LA VIDA PENITENCIARIA
Enviado por JOSERONDON • 12 de Abril de 2014 • 2.236 Palabras (9 Páginas) • 676 Visitas
ESTUDIOS JURIDICOS
ELECTIVA PENITENCIARIA
UNIDAD V
LA VIDA PENITENCIARIA
1.- LA VIDA PENITENCIARIA.
a.- Clasificación y agrupación
Se entiende por clasificación el procedimiento mediante el cual son asignados los internos a las distintas Instituciones Penitenciarias, o bien a las áreas de alojamiento y convivencia dentro de una Institución Penitenciaria. La clasificación permitirá una convivencia armónica y un clima de tranquilidad emocional que prepare el siguiente paso que es el tratamiento
EI objetivo de la clasificación de los internos en los Centros Penitenciarios es la de garantizar el derecho a una estancia digna y segura dentro de la Institución. Además:
* Preservar la integridad de los internos
* Evitar la contaminación carcelaria
* Disminuir la desadaptación
* Incidir en la readaptación social
* Permitir sentar las bases para el tratamiento técnico
* Reducir los efectos de la prisionalización
* Garantizar los derechos humanos de la persona en reclusión
El principio rector de una correcta clasificación clínico criminológica en Venezuela no existe.
b.- Trabajo.
c.- Estudio.
d.- Cultura.
e.- Deportes.
f.- Entretenimiento.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, consagra en el artículo 272 la obligación del Estado Venezolano de asegurar un Sistema Penitenciario que garantice la rehabilitación y los Derechos Humanos de los reclusos, para ello, los centros de reclusión deben disponer de espacios y servicios para el trabajo, el estudio, el deporte y la recreación.
La misma creación de los centros de reclusión ha previsto la estructura y asignación de personal para cumplir con el propósito de reeducación; pero en el pasar del tiempo las condiciones de los centros han cambiado, ha aumentado la población reclusa, se mantiene la misma plantilla de personal y se invierten muy pocos recursos financieros para facilitar el trabajo del personal, en cuanto a la dotación de equipos, insumos y materiales.
La obligación de ofrecer estos servicios en los establecimientos penitenciarios supone la elaboración, planificación, programación y supervisión del ente rector de este asunto que hoy día está a cargo de la Dirección General de Rehabilitación y Custodia, puesto que constituyen acciones de su competencia y ámbito de gobernabilidad. La situación de limitación que se observa, no sólo se remite a la ausencia de medios, sino también y en gran medida a la falta de programación desde los órganos rectores de la política penitenciaria.
Es usual, que en los reclusorios del país prive la improvisación en la materia de tratamiento, desde el mismo ingreso del recluso a la institución, al existir graves fallas referidas a la observación técnica y la clasificación. Los equipos de trabajo de ésta área tan importante funcionan a su libre albedrío; además de ser deficitarios son sub utilizados, puesto que se dedican a efectuar mayoritariamente actividades asistencialistas que poco responden a metodología científica alguna.
Dada la desproporcionalidad en cuanto al gran número de reclusos, la asistencia de casos que se aplica, aborda un porcentaje reducido de la población, pero no se opta por la instrumentación de metodología de atención grupal, organización, etc.; pero lo más lamentable es que su acción no se circunscribe a un plan de acción preestablecido que defina los programas.
Los órganos de supervisión se mantienen al margen y pierden la gobernabilidad, tal como acontece en la actualidad, limitándose a recibir estadísticas de actividades sobre las cuales se tienen pocas posibilidades de verificación sobre la realización.
A la materia de planificación y diseño de programas se dedica poco tiempo, pues no se da importancia suficiente al tema; usualmente se repiten las directrices e instrucciones del pasado, que ya se sabe no han dado buenos resultados. Los equipos de trabajo de las cárceles generalmente se guían por la cotidianidad, ya que su actuación no se rige por un plan previamente concebido. Aunque existen experiencias de variados programas que se han instrumentado desde la División de Atención Integral al Recluso, frecuentemente no disponen de la correspondiente asignación presupuestaria.
En oportunidades los programas son definidos en las Divisiones, pero no responden a la política de la Dirección General, en otras, son diseñados en la Dirección General con iguales limitaciones de recursos para la ejecución, pero no se involucra en la elaboración a los funcionarios de las Divisiones, lo que deja ver, falta de coordinación e integralidad de los equipos en la determinación de estrategias, directrices y dogmas institucionales.
2.- EL PROBLEMA SEXUAL.
La revelación de lo que ocurre en el submundo de cárceles y prisiones en materia de sexualidad muestra un panorama sorprendente y degradante. Quienes ven trascurrir su vida normal y armoniosamente, jamás podrán concebir las extrañas deformaciones que la reclusión provoca. La abstinencia sexual parece que hiciera aguzar la sensibilidad y corromper la imaginación. La vida erótica se desprende de todo embellecimiento para ofrecerse en la totalidad del instinto. El ambiente y la necesidad sirven para justificar cualquier acto por más desviado que sea, tanto en cárceles de hombres como de mujeres.
Cuando se habla de cárceles promiscuas, se alude a la increíble mixtura de delincuentes presos de todo tipo, y de un número de inocentes que saldrán absueltos o sobreseídos. Normalmente esta degeneración del instinto se va gestando con la reunión de un grupo “selecto” para la toma de decisiones, para ir gestando alguna fechoría, y también para hacer saber de la jerarquía de estos “líderes”.
En estos establecimientos, llamados a menudo de "tránsito", donde el preso suele esperar a veces años la sentencia, la inevitable aglomeración humana da lugar a situaciones abrumadoras. Estas violaciones como menciona el autor se van a producir en un clima de violencia debido a que normalmente se produce con individuos jóvenes o novicios en el crimen, quienes no aceptan muy fácilmente la propuesta. Al no aceptar la propuesta estos jóvenes son amenazados hasta que en un momento ceden a las pretensiones del que lo instigó. Esto claro está se convierte en una suerte de estímulo a la homosexualidad de los demás presos.
La presencia de un homosexual difunde la depravación de los presos. En la prisión no sólo hay homosexuales conocidos como tales, ya desde cuando eran procesados, sino infelices productos del encierro, es decir, homosexuales ocasionales que llegaron
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