MAX WEBER Y EL INDIVIDUALISMO METODOLÓGICO
Enviado por Elnegromarcelo8 • 17 de Octubre de 2012 • 3.761 Palabras (16 Páginas) • 4.142 Visitas
MAX WEBER Y EL INDIVIDUALISMO METODOLÓGICO
Max Weber presenta su teoría del individualismo metodológico como una trama, o una estructura de ideas y de puntos de partida que se interrelacionan. Es su manera de caracterizar al individuo y de entenderlo en muchos aspectos.
El individuo weberiano aparece descripto y explicado desde por lo menos seis formulaciones metodológicas que lo distinguen de las versiones sociológicas que incluyen aspectos de manera más holística, es decir, más amplias.
Hay ciertas restricciones en la metodología weberiana que resumo en los siguientes aspectos:
• La cuestión del sentido
• Distinción de conceptos de 1er. orden de los conceptos de 2do. orden
• Distinción de la ontología de la sociología
• Distinción de la Psicología de la Sociología
• Teoría de la acción
• Teoría de la decisión
La forma que adquiere e Weber el individuo es una interrelación de esos seis aspectos, por eso es que hay una delimitación teórica de sus características. Esa delimitación es teórica y metodológica con relación al dualismo. (Cs. Naturales – Cs. del Espíritu). De esta manera es diferente a la sociología de Comte y de otros estudiosos importantes como Durkhiem y Pierre Janet. En cambio, con relación a Dilthey hay una aproximación (metodológica) en la caracterización del individuo. Dillthey no excluye la Psicología ni la Ontología –siendo, en este sentido, mucho más situado en las Ciencias del Espíritu. El individuo, aún en su singularidad, admite en su peculiar unidad viviente una complejidad de interacciones:
‘Es menester un ejercicio continuo para representarse como porciones de realidad, no como abstracciones, esos complejos de interacciones que se acumulan unos sobre otros, que se cortan entre sí, que se cruzan en sus sujetos: los individuos. En cada uno de nosotros hay diversas personas: el miembro de la familia, el ciudadano, el profesional: nos encontramos en el contexto de obligaciones morales, en un orden jurídico, en un conjunto de fines vitales que tienden a satisfacerse, sólo en la reflexión sobre nosotros mismos encontramos en nosotros la unidad viviente y su continuidad, que soporta y mantiene todas esas relaciones.’
Entonces, Max Weber efectúa un registro de las relaciones en las que se configura su individualismo metodológico, es decir, propone estudiar, o bien reflexionar a partir de seis perspectivas, que son las pinceladas en las que cobra forma el individuo. Las interrelaciones estructuradas metodológicamente lo hacen aparecer (sin duda por una decisión weberiana de la que da descripciones en sus trabajos) de una manera que tiene sus particularidades, especialmente, por tratar de postularlo ‘fuera’ de las Cs. Naturales, y también, a una distancia de las Ciencias del Espíritu, de las que, por sus originales estudios históricos, no se halla al margen, sino proponiendo una dimensión histórica analítica y hermenéutica propiamente sociológica y filosófica, en la que, después de Marx, hace una distinción de la tradición religiosa protestante y analiza profundamente la diferencia ante las ciencias y la economía que distinguen el credo post-luterano del cristianismo y el catolicismo.
Una vez situado el contexto epistemológico de los estudios sobre el ‘individualismo metodológico, analizaremos su trama de relaciones.
La cuestión del sentido
La cuestión del sentido es siempre una cuestión abierta, en una doble cuestión de sentido compartido y sentido disputado. Para M.Weber hay una búsqueda de la claridad del sentido, sin buscar nada en principios que estén por detrás del sentido mismo, y ‘desplegarlo en su máxima claridad lógica posible’.
En este análisis breve sobre la cuestión del sentido, diré que Weber, aún sin quererlo, delimita la imputación de sentido entendido como la ‘mayor claridad lógica’. El problema que surge de esta manera de volver significable el sentido es que nunca aparece tal claridad sino entremezclada con sentido semiabiertos o semicerrados que permanecen ínsitos en toda explicación lógica. Sin negar la importancia de las articulaciones lógicas, se trata, precisamente, de que toda imputación de sentido acontece bajo intuiciones, síntesis o formas de la experiencia en que el sentido es a la vez surgido de las cosas del mundo como de la posición del individuo en todos los planos de la existencia, es decir, tanto lo social e intersubjetivo, en que también se producen múltiples intersubjetividades, como en relación a los aspectos en que el mundo entendido naturalísticamente actúa sobre él.
Es tan válido decir que el sujeto otorga sentido como decir que se ha ‘encontrado el sentido’. En ningún caso deja de producirse una forma de diálogo intersubjetivo que afecta la subjetividad. Es, en cambio, muy posible que de acuerdo a los cursos de racionalidad que los sujetos emplean, exista siempre una posición de consensos y de disensos. Las formas de comprender varían según se trate de prácticas y discursos que atraviesan los grupos y comunidades. Sin embargo, hay que distinguir un sentido particularmente metodológico, es decir, la posición, no ya del individuo, sino la del sociólogo. Aquí hay una posición diferente en la medida en que se acentúa un rol o espacio profesional.
Si la cuestión del sentido está, por así decirlo, permanentemente poniéndose en juego en la vida diaria de los individuos, hay una modificación al actuar el individuo desde su perspectiva profesional.
Y los debates en torno al sentido están permanentemente presentes en la profesión del sociólogo tanto como en otras profesiones en que la trama de sentido está significada por la cultura y experiencia de cada individuo. La posición del sociólogo en tanto que profesional, de un agente que ocupa y vive ese espacio supone muchas veces la elección de una metodología, y una revisión de las metodologías empleadas.
Hay, sin embargo, tanto en los individuos como en los grupos y comunidades, sentidos que se producen y se mantienen o no, permaneciendo en su actualización o en planos de la consciencia que pertenecen a la dimensión del ‘corsi e recorsi’ de la historia. De ese caudal surgen sentidos diversos, como los de apego o desprendimiento de las tradiciones y de las nuevas y viejas ideas que animan acciones individuales o comunes. Hay una dimensión de la historia que vive o revive cada individuo en las que aparece, renovándose la intersubjetividad de todo su ámbito de relaciones, sus emociones y voliciones, en los que admite semejanzas y diferencias cada vez que emprende nuevas acciones y proyectos.
Allí se hace difícil evitar cierta heterogeneidad
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