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La Caida De Los Estados Unidos

lorenargon12 de Noviembre de 2012

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4.3) Expectativas Racionales y la “Nueva Economía Clásica”

El segundo ataque a la macroeconomía keynesiana provino de introducir en teoría

macroeconómica el concepto de “expectativas racionales”, particularmente por Robert E.

Lucas, Jr., Thomas J. Sargent y coautores a principios de los 1970s. Estos autores pusieron

énfasis en el papel de las expectativas como elementos cruciales en muchas relaciones clave de

los modelos macroeconómicos, y propusieron modelarlas, no como era tradicional en los

primeros esfuerzos de los monetaristas, sino suponiendo que las expectativas siempre

coinciden con lo que implica el modelo económico que uno tiene (al menos en promedio).

Esta forma de modelizar las expectativas representaba una extensión bastante lógica – al

menos desde el punto de vista actual – del contexto de la coordinación intertemporal de planes

del concepto de equilibrio – que es un estado en el que nadie tiene motivos para actuar de

manera distinta, dado que se entiende correctamente el entorno en que se actúa, determinado

por la acción colectiva de los demás – y que constituye un concepto central de la teoría

económica moderna. La teoría de las expectativas racionales ya había sido aplicada en los

1960s a modelos de los ciclos agropecuarios

1

y de fluctuaciones de los mercados financieros

2

.

En efecto, la predicción de esta teoría de que los precios de mercado de las acciones deberían

seguir un proceso llamado ruido blanco – predicción que ha sido sujeta a intensa

contrastación estadística, con profundas consecuencias para la administración práctica de las

inversiones – ha sido la percepción más celebrada obtenida por esta teoría

3

. Más o menos por

la misma fecha en que Lucas introdujo el concepto en teoría macroeconómica,

4 Roy Radner

desarrolló una formulación general de un “equilibrio de planes, precios y expectativas” como

forma de modelizar la comercialización secuencial en teoría del equilibrio general

5

. Por

consiguiente, esta innovación metodológica en macroeconomía estuvo estrechamente ligada a

otros desarrollos en economía en aquella

época.

Este punto de vista sobre las expectativas

tuvo consecuencias radicales en sus

aplicaciones macroeconómicas, al menos

dentro del contexto de un modelo simple

donde los cambios del gasto agregativo

pueden afectar a la actividad económica

sólo empujando a los precios relativos a

los niveles que se espera que estén

situados. En este caso, el nuevo punto de

vista implicaba que las políticas del

gobierno son incapaces de lograr que los

precios sean diferentes de manera

sistemática de lo que se espera que sean, y por lo tanto la

1 John F. Muth, Rational Expectations and the Theory of Price Movements, Econometrica, Vol. 29, No. 3

(Jul., 1961), pp. 315-335.

2 Paul A. Samuelson, Proof that Properly Anticipated Prices Fluctuate Randomly, Industrial

Management Review 6: 41-49 (1965).

3 El ruido blanco es una señal aleatoria (proceso estocástico) que se caracteriza por el hecho de que sus

valores de señal en dos momentos diferentes no guardan correlación estadística.

4 Robert E. Lucas, Jr., Expectations and the neutrality of money, Journal of Economic Theory 4: 103-123

(1972).

5 Roy Radner, Existence of Equilibrium of Plans, Prices, and Price Expectations in a Sequence of

Markets, Econometrica, Vol. 40, No. 2. (Mar., 1972), pp. 289-303.

Robert E. Lucas, Jr.

Thomas J. Sargent2

administración de la demanda agregativa no debería esperar estabilizar la respuesta de la

economía a choques de cualquier tipo

6

. Los que propusieron este punto de vista llamaron a su

teoría la “Nueva [Macro]-Economía Clásica” – proclamando así su intención de hacer suyo el

nombre con que Keynes había caricaturizado a sus precursores, algo menos radicales

7

.

En términos más generales, la “Nueva [Macro]-Economía Clásica” intentó atraer la atención

para proporcionar fundamentos explícitos de las relaciones estructurales supuestas en los

modelos macro, en función de elecciones individuales. Ya en los años '50 se había prestado

cierta atención a los fundamentos de optimización de diversas relaciones postuladas en los

modelos keynesianos, pero que estaba dirigida principalmente a justificar la existencia de una

relación causal entre determinadas variables (por ejemplo, explicando por qué la “función

consumo” debería incluir como argumento a la riqueza financiera, y no solamente al ingreso

disponible), en lugar de derivar la especificación dinámica completa de la relación estimable.

