Once Minutos

Erase una vez…

Con esta frase empieza la historia de una joven prostituta llamada María. La novela fue basado en una historia de Brasil, donde el autor (Paulo Coelho) da a pie a la historia debido a un encuentro con una seguidora suya; María, siendo esta la protagonista de dicha historia, una joven proveniente de una familia social y económicamente afueras de la ciudad crece y se desarrolla como cualquier otra niña curiosa por la vida, tanto en su escuela conociendo a temprana edad lo que era estar enamorada e ilusionada. Luego en la secundaria, con el conocimiento de cambios a nivel social de su edad como psicológicos, y fisiológicos, lugar en el cual también se encuentra con la palabra “amor” a lo cual también se sumó otra, la desilusión, llegando a la conclusión de que los hombres solo aportan dolor, frustración y sufrimiento sin poder llegar a enamorarse nunca más.

María aun adolecente viaja a Rio de Janeiro ya que había trabajo y juntado por mucho tiempo. Ahí conoce un empresario de Ginebra el cual le ofrece un buen trabajo. María en ese momento se imaginó todo lo que una mujer quisiera poseer. Sueña con encontrar la fama y fortuna pero para su triste realidad se encuentra con la necesidad de recurrir a un oficio nunca imaginado por ella y mucho menos deseado, la prostitución.

Las enseñanzas que dejaran sus duras experiencias cambiaran su actitud para siempre ante ella misma y ante la vida.

No es fácil encontrar en verdadero amor sin embargo hay personas que deben pasar por situaciones difíciles para ser de este algo real. María es una de estas personas que soñaba con encontrarlo, viniendo de una familia de las afueras de Brasil. Su padre era vendedor de ambulante y su madre costurera. María se enamoró por primera vez a los once años, mientras iba caminando hacia la primaria que junto a ella caminaba un chico que vivía en su vecindad y que iba a clases con el mismo horario. Nunca intercambiaron ni una sola palabra pero María empezó a notar que la parte que más le gustaba del día era las mañanas que se agotaba en seguirle los pasos.

Esta escena se repitió durante varios meses. Ella empezó a imaginar el día en que él le hablara.

Entonces sucedió.

Una mañana, el chico se le acerco a ella para pedirle un lápiz prestado. María sin saber que decir y con miedo a que él se diera cuenta que ella lo amaba, no respondió y apresuro el paso. María sufrió el resto del día pensando en su comportamiento y planeando lo que iba a decirle la siguiente vez.

Pero no hubo próxima vez, el jamás le dirigió la palabra de nuevo y María, tuvo que conformase con amar y sufrir en silencio hasta el fin del curso.

Al regresar de las vacaciones ella se dio cuenta el chico se había mudado de ciudad y fue en ese momento cuando María aprendió que ciertas cosas se pierden para siempre. María entonces empezó a creer que el mundo era muy grande y que el amor era algo muy peligroso.

Tres años después empezó a escribir su diario. A los quince años se enamoró de un chico que había conocido en una procesión

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