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Metodología de investigación

ZorrodelDesierto11 de Abril de 2015

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Sin duda la operación de categorizar o clasificar es la primera en desarrollarse en el ser humano y está presente ya en la percepción (Harnad 1987). La mente humana se ve enfrentada por un lado a múltiples impresiones que afectan a nuestros sentidos, y por otro lado a innumerables ideas producidas internamente por mecanismos cognitivos que (al menos en parte) operan de manera autónoma y según ciertos principios de razonamiento (lógico, matemático, probabilístico). Toda clasificación es un intento de poner orden en esa realidad confusa, de extraer patrones regulares del caos de ideas e impresiones.8 Así nacen los estereotipos dicotómicos que separan tajantemente los buenos y los malos, los blancos y los negros, los hombres y las mujeres, la izquierda y la derecha, nosotros y ellos. Todos sabemos con qué facilidad caemos en esa manera de ver el mundo, de razonar sobre él y de actuar en él. Un ejemplo notabilísimo de las primeras teorizaciones en ciencias sociales, en las cuales la categorización dicotómica juega un papel central, es el que se ilustra con estos dos textos:

Las voluntades humanas se encuentran en múltiples relaciones mutuas; cada relación es un efecto recíproco que, en la medida en que es dado o actuado por una parte, es recibido o padecido por la otra. Esos efectos están empero hechos de tal manera que o tienden a la manutención o a la destrucción de la voluntad o del cuerpo ajenos: son afirmativas o negativas. A las relaciones de afirmación mutua se dirige la teoría que aquí presento: ellas son los objetos exclusivos de esta investigación. Toda relación afirmativa crea unidad en la multiplicidad o multiplicidad en la unidad. Consiste de fomentos, facilitaciones, servicios, que van y vienen, y pueden considerarse como expresiones de las voluntades y sus fuerzas. El grupo formado por esta relación positiva se llama... asociación (Verbindung). La relación misma, por tanto la asociación, puede pensarse como vida real y orgánica —tal es la esencia de la comunidad (Gemeinschaft)— o como formación ideal y mecánica —tal es el concepto de sociedad (Gesellschaft). Por la aplicación se verá que los nombres elegidos están fundados en el uso sinonímico de la lengua alemana. Pero la terminología científica hasta ahora los ha usado de manera equivalente y sin distinción. Por ello conviene empezar con observaciones que presentan la oposición como algo dado. Toda convivencia íntima, casera, exclusiva, encontramos que se entiende como vida en comunidad. La sociedad es la vida pública, el mundo. En comunidad con los suyos se encuentra uno desde que nace, con todo el bien y el mal que van con ello... [Tönnies 1887: §1; mi traducción]

generalidad es cuestión de grado: la teoría de la gravitación universal es general por cuanto se aplica a todos las masas del universo, pero el propio Newton sabía, y expresó al inicio de su gran obra, que no cubría todos los fenómenos físicos. Hoy día, la búsqueda de la Theory of Everything (la gran unificación de la teoría general de la relatividad, heredera de la de Newton, con la electrodinámica cuántica) es una promesa de mayor generalidad. De parecida, si bien más modesta manera, la teoría económica ha iniciado una ruta de generalización cuyos límites no se perciben aún (cf. Hirshleifer 1985, Becker 1993, Gintis 2004).

8 En este contexto renuncio provisionalmente a la distinción entre los tres modos de clasificar (conceptos genéricos, tipos de corte medio, tipos ideales) que introduce Max Weber en su metodología, ya que en todos los casos se trata de operaciones de categorización. En cambio, la distinción entre escalas o variables (cualitativas/nominales, comparativas/ordinales, cuantitativas/continuas) que, después de Weber y de modo independiente introdujeron Hempel & Oppenheim en el exilio holandés (1936) y Stevens (1946) en Estados Unidos, es mucho más radical y realmente corresponde a operaciones cognitivas diferentes.

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Reconoceremos solamente dos tipos de solidaridad positiva que se distinguen por los caracteres siguientes:

1° La primera une directamente al individuo con la sociedad sin intermediario. En la segunda el individuo depende de la sociedad porque depende de las partes que la componen.

2° La sociedad no se considera bajo el mismo aspecto en ambos casos. En el primero, eso que se llama sociedad es un conjunto más o menos organizado de creencias y sentimientos comunes a todos los miembros del grupo: es el tipo colectivo. Por el contrario, la sociedad de la que somos solidarios en el segundo caso es un sistema de funciones diferentes y especiales unidas por relaciones definidas. Estas dos sociedades no son por lo demás más que una. Son dos caras de una sola y misma realidad, pero que igual requieren que se las distinga.

