La Sociobiologia
Enviado por linkinpark7 • 16 de Septiembre de 2012 • 3.829 Palabras (16 Páginas) • 539 Visitas
¿Puede la Sociobiología fundamentar la ética?
María Natalia Zavadivker
Este articulo pretende examinar los presupuestos de la Sociobiología en tanto herramienta teórica que procura extender las consecuencias de la teoría sintética de la evolución al ámbito de los comportamientos sociales, particularmente aquellos vinculados a la esfera moral. Me propongo investigar si la Sociobiología poseería la potencialidad para, si bien no fundamentar una ética, al menos proporcionar una explicación plausible del porqué de su origen y difusión en el seno de las comunidades humanas, e incluso animales. La Sociobiología pretende dar cuenta del sentido último de la moral recurriendo exclusivamente a su funcionalidad como estrategia adaptativa propia de nuestra especie, es decir, sin apelar a ninguna instancia que trascienda la esfera meramente biológica.
Comenzaré por esbozar algunos principios básicos de la Sociobiología, haciendo especial referencia al espectro de conductas vinculadas a la esfera moral que estas teorías pretenden explicar, e incluyendo ciertas consideraciones críticas. Estas últimas nos permitirán abordar dos preguntas fundamentales: cuál es el verdadero valor adaptativo de las creencias y conductas morales, y qué puede aportar la Sociobiología a la fundamentación de la ética.
El paradigma sociobiológico y el altruismo como conducta anómala
La teoría sociobiológica puede resumirse en cuatro principios:
1) Adaptacionismo: Las sociedades humanas existen en su forma actual como resultado de adaptaciones exitosas, es decir, porque su repertorio conductual ha sido seleccionado por el medio, favoreciendo en el pasado el éxito reproductivo de los primeros individuos cuyas respuestas fueron adaptativas, y propagando así la herencia de los genes exitosos.
2) Imperativo reproductivo: Cualquier manifestación cultural (sistemas morales, creencias religiosas, filosóficas, políticas, etc.) existe en la medida en que promueve la supervivencia y la reproducción de la especie humana.
3) Reduccionismo genético: El proceso evolutivo depende exclusivamente de la replicación de los genes, más que de la supervivencia de organismos individuales. Estos últimos son sólo el recurso del que se sirven los genes para autorreplicarse, de lo que se infiere que la autoconservación del individuo no es el fin último, sino el medio para alcanzar la edad reproductiva.
4) Inmanentismo biologicista: aún cuando solamos dar a nuestras acciones y propósitos un sentido trascendente, todas nuestras metas están circunscriptas a los mandatos inmanentes de nuestra naturaleza biológica (supervivencia y reproducción). De allí que todo comportamiento humano sea básicamente egoísta y pragmático.
Este conjunto de presupuestos nos permite inferir el principal escollo teórico reconocido por los propios sociobiólogos como una “anomalía” que requiere ser explicada: la constatación fáctica de la existencia del altruismo, tanto en el hombre como en otras especies. Numerosos registros empíricos dan cuenta de que algunos animales colaboran favoreciendo el incremento de las posibilidades reproductivas de otros, aún a costa de disminuir sus propias posibilidades de procrear. Si para la Sociobiología los genes son las unidades básicas sobre las cuales actúa la selección, y los organismos no son más que la maquinaria que utilizan los genes para autorreplicarse por la vía reproductiva, entonces es de esperar que todo organismo sea impulsado por sus genes a procurar el logro del mayor éxito reproductivo posible. Dado que las conductas altruistas contribuyen a disminuir las oportunidades reproductivas del benefactor en beneficio del receptor del acto altruista, es de esperar que los genes altruistas tengan menores oportunidades de propagarse, con lo cual a la larga deberían haber sido eliminados por la selección natural.
Darwin había constatado este fenómeno y se vio obligado a admitir, aun en contra de sus propios principios, la posibilidad de que en algunos casos la selección actúe a nivel del grupo, de modo tal que algunos individuos podrían autosacrificarse en favor de su comunidad. Sin embargo, los sociobiólogos rechazaron esta explicación, procurando demostrar que las conductas altruistas sólo pueden estar ligadas a un posible vínculo parental entre individuos, y son directamente proporcionales al grado de consanguineidad. Así, por ejemplo, señalan que aún cuando un individuo pueda perder sus oportunidades reproductivas en aras de ayudar a otro, en cierta medida contribuye a la supervivencia de la parte de sus genes comunes con aquel. Supongamos que una tía solterona renuncia al ejercicio de la maternidad para hacerse cargo de los hijos de su hermana fallecida. Si bien no está perpetuando sus genes directamente, está contribuyendo a la supervivencia de parte de su acervo genético y posibilitando que sus sobrinos alcancen la edad reproductiva y sigan perpetuando los genes familiares. Este argumento, conocido como selección de parentezco, permite explicar, por ejemplo, la conducta de las abejas obreras estériles que renuncian a la procreación para cuidar de sus hermanas.
Sin embargo, aún resta explicar aquellas conductas tendientes a favorecer a individuos no emparentados genéticamente. Para estos casos Trivers propuso la hipótesis del altruismo recíproco: ayudamos a otros porque tenemos la expectativa de que el favor nos sea devuelto en caso de apuros. Los individuos que se comportan de modo cooperativo con el prójimo tienen mayores posibilidades de recibir una ayuda recíproca en el futuro, con lo cual incrementan al mismo tiempo sus posibilidades de sobrevivir y dejar descendencia, contribuyendo así a la propagación de sus genes altruistas.
Nótese que estas explicaciones presuponen que el altruismo poseería una base genética, tesis contrapuesta a muchas teorías humanistas que ven al altruismo como una conducta aprendida en el proceso de socialización con el fin de facilitar los procesos de cohesión social. Lo propio de éstas es considerar que el altruismo no surge espontáneamente de la voluntad del individuo, sino que en el fondo se contrapone a ella, generando actitudes forzadas y ajenas a nuestras verdaderas inclinaciones. La idea de un origen genético del altruismo sugeriría que éste nace espontáneamente y en conformidad con nuestras inclinaciones. Sin embargo, los sociobiólogos recalcan el papel del egoísmo como motivación última del altruismo, como si la tendencia altruista no fuera más que una herramienta altamente adaptativa para la satisfacción de fines estrictamente egoístas. En otras palabras, es un recurso entre otros tantos (competencia, territorialidad, agresividad, etc.) del que se valdría nuestro egoísmo (o
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