Los Retos Eticos
Enviado por deisyperes • 8 de Diciembre de 2014 • 7.197 Palabras (29 Páginas) • 419 Visitas
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Retos éticos de la Ciencia
Genética y Ética. Nuevas Tecnologías. Clonación y replicación ADN (Ácido Desoxirribonucleico). PGH (Proyecto Genoma Humano)
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• Ciencia y técnica no son saberes neutrales
No es raro encontrar en los dibujos animados y en las películas de aventuras la imagen del científico chiflado, unas veces al servido de una buena causa, y otras, en cambio, a las órdenes de ciertos personajes malvados empeñados en dominar el mundo entero según su capricho. Hasta cierto punto, esa imagen es una burda caricatura de lo que realmente hacen los hombres y mujeres que cultivan la ciencia, pero en el fondo refleja algunos elementos que sí se corresponden con la realidad. Por ejemplo:
o La ciencia y la tecnología poseen un enorme potencial que puede ser utilizado para fines muy diferentes, desde la producción de alimentos y la curación de enfermedades hasta la fabricación de sustancias altamente contaminantes y de armas de destrucción masiva.
o Las personas que se dedican a la investigación científica y técnica se ven obligadas a ofrecer sus servicios a las grandes empresas multinacionales (poder económico) y a los estados (poder político). De este modo, la utilización que finalmente se haga de sus descubrimientos se les escapa de las manos la mayor parte de las veces.
o La investigación científica requiere una gran especialización y un vocabulario propio, de modo que puede darse cierto distanciamiento entre la sociedad y los profesionales de la ciencia.
En resumen, la actividad científica no está por encima del bien y del mal, sino que, como cualquier otra actividad humana, tiene una dimensión ética indudable, tanto en lo que se refiere a sus posibles aplicaciones industriales y bélicas como en lo referido a la propia mentalidad social.
• La ciencia en la sociedad y en la historia
2.1.La ciencia y la ética desde la Antigüedad
La relación mantenida entre la ciencia y la ética ha cambiado. A nuestra mirada, ambas aparecen como unidas en los orígenes del pensamiento racional griego; y hoy resulta todavía difícil distinguir lo propiamente ético o filosófico de lo estrictamente científico (con independencia de su validez actual) en las obras de pensadores como Aristóteles.
Para aquellos primeros pensadores, sin embargo, tal distinción resultaba improcedente, puesto que vieron en la ciencia una actividad secundaria respecto de la filosofía, la cual venía a ser una especia de “ciencia de las ciencias”, es decir, un saber totalizador que abarcaba el ámbito entero de lo inteligible. Al menos, de lo inteligible en el orden de lo temporal, puesto que, en el Occidente cristianizado, la teología reinó sobre el conjunto de todos los saberes.
Con todo, dicha independencia no deja de ser también relativa. El hecho mismo de la existencia y desarrollo de las ciencias plantea problemas de índole filosófica, tales como el de la posibilidad del conocimiento científico; o el de la adecuación entre las teorías científicas.
2.2.La ciencia como búsqueda ilimitada de la verdad
En la Antigüedad clásica y en la Edad Media se concebía la ciencia como un conocimiento absolutamente indudable, demostrable a partir de unos principios supremos, razonando sistemáticamente y enseñable; se contraponía al saber vulgar (mera colección de experiencias) y a la simple opinión (saber todavía inseguro, falto de una demostración suficiente).
Sin embargo, a partir del siglo XVI se abrió paso un nuevo concepto de ciencia, según el cual todos los conocimientos pasan a ser considerados como “hipótesis”, esto es, como explicaciones más o menos verosímiles que han de ser comprobadas mediante experimentos, pero que quedan sometidas en todo momento a la posibilidad de revisión y modificación. La ciencia moderna ya no se entiende como un conjunto de verdades absolutas, sino más bien como un conjunto de afirmaciones provisionalmente aceptables que forman parte de un proceso ilimitado de búsqueda de la verdad que se lleva a cabo a muy largo plazo, dando cabida a todas las personas que deseen participar en él.
2.3.¿A quiénes deberían beneficiar la ciencia y la técnica?
Dado que los conocimientos científicos son el producto de un largo proceso en el que han participado miles de personas a lo largo de la historia, parece justo que los beneficios que se derivan de dichos conocimientos sean disfrutados por toda la humanidad.
Sin embargo, la investigación científica es una actividad muy costosa. Se necesitan investigadores bien formados y los medios materiales (como laboratorios, aparatos o bibliotecas) son complejos y caros. Por esta razón, tanto los países como las empresas que invierten en investigación se fijan unas metas muy claras y concretas, intentando rentabilizar al máximo esta actividad. En consecuencia, el fin último que se persigue al poner en marcha un determinado proyecto de investigación no siempre es el bien de todos, sino a menudo defender los intereses políticos y económicos de los gobiernos o de las empresas que lo financian.
2.4.La nueva colonización tecnológica
Es muy frecuente, y cada vez más, que muchos descubrimientos e inventos permanezcan en secreto por razones militares o de rivalidad entre grandes compañías comerciales. Este secretismo perjudica especialmente a los países menos desarrollados, puesto que suelen ser ellos los únicos que no tienen ninguna posibilidad de acceder a esas investigaciones. Pero lo más escandaloso es que en ocasiones los países ricos realizan sus experimentos más peligrosos y contaminantes en los países pobres e instalan en ellos las industrias de mayor riesgo para la salud, mientras que se reservan los beneficios posteriores para su disfrute en exclusiva, o hacen pagar un alto precio a esos países a cambio de la licencia de uso de las nuevas tecnologías.
En consecuencia, el diferente potencial científico e investigador de los países
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