Natacion y diabetes
Enviado por Eliana Espinguinha • 4 de Mayo de 2022 • Tesina • 4.065 Palabras (17 Páginas) • 69 Visitas
CAPÍTULO 3
LA NATACIÓN EN DIABÉTICOS
3.1 Consumo de energía en personas con diabetes tipo I
Según Guyton y Hall (2011) existen dos situaciones en las que el músculo consume mucha glucosa. Por un lado es en el ejercicio físico moderado o intenso, ya que, para esta utilización de la glucosa no se necesitan grandes cantidades de insulina porque las fibras musculares que se ejercitan se tornan permeables a la glucosa aún en ausencia de insulina, sólo con la simple contracción. La segunda situación en el que el músculo consume mucha glucosa son las horas siguientes a las comidas, la concentración sanguínea de la glucosa se eleva y el páncreas secreta más insulina, ésta insulina extra induce un transporte rápido de glucosa al miocito y así utiliza glucosa en lugar de ácidos grasos.
Siguiendo a Guyton y Hall (2011) si el musculo no se ejercita después de una comida, pero la glucosa se transporta a su interior, la mayor parte de ella se deposita como glucógeno muscular y ni se emplea como sustrato energético.
La actividad física es cualquier movimiento que forma parte de la vida diaria que produce gasto de energía extra, es decir, que queme calorías para mantener nuestras funciones vitales. Cuando este tipo de actividades se planifican y se repiten periódicamente para conseguir una buena forma física, se llama ejercicio físico. Si además, este ejercicio se realiza con reglas lo llamamos deporte.
La práctica habitual de la actividad física repercute muy favorablemente sobre la mayor parte de los sistemas orgánicos. Produce un aumento del consumo de combustible por parte del músculo. En los primeros treinta minutos el músculo consume la glucosa de los depósitos de glucógeno (glucosa almacenada). Una vez agotados dichos depósitos pasa a consumir glucosa de la sangre. A continuación se establece un suministro continuo desde el hígado, que también produce glucosa, hasta la sangre y de la sangre al músculo.
El ejercicio físico constituye para el organismo un cambio en las condiciones de equilibrio del medio interno, es decir, una perturbación de la homeostasis que es captada por diferentes receptores del organismo traduciéndose por un mecanismo de feed-back o retroalimentación en una serie de respuestas del organismo que intenta compensar el desequilibrio causado. Por lo tanto, se denominan respuestas al ejercicio a los cambios funcionales que ocurren cuando se realiza un ejercicio y que desaparecen rápidamente después de finalizado el mismo. Las adaptaciones del organismo al ejercicio físico van a suponer un beneficio físico-biológico para el individuo siempre y cuando el ejercicio se realice en condiciones adecuadas.
3.2 Efectos del ejercicio sobre la glucemia en el diabético
Según Lloret y otros (2004) el equilibrio y la regulación metabólica producida en las personas normales no se producen en el diabético. La hipoglucemia es la alteración más común durante el ejercicio en la diabetes tipo I, esta hipoglucemia se puede prevenir aumentando el consumo de glucosa previo al ejercicio.
La diabetes se controla con la triada dieta-insulina-ejercicio. El ejercicio físico aumenta la sensibilidad a la insulina, incrementa el consumo de oxigeno máximo y la actividad de las enzimas mitocondriales. La intensidad de la actividad física es el grado de esfuerzo que exige un ejercicio, es decir, la cantidad de trabajo que se realiza en relación al tiempo. Los músculos al contraerse posibilitan el movimiento corporal. Esa contracción muscular necesita energía para producirse.
Para Bowers y Fox (1995) la energía la obtiene el organismo a partir de la utilización de los sustratos energéticos (hidratos de carbono y grasas principalmente) con o sin la participación del oxígeno (vías metabólicas energéticas aeróbica y anaeróbica respectivamente).
El consumo de la glucosa de la sangre por el músculo esquelético durante el reposo es muy pequeño. Sin embargo, durante series prolongadas de ejercicios la captación de la glucosa de la sangre aumenta de manera sustancial y llega a representar hasta un 30-40 % del total del combustible utilizado por el sistema del oxígeno (sistema aeróbico) durante el curso del ejercicio.
Bowers y Fox (1995) explican que la glucosa es un azúcar simple y constituye la forma utilizable básica de los hidratos de carbono en el organismo. Es la glucosa de la sangre la que sirve como combustible metabólico para el músculo esquelético. Una parte de la glucosa suministrada al músculo por la sangre es convertida en glucógeno y almacenada en el interior del músculo.
Los niveles de glucemia están vinculados de manera evidente con la proporción de hidratos de carbono de la dieta, pero además el hígado realiza cierta regulación de estos niveles. El hígado almacena cantidades de glucógeno, cuando los niveles de glucemia son bajos, el glucógeno hepático se descompone y la glucosa es liberada hacia la sangre. Cuando la glucemia es elevada, el hígado toma la glucosa de la sangre y la almacena en forma de glucógeno. La degradación del glucógeno hepático se convierte en una fuente importante de glucosa sanguínea durante el ejercicio prolongado.
El glucógeno almacenado en el músculo no puede aportar glucosa directamente a la sangre. Por el contrario, primero debe ser degradado a ácido láctico por vía de la glucólisis anaeróbica. Luego el ácido láctico se difunde a la sangre y es transportado al hígado. Ahí puede ser transformado en glucosa y almacenado como glucógeno hepático o transferido nuevamente a la sangre.
Siguiendo a Bowers y Fox (1995) el uso del glucógeno muscular durante el ejercicio depende de cierto número de factores, entre los que se encuentran la intensidad, duración, forma de ejercicio y la aptitud del individuo. Al aumentar la intensidad y la duración del ejercicio se incrementa la magnitud del glucógeno muscular utilizado. El glucógeno es utilizado como combustible principalmente para el sistema del oxígeno, dado que éste es el sistema energético que predomina durante los ejercicios prolongados.
La actividad física de tipo aeróbico, es decir de larga duración, intensidad moderada y movilizando grandes grupos musculares es el tipo de ejercicio más recomendable, del que se derivan las adaptaciones más beneficiosas. La actividad física es beneficiosa para los diabéticos infantiles, pero debe cumplir con tres requisitos: que sea placentera, que permita mantener su estilo de vida y que movilice grandes grupos musculares.
3.3 Beneficios de la actividad física en la diabetes
Para Lloret y otros (2004) la actividad física es beneficiosa para pacientes insulinos dependientes por los siguientes motivos:
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