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Modelos De Desarrollo


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2013  •  3.029 Palabras (13 Páginas)  •  280 Visitas

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Modelos De Desarrollo

Entre los distintos significados que puede tener el término modelo, se destaca el que se refiere al arquetipo o punto de referencia para su imitación o reproducción. En ese sentido, un modelo es un ejemplar que se debe seguir por su perfección; también puede ser, un esquema teórico de un sistema o de una realidad.

A su vez, el desarrollo consiste en acrecentar o dar incremento a algo de orden físico, intelectual o moral. Si se aplica este concepto de desarrollo a una realidad humana, se refiere al progreso económico, social, cultural o político.

De este modo, si se analizan las dos palabras se puede concluir que un modelo de desarrollo es un esquema a seguir a fin de promover el progreso de un pueblo. Se trata de un marco de referencia para los encargados de elaborar las políticas públicas de un país. Cuando en un país un Gobierno aplica un modelo de desarrollo, busca mejorar la situación económica y laboral de la población, garantizar el acceso a la salud y a la educación, y brindar seguridad, entre otras cosas.

1. El modelo de desarrollo Venezolano

El modelo de desarrollo armónico e integral emprendido por la Revolución Bolivariana garantiza alcanzar la Independencia con Igualdad y Justicia Social. Se avanza en la restitución progresiva de los equilibrios económico, social, político, territorial e internacional de Venezuela. Sin embargo, grandes obstáculos derivados de la persistencia del modelo de desarrollo consumista-depredador generan grandes contradicciones en la actual etapa de tránsito orientada al cambio social.

Para comprender las limitaciones en la aplicación del nuevo modelo de desarrollo es necesario recordar en qué consistieron los modelos de desarrollo previos: el desarrollista y el neoliberal.

El desarrollismo y su fracaso

En los años 70 la implementación del modelo desarrollista proclamaba la necesidad de cambiar las estructuras económicas y sociales para reducir la dependencia del petróleo y de las importaciones de bienes, así como para elevar el nivel de vida del conjunto de la población. Pera ello, se ejecutaron políticas dirigidas a la transformación estructural de la economía, que permitieran superar el rentismo petrolero mediante la industrialización.

Si bien durante las décadas de los años 60 y 70 hubo avances en materia de servicios públicos, éstos no fueron suficientes y persistieron necesidades insatisfechas en amplios sectores de la población, especialmente en nutrición, salud y educación. Persistieron además las deformaciones del aparato productivo.

El fracaso del modelo desarrollista se constató en:

• El modelo de sustitución de importaciones no logró reducir la dependencia de la renta petrolera.

• La industria nacional no sustituyó los bienes importados y menos aún pudo competir en el mercado internacional

• El aparato productivo no fue adecuadamente articulado a la economía social, por lo cual no fue capaz de ofrecer, en forma eficiente y a bajo costo, los bienes y servicios requeridos por la sociedad.

• No se crearon valores y actitudes que impulsaran el desarrollo social y económico en el largo plazo.

• Las organizaciones que supuestamente “llevarían” el desarrollo a las comunidades no contaron con la suficiente autonomía, apoyo político y definición de su rol, por lo cual se ejecutaron actividades sin visión estratégica de largo plazo, sin posibilidades de sostenibilidad.

• En definitiva, la gestión social tuvo un carácter meramente asistencialista y paternalista, estrategia del bipartidismo punto fijista dirigida a consolidar las redes clientelares y buscar apoyos electorales.

• Los recursos económicos otorgados por el Ejecutivo Nacional fracasaron al no cubrir gastos de operación ni ayuda técnica y financiera a las organizaciones comunitarias, centrando su esfuerzo en las estructuras burocráticas municipales que desviaron o dilapidaron los recursos.

A principios de los 80 se modifica la política social, que aunque seguía siendo asistencial, desplazó el desarrollo local implementando programas de ámbito nacional dirigidos a la generalidad de la población. El asistencialismo aunado al incremento de la burocracia estatal para satisfacer las demandas de las bases partidistas conllevó un aumento considerable del Gasto Público sin que ello modificara las estructuras económicas y sociales obsoletas que en teoría debían ser superadas; por el contrario, el país siguió dependiente del rentismo petrolero y se afianzó una mentalidad proclive la corrupción, el paternalismo y el clientelismo.

El fracaso del modelo desarrollista se hizo más evidente a comienzos de los años 80, tomándose medidas para incrementar el crecimiento económico: detener el crecimiento del gasto público y dejarle algunas prerrogativas al “libre juego mercado”, liberando precios y disminuyendo subsidios y aranceles, aunque no se trató de medidas abiertamente neoliberales.

El paternalismo impidió intencionalmente la participación activa en las decisiones que trascendieran más allá del ámbito estrictamente local, por lo cual las comunidades continuaron al margen en la conducción del desarrollo. Por otra parte, la disminución presupuestaria determinó un mayor deterioro en la calidad de vida de la población de bajos recursos, por lo cual se ejecutaron programas sociales “focalizados” para atender la pobreza extrema, descartando el carácter universal de sus beneficiarios(as).

La crisis de la deuda iniciada en 1982-83 (fuga de divisas del país, control de cambios, devaluación de la moneda) evidenció en toda su crudeza el fracaso del desarrollismo. El puntofijismo anuncia la búsqueda de alternativas para reiniciar el crecimiento económico, acelerar el desarrollo social y crear una sociedad “más libre”, planteando la conformación de un “Pacto Social” para legitimar las reformas por la vía del consenso de las élites burocráticas, empresariales y sindicales.

El neoliberalismo y su fracaso

El balance de la década de los 80 es una caída de producto bruto interno por habitante, una deuda externa creciente y un incremento global de los precios. Se duplica la pobreza y se triplica la indigencia. La incapacidad del Estado para redistribuir la renta y sus deficiencias en la gestión de los servicios públicos fue el resultado del clientelismo, el control partidista sobre la función del servicio social, la corrupción administrativa y la ausencia del control social.

El gobierno de Carlos Andrés Pérez (1989-1992) anunció un nuevo modelo económico y político. La situación económica del país aunada a la crisis estructural de la economía mundial llevó a la adopción de “políticas

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