LOS PARADIGMAS Y LAS CIENCIAS ECONÓMICAS.
Enviado por Geek18 • 26 de Junio de 2016 • Tutorial • 2.472 Palabras (10 Páginas) • 286 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CUYO
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS
METODOLOGÍA Y TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
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DOCUMENTO DE CÁTEDRA:
LOS PARADIGMAS Y LAS CIENCIAS ECONÓMICAS
Jefa de Trabajos Prácticos
Prof. Alejandra Gabriele
Año 2011
Índice:
- Introducción ……………………………………………………………….……3
- La noción de paradigma……………………………………………………..…..3
- Los supuestos teóricos que están presentes en un paradigma…………………...6
- Los paradigmas de las ciencias sociales……………………………………...….7
- A modo de conclusión …………………………………………………….…….9
- Bilbiografía ……………………………………………………………….……..9
1 – Introducción:
El presente documento de cátedra tiene por objeto introducir la noción de paradigma tal como es utilizada en el contexto de producción de conocimiento científico en la actualidad, poniendo el foco de atención en la particularidad que supone la constitución de paradigmas en las ciencias sociales a partir de los supuestos teóricos y metodológicos que en ellas están presentes.
Tendiendo en cuenta la diversidad de paradigmas vigentes en el campo de las ciencias sociales en general, de la que no están exentas las ciencias económicas, es imprescindible que los estudiantes de metodología comprendan qué significa un paradigma científico y cuáles son sus supuestos, para posicionarse claramente respecto de sus propias investigaciones.
2 – La noción de paradigma:
Paradigma es un término de origen griego que significa “modelo”. A partir de este término el físico e historiador de la ciencia Thomas Kuhn, formula un nuevo y revolucionario sentido en el ámbito científico al utilizar paradigma para designar aquello que comparten los miembros de una comunidad científica.
Por una parte, significa toda la constelación de creencias, valores, técnicas, etc., que comparten los miembros de una comunidad dada. Por otra parte, denota una especie de elemento de tal constelación, las concretas soluciones de problemas que, empleadas como modelos o ejemplos, pueden reemplazar reglas explícitas como base de la solución de los restantes problemas de la ciencia normal. (Kuhn, 1995, 269).
Es decir, que los paradigmas están conformados por los supuestos teóricos y metodológicos a partir de los cuáles entendemos la ciencia en la que realizamos nuestros estudios y trabajos y, en consecuencia, la forma de mirar el mundo y comprenderlo. Pero estos supuestos que implican una cierta mirada y comprensión del mundo, no dependen de cada sujeto en particular sino de una cierta comunidad en la que se ha consensuado teorías, métodos, etc.
Podemos encontrar diferentes paradigmas a lo largo de la historia o conviviendo en un mismo momento histórico. Un ejemplo de paradigma histórico es el modelo de explicación astronómico. De acuerdo con lo estudiado por la Historia de la Ciencia, pueden distinguirse dos grandes formas de explicar el universo, el paradigma geocéntrico o ptolemaico (por Ptolomeo o Tolomeo[1]) que afirmaba a la Tierra como centro del universo alrededor de la cual giraban otros astros como el sol, la luna y las estrellas; y el paradigma heliocéntrico o copernicano (por Nicolás Copérnico[2]) que postula al sol como centro del universo en tiempos de Copérnico, pero después será entendido como centro del sistema solar en el que se encuentra la Tierra, junto con otros planetas girando a su alrededor.
Siguiendo este ejercicio de la mirada histórica, se puede observar en el ámbito de los estudios económicos, las diferentes maneras de entender qué es la “riqueza” y cuáles son sus fuentes. Es decir, que podríamos distinguir diferentes paradigmas que explican desde distintos supuestos teóricos y prácticos, cómo los economistas o quienes se dedicaron a pensar las teorías y las prácticas económicas en diferentes momentos históricos de la cultura occidental, han entendido y compartido algunos acuerdos que provocaron que se impusiera determinada forma de entender la economía sobre otras.
Así, para los mercantilistas del Renacimiento, la riqueza significaba la acumulación de metales preciosos. La riqueza de una nación era producto de la posesión de minas y de una balanza comercial positiva. Este paradigma significaba que para obtener riqueza era preciso dedicar la fuerza de trabajo de una nación a extraer metales preciosos sin otro uso que la acuñación de moneda, o fabricar bienes para intercambiarlos con otras naciones. En cambio para los fisiócratas del siglo XVIII, la naturaleza y la agricultura eran las fuentes de riquezas. Por lo tanto el aumento de la riqueza estaba vinculado con la reproducción de plantas y animales.
Los economistas clásicos consideraron que la riqueza de una nación era producto del trabajo humano. Su preocupación central era descubrir cómo se distribuía el producto del trabajo. Adam Smith postulaba (como una metáfora) que una “mano invisible” controlaría la economía y que un orden natural evitaría que los individuos se explotasen unos a otros, de tal forma que el interés individual significase un beneficio social. Además, la miseria de los trabajadores mostraba que la “mano invisible” no podía impedir la explotación. De esto se sigue que, de cierta forma, al considerar el trabajo como la fuente de la riqueza.
Karl Marx también consideraba el trabajo, no sólo como fuente de riqueza sino como la actividad propia del hombre, pero se diferencia de los economistas clásicos al correr el centro del análisis del individuo a la lucha de clases. Marx resaltó las contradicciones antagónicas entre dos clases sociales: los dueños de los medios de producción y los no propietarios. Los primeros pagaban el costo de reproducción de los trabajadores, apropiándose del producto líquido del trabajo. Esa contradicción llevaría a la revolución. Los economistas clásicos se limitaron a reconocer la posibilidad de existencia de conflictos económicos. Sin embargo, Marx consideró esos conflictos de clases como un elemento económico central. Ese énfasis significó un cambio del paradigma de los economistas clásicos al paradigma marxista.
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