En cambio Lucas y Sargent exigieron modelos en los que todos los aspectos de las ecuaciones

del modelo se derivaran de fundamentos consistentes en términos de conducta optimizante.

Esto condujo naturalmente a la optimización dinámica, que hizo de las expectativas un

elemento crucial, y que permitió suponer en forma natural que el modelo también era

internamente consistente en el sentido de proponer pronósticos de los agentes dentro del

modelo que concordaban con lo que el propio modelo hubiera predicho.

El modelo de nuevo estilo – ilustrado, en particular, por el celebrado aunque muy estilizado

modelo de fluctuaciones económicas de Lucas – importó dentro de la macroeconomía el estilo

de modelos rigurosos, herméticamente estructurado de la teoría moderna del equilibrio

general inter-temporal. Una característica estándar de los modelos de equilibrio general muy

opuesta al espíritu de la macroeconomía keynesiana era el supuesto de mercados

perfectamente competitivos, en equilibrio instantáneo. Los economistas de la “Nueva [Macro]-

economía Clásica” también optaron en forma entusiasta por esta característica de los modelos

de equilibrio general, sosteniendo que los efectos de este tipo observados en la actividad

económica como resultado de la inestabilidad monetaria podían ser atribuidos a información

imperfecta de los productores sobre el estado global de la economía, no a algún fracaso de

precios o salarios a ajustarse en forma inmediata para lograr el equilibrio de los mercados. En

tal sentido sus modelos compartían el énfasis monetarista sobre las consecuencias del eventual

ajuste de precios, pero pusieron en primer plano este ajuste cuando afirmaron que solamente

en caso de información incompleta podría evitarse que ocurriera de inmediato.

Además de su crítica a la teoría keynesiana, la “Nueva [Macro]-economía Clásica” planteó un

desafío a los cimientos econométricos de los modelos macro-econométricos usados por los

6 Esta “proposición de irrelevancia de políticas” fue anunciada en Thomas J. Sargent y Neil Wallace,

"Rational" Expectations, the Optimal Monetary Instrument, and the Optimal Money Supply Rule, The

Journal of Political Economy, Vol. 83, No. 2 (Apr., 1975), pp. 241-254. El desafío de la “Nueva Economía

Clásica” fue planteado en forma agresiva por Robert E. Lucas, Jr. y Thomas J. Sargent, en After

Keynesian Macroeconomics, Fed. Reserve Bank of Minneapolis Quarterly Review, 1979, 3(2), pp. 1-16.

7 Keynes admitió que “los economistas de la posguerra, pocas veces logran sostener su credo clásico en

forma consistente: porque su pensamiento actual está demasiado permeado por tendencias contrarias y

hechos de experiencia demasiados inconsistentes con sus posiciones anteriores.” Pero mantuvo que “no

han sacado todas las consecuencias que se imponen; y no han revisado su teoría fundamental”. En vez

de ello, el economista de Chicago Frank H. Knight denunció las referencias de Keynes a la existencia de

una “economía clásica” como “ese tipo de caricaturas de muñecos de paja que se hacen típicamente con

el fin de atacarlos en las controversias”. Ver Unemployment: And Mr. Keynes's Revolution in Economic

Theory, The Canadian Journal of Economics and Political Science/Revue canadienne d'Economique et

de Science politique, Vol. 3, No. 1 (Feb., 1937), pp. 100-123.3

keynesianos para evaluar medidas de política cuantitativa. En otro documento seminal,

8 Lucas

sostuvo que estos modelos no llegan a identificar verdaderas relaciones “estructurales” – es

decir, relaciones que se espera que sean invariables a pesar de que se produzcan cambios de

política económica – a raíz de la forma en que la conducta de la gente depende de sus

expectativas sobre la evolución futura de la inflación, ingreso, tasas de interés, etc.

Los macro-econometristas keynesianos reconocieron que las variables actuales y retrasadas

que aparecían en sus ecuaciones estimadas a menudo lo hacían, al menos parcialmente, para

dar cuenta

...

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