muchas personas hemos percibido alguna vez -si hemos
sido afortunados-, son el resultado de complejas reacciones químicas en el organismo, que nos
hacen sentir aproximadamente lo mismo a todos, aunque a nuestro amor lo sintamos como
único en el mundo. Si alguien nos gusta mucho, cuando hablamos con él o ella nuestras
rodillas flaquean, sentimos mariposas en el estómago y apenas podemos balbucear algunas
frases incoherentes, si dormimos poco y pensamos constantemente en el o ella, todos nuestros
amigos nos dirán que estamos enamorados. ¿Qué pasa, pues, cuando encontramos a la persona
deseada? Se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. De
acuerdo a algunos investigadores, el amor equivale a una sobredosis hormonal, que es la que
dispara las reacciones visibles y las sensaciones percibidas.
En el principio fue el deseo
A través del sistema nervioso, el hipotálamo – una glándula pequeñita en la base del cerebro -
envía mensajes a diferentes sistemas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que
aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina – compuestos
transmisores que comunican entre sí a las células nerviosas y a éstas con otros órganos - . La
adrenalina incrementa la presión sanguínea, acelera el ritmo cardíaco (130 pulsaciones por
minuto) y hace que respiremos más pesadamente. La alta presión sanguínea provoca el síntoma
de las palmas sudorosas y de los rubores de las primeras etapas del enamoramiento, mientras
que la respiración más profunda lleva a oxigenar más el cuerpo, dándole más energía y
provocando a veces una “sobredosis de oxígeno”, uno de esos momentos donde nos sentimos
flotar. ¿O era eso lo que llamábamos estar enamorados?
La existencia elevada de noradrenalina en el cuerpo provoca excitación sexual y una
elevación del humor y hace que nos sintamos seguros y a gusto cuando compartimos
momentos con la persona que consideramos especial. El deseo sexual responde
primordialmente a la testosterona, la hormona “masculina”. Esta hormona es de vital
importancia tanto en los hombres como en las mujeres, pues los niveles altos de esta hormona
van de la mano con la pulsión sexual. El cuerpo produce testosterona si nuestra mente conecta
con la de otro en la sintonía del amor.
Los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de
nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso
y oleaje químico. Aquí se asientan los orígenes de un montón de emociones: el miedo, el
orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios
microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas
sudoríparas del cuerpo. El organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco
vibrante de nudos y cuerdas. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!,
¡dilatación!,
...