LUIS PASTEUR.¡Los Microbios Son Un Peligro
Enviado por cheto13 • 2 de Febrero de 2012 • 582 Palabras (3 Páginas) • 1.357 Visitas
LUIS PASTEUR.¡Los microbios son un peligro
eros síntomas, una vez que los misteriosos mensajeros del mal habían ganado
Cazadores de microbios Paul de Kruif
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acceso, de modo invisible, a la médula espinal y al cerebro. Tal era la substanciaasesina que Pasteur y sus gentes recogían con la punta de las espátulas, aspiraban enpipetas de cristal hasta dos centímetros de los labios, de los que quedaba separadatan sólo por una pequeña y sutil mota de algodón.Un día, que fue sensacional, llegaron a los oídos de estos hombres que sedebatían en las tinieblas, los primeros acordes de la dulce música del estímulo: uno delos perros inoculados con la substancia procedente del cerebro virulento de un conejo,dejó de ladrar, de temblar, y milagrosamente se puso bien por completo. Pocassemanas más tarde, inyectaron en el cerebro a este mismo animal, el primero quehabía sobrevivido a los efectos del virus fatal, una dosis de minúsculos asesinos. Lapequeña herida de la cabeza sanó rápidamente; Pasteur vigilaba con la mayoransiedad la aparición de los primeros síntomas fatales, pero no se presentaron, ydurante meses enteros el perro siguió viviendo, juguetón, en su jaula. ¡Estabainmunizado por completo.—Ahora sabemos que existe una probabilidad. Cuando un animal ha estadorabioso y sana, no vuelve a recaer. Ahora nos queda encontrar el modo de atenuar elvirus— dijo Pasteur a sus acólitos, quienes asintieron, aunque estaban perfectamenteseguros de que no existía manera de poder atenuar el virus.Por fin, dieron con un procedimiento para atenuar el virus feroz de la hidrofobia,poniendo a secar durante catorce días, en un matraz especial a prueba de microbios,un pequeño fragmento de médula espinal de un conejo muerto de rabia; inyectarondespués este fragmento de tejido nervioso arrugado, en el cerebro de perros sanos, yestos no murieron.—El virus está muerto o, mejor dicho aún, está muy atenuado —dijo Pasteur,llegando de repente a esta última conclusión sin razón ni fundamento aparentes—Ahora vamos a poner a secar otros fragmentos de la misma substancia virulenta,durante doce, diez, ocho, seis días, y veremos entonces si podemos contagiar a losperros nada más que un poco de hidrofobia ... ¡después de esto deben quedarinmunizados.Un mes más tarde, Pasteur y sus ayudantes supieron que, al cabo de tres años delabor, tenían entre las manos la victoria sobre la hidrofobia, porque, así como los dosperros vacunados saltaban y olfateaban en sus jaulas sin dar señales de anormalidadalguna, los otros que no habían recibido las catorce dosis preventivas de cerebrodesecado de conejo, lanzaban los postreros aullidos y morían rabiosos.De todo el mundo empezaron a llover cartas y telegramas de médicos, de pobresmadres y padres que esperaban aterrados la muerte de sus hijos mutilados por perrosrabiosos: mensajes frenéticos rogando a Pasteur el envío de vacuna
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