3° De esta segunda diferencia se desprende otra que va a servirnos para caracterizar y denominar estos dos tipos de solidaridad.

La primera no puede ser robusta sino en la medida en que las ideas y tendencias comunes a todos los miembros de la sociedad superan en nombre e intensidad aquellas que pertenecen personalmente a cada una de ellas. Una sociedad de este tipo es tanto más enérgica cuando este excedente [de lo colectivo sobre lo individual] es más considerable. Ahora bien, lo que constituye nuestra personalidad es lo que cada uno de nosotros tiene de más propio y característico, lo que lo distingue de los otros. Esta [primera] solidaridad, pues, no puede crecer sino en razón inversa de la personalidad. Hay dentro de cada una de nuestras conciencias, hemos dicho, dos conciencias: una que nos es común con el grupo entero al que pertenecemos, la que por consiguiente no es yo mismo sino la sociedad que viven y actúa en nosotros; otra que no representa por el contrario sino lo que tengo de personal y distinto, lo que me hace un individuo. La solidaridad que deriva de las similitudes alcanza un máximo cuando la conciencia colectiva recubre exactamente nuestra conciencia total y coincide en todos sus puntos con ella ; pero en ese momento nuestra individualidad se reduce a cero. (…)

Las moléculas sociales que no serían coherentes sino de esta sola manera no podrían pues moverse juntas sino en la medida en que ellas no tienen movimientos propios, como hacen las moléculas de los cuerpos inorgánicos. Es por ello que nos proponemos de llamar mecánica a esta especie de solidaridad. Tal palabra no significa sino que se produce por medios mecánicos y artificialmente. No la llamamos así sino por analogía con la cohesión que une entre ello los elementos de los cuerpos brutos, por oposición a la que constituye la unidad de los cuerpos vivientes. Lo que termina de justificar esta denominación es el vínculo que une así al individuo con la sociedad y es de todo punto análogo con el vínculo que pone en relación la cosa con la persona. La conciencia individual, considerada bajo este aspecto, es una simple dependencia del tipo colectivo y sigue todos sus movimientos, como el objeto poseído sigue los que le imprime su propietario. En las sociedades en que esta solidaridad está muy desarrollada, el individuo no se pertenece, como veremos más adelante; es literalmente una cosa de la que la sociedad dispone. Así, en estos mismos tipos sociales, los derechos personales no se distinguen aún de los derechos reales.

Muy otra es la solidaridad que produce la división del trabajo. Mientras que la precedente implica que los individuos se asemejan, esta supone que difieren unos de otros. La primera no es posible sino en la medida en que la personalidad individual está absorbida en la personalidad colectiva; la segunda no es posible sino por tener cada uno una esfera de acción que le es propia, por consiguiente una personalidad. Es necesario entonces que la conciencia colectiva deje al descubierto una parte de la conciencia individual a fin de que establezcan esas funciones especiales que ella no puede reglamentar; y mientras más se extienda esta región, más fuerte será la cohesión que resulta de este tipo de solidaridad. En efecto, por un lado cada uno depende tanto más estrechamente de la sociedad cuanto el trabajo está más dividido, y por otro lado la actividad de cada uno es tanto más personal cuanto más especializada está. Sin duda, por circunscrita que esté [dicha actividad], no es nunca completamente original ; incluso en el ejercicio de nuestra profesión nos conformamos a usos, a prácticas que nos son comunes con toda nuestra corporación. Pero,

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incluso en este caso, el yugo que padecemos es menos pesado que cuando la sociedad entera pesa sobre nosotros, y deja bastante más espacio al libre juego de nuestra iniciativa. Aquí pues la individualidad del todo crece al mismo tiempo que la de sus partes; la sociedad se vuelve más capaz de moverse junta, al mismo tiempo que cada uno de sus elementos tiene más movimientos propios. Esta solidaridad se asemeja a la que se observa en los animales superiores. Cada órgano, en efecto, tiene en ellos su fisionomía especial, su autonomía, y sin embargo la unidad del organismo es tanto más grande cuanto esta individuación de las partes es más marcada. En razón de esta analogía, nos proponemos de llamar orgánica la solidaridad que se debe a la división del trabajo. [Durkheim 1893: Libro I, cap. 3, sec. IV; mi traducción.]

Con una diferencia de escasos seis años, estos dos clásicos de la sociología presentan sus respectivas dicotomías en términos a primera vista muy semejantes, si bien curiosamente invertidos. De todas las posibles maneras de distinguir tipos de sociedad, estos dos autores coinciden al menos en los adjetivos “orgánico” y “mecánico” para caracterizarlas; pero mientras que el modo de asociación tradicional se le presenta a Durkheim como

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