Memoria de trabajo Para los neurocientíficos

Memoria de trabajo

Para los neurocientíficos: 

El aprendizaje es un proceso cerebral donde todo el cerebro reacciona a estímulos: involucra la percepción, el procesamiento y la integración de la información.

Las funciones ejecutivas pueden entenderse como una gran variedad de procesos cognitivos que organizan y controlan la cognición y el comportamiento. Son funciones complejas que permiten que otras habilidades intelectuales más básicas, como la memoria, la atención y el lenguaje, funcionen todas en armonía en pos de lograr un objetivo determinado. Son un grupo de funciones que sirven para coordinar capacidades cognitivas y emocionales más básicas con el fin de regular la conducta frente a diferentes demandas ambientales.

Con el término de funciones ejecutivas se incluyen funciones tales como la habilidad de mantener la información en la mente disponible para su manipulación (memoria de trabajo), la capacidad de adaptar la conducta frente cambios del ambiente (flexibilidad cognitiva) y la capacidad de inhibir respuestas preponderantes (control inhibitorio), la capacidad de guiar nuestra conducta teniendo en cuenta las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones y no solo de sus beneficios inmediatos, entre otras.

Memoria de trabajo:

La memoria de trabajo toma la información y trabaja con ella on line durante aproximadamente 20 segundos, tiempo en el cual es fundamental procesar dicha información a través de diferentes estrategias: dándole sentido, contextualizándola, repitiéndola, conectándola con otros saberes, categorizándola, etc. Para así ser almacenada en la memoria a largo plazo y no perderla. La memoria de trabajo nos permite integrar la información ingresada con el conocimiento almacenado.

Puede definirse como la capacidad de mantener la información en la mente, disponible para su manipulación y es una habilidad necesaria para actividades de lo más diversas. Es aquella función que antes se conocía como “memoria de corto plazo” dado que se consideraba que su característica fundamental era que mantenía la información en la mente solo por unos segundos para luego ser desechada. Si bien dicha cualidad sigue considerándose fundamental, con el concepto de memoria de trabajo, desde la neurociencias se introduce el hecho de que la información no es solo almacenada sino que también puede ser manipulada. Así, no es solo el tiempo que la información permanece en la mente lo que define a este tipo de memoria sino también la posibilidad de operar con dicha información. Sostener la información  (verbal y visual) en la mente mientras intenta resolver los problemas que se le plantean. Es importante saber que no nacemos con esta habilidad completamente desarrollada y que ella se va consolidando a medida que el niño crece.

En neurociencias han asociado las funciones ejecutivas con un área particular del cerebro, llamada lóbulo frontal. El  lóbulo frontal es responsable de mediatizar conductas que son distintivamente humana. Se consideran un punto crucial de integración de la información del medio ambiente, del medio interno de la persona y de su estado emocional. El desarrollo de las funciones ejecutivas en los niños se da en paralelo con el desarrollo cerebral y el desarrollo cerebral adquirido posibilita un mayor ejercicio de dichas funciones.

El camino de la información: 

Toda información del mundo externo ingresa a nuestro cerebro por medio de alguno de nuestros cinco sentidos. La información entrante pasa por una serie de filtros y procesos que le permiten llegar a transformarse en un conocimiento o aprendizaje.

El sistema de activación reticular analiza la información para determinar a qué estimulo hace foco; primero la supervivencia, el segundo la búsqueda de la novedad y tercero, poder de decisión.

La información es dirigida hacia dos áreas: 1- la corteza frontal (cerebro pensante), o 2- el cerebro automático (cerebro reactivo). Este cerebro reactivo, automático o reptilito reacciona a la información de manera instintiva, sin pensar.

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