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Medicina Andina


Enviado por   •  18 de Marzo de 2014  •  8.281 Palabras (34 Páginas)  •  385 Visitas

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AMERICA DEL NORTE

ESQUIMALES 12

Cuando el Angagok, hombre o mujer era llamado a curar un enfermo le hacia preguntas para que revelara el tabú que creía haber infligido; luego trataba de que el alma regresara al cuerpo del enfermo ofreciéndola obsequios, recitando oraciones a los espíritus que la retenían o se desplazaba imaginariamente hasta el lugar donde reposaban los muertos en su búsqueda.

Thalbitzer (1936) asegura que los angagok ayunaban cuatro o cinco días buscando el alma perdida por los bosques y los hielos mientras el enfermo guardaba también el ayuno. Cuando encontraban el alma perdida la aprisionaban entre las palmas de las manos y se la llevaban al enfermo que esperaba, por lo general, envuelto en una manta de color rojo. El angagok y los familiares iniciaban entonces una danza acompañada de cantos e invocaciones mágicas que servían para colocar de nuevo el alma en el cuerpo del enfermo, con lo que éste quedaba curado. Las enfermedades de los Esquimales precolombinos eran en gran medida mentales, resultados de los largos períodos invernales de confinamiento, cuyo mejor ejemplo es el piblokto, la histeria ártica de carácter epidémico. Para adaptarse al deslumbramiento causado por la nieve los Esquimales concibieron las anteojeras, pero eran frecuentes las conjuntivitis ocasionadas por la irritación constante del ambiente contaminado dentro del iglu.

El hecho de que los Esquimales enterraran a sus muertos con todos sus objetos personales se ha interpretado como la integración de los espíritus de los objetos con el alma del muerto y también como una práctica higiénica para prevenir la contaminación con los malos espíritus que causaron la muerte.

INDIOS DE LAS PRADERAS 12

En las grandes praderas, situadas entre los Montes Apalaches y las Montañas rocosas: La Blakfeet o Pies negros, Crows o Cuervos, Cheyene, Dakota o Sioux, etc, que tuvieron forma de vida semejantes.

Indica Wissles (1909), que en cada tribu existía un individuo capaz de actuar como intermediario de los espíritus, cuyas funciones variaban sensiblemente según las tribus. En unos casos eran adivinos cuya función era predecir eventos que podían afectar a la tribu; en otros eran curanderos dedicados a atender a los enfermos y entre éstos había algunos que tenían un conocimiento particular de las virtudes de las plantas. Sin embargo, la diferencia entre el adivino que predecía los sucesos por los presagios e inspiración de las espíritus y el curandero capaz de dominar los espíritus malignos responsables de la enfermedad, no siempre era real. El curandero se iniciaba al experimentar una visión interior, donde un ave o una bestia, que luego se convertía en su espíritu guardián, le anunciaba haber recibido de los espíritus los poderes mágicos para curar.

Como indica Benedict (1992), esta visión tenía gran importancia, pues le revelaba que había sido elegido por Manitú y tenía que aislarse de la tribu por varios días en una montaña o en el claro de un bosque. Era allí donde a través de visiones y trances sucesivos iba reuniendo en la bolsa de las medicinas los objetos mágicos y plantas con poder mágico.

La bolsa del curandero solía contener la pluma de un águila, la garra de un oso, dientes de fieras, piedrezuelas y objetos cuya virtud era sobrenatural. Cuando moría el curandero el poder de su bolsa pasaba a otro. Después del ritual de iniciación donde iba acompañado por otros curanderos, ante los que tenía que dar muestras de sus poderes, era recibido como curandero por la tribu.

El curandero utilizaba recursos mágicos para oponerse a las influencias malignas de los hechiceros, al espíritu de un muerto y a los animales fantásticos. Para ello elevaba oraciones a Manitú y a los espíritus protectores, entonaba los cantos rituales con invocaciones curativas, ahuyentaba a los espíritus, malignos con ruidos y amenazas y se enfrentaban a ellos con imprecaciones; si su medicina era más poderosa que la del espíritu maligno, el enfermo sanaba, en caso contrario sucumbía. Entre los Arapajos y los Choctaws el curandero no chupaba directamente el cuerpo del enfermo para extraer los espíritus malignos, sino que hacia escarificaciones con un cuchillo de piedra en el sitio adolorido y aplicaba un cuerno de bisonte para extraer la sangre donde aparecía el cuerpo extraño causa de la enfermedad.

Los curanderos Pies Negros y Piegan, además de chupar, hacían escarificaciones y flebotomías con cuchillo de piedra o huesos afilados a los enfermos con fiebre y a los que tenían dolores o inflamaciones localizadas. En las enfermedades agudas purgaban al enfermo y le hacían sudar con bebidas calientes; en otros casos purificaban a los enfermos con eméticos poderosos.

La materia médica, recogida por Lowie (1954) en esas tribus incluye numerosas plantas, cuyas raíces, tallos y hojas se utilizaban al interior en infusiones y al exterior en cataplasmas; usaron el pino, el zumaque y varias hierbas aromáticas. El baño de sudor en un tipi de pieles donde se arrojaba agua sobre piedras calientes era de uso habitual.

En las tribus Sioux o Dakotas la infracción de un tabú como causa de enfermedad tenía más importancia que el influjo maligno de un hechicero. Por eso en la tribu Hidatsa y entre los Cuervos era frecuentes que se manifestaran los tabúes violados en los sueños o pudieran ser identificados por ciertos signos de las aves o las fieras. Tal era el caso cuando se soñaba tener prohibido comer cierta parte del bisonte o determinada fruta y a pesar de ello comerlas. Un tabú muy extendido era la prohibición de tener trato con mujeres mientras estaban menstruando, pues quien lo hacia sufriría dolores de cabeza y sangraría por las narices y si era guerreo moriría pronto. Si el espíritu de un muerto conseguía que uno de sus dientes o un mechón de pelo tocara un individuo, éste perdía el juicio.

La causa de las enfermedades se debía a los maiyum espíritus invisibles que se escondían en lugares escarpados, que no eran por sí malignos, pero enviaban flechas invisibles que causaban las enfermedades si no recibían ofrendas. La iniciación del curandero entre los Cheyennes era una decisión grave, pues el elegido tenía que meditar largamente sobre su vocación hasta que tenía una visión en la que Heammawihío le enviaba un mensaje aprobando su decisión e indicándole las medicinas mágicas que debía reunir.

Señala Dorey (1905) que los Cheyennes tenía importantes sociedades médicas que hacían danzas en honor del Gran Espíritu en determinadas

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