Organización de los alvéolos
Enviado por mariocon • 23 de Julio de 2013 • Ensayo • 2.677 Palabras (11 Páginas) • 390 Visitas
• Neumocitos tipo I. A pesar de ser escasas en número, estas células cubren más del 90% de la superficie alveolar, debido a que son muy aplanadas y extensas. Con el microscopio de luz sólo se ven sus núcleos, siendo necesaria la microscopia electrónica para ver la delgada capa de su citoplasma. Cuando los neumocitos I contactan con los capilares de la pared alveolar, su membrana basal se fusiona con la del endotelio, de manera que los gases sólo tienen que atravesar el citoplasma del neumocito, las membranas basales fusionadas y el citoplasma del endotelio capilar, conjunto que mide menos de 1 micrón de espesor. En el resto de la pared alveolar, entre los neumocitos y los capilares se interpone una capa de tejido intersticial, con sustancia amorfa y fibrillas, que cumple una función de sostén y que, por tener vasos linfáticos, drena el líquido que permanentemente ultrafiltra desde los capilares, evitando así que éste invada los alvéolos. Este aspecto se analizará con mayor detalle a propósito del edema pulmonar.
• Neumocitos tipo II. Son células cuboideas, más numerosas que las anteriores y que, entre otras muchas funciones, sintetizan el surfactante pulmonar. Esta sustancia disminuye la tensión superficial de la capa de líquido que recubre la superficie interna de los alvéolos, impidiendo el colapso alveolar que esta fuerza tiende a producir (Ver mecánica ventilatoria). Además, los neumocitos II serían responsables de las funciones metabólicas del pulmón, que se verán más adelante. Cuando los neumocitos I son destruidos en algunas enfermedades, son los neumocitos II los que proliferan para reparar los daños.
Aparte de estas células estructurales, dentro del alvéolo y en el espesor de los tabiques se encuentran células con un rol defensivo, especialmente macrófagos, que fagocitan las partículas extrañas y bacterias que llegan al alvéolo. Los macrófagos cargados de detritus se eliminan junto con las mucosidades o retornan al espacio intersticial, de donde son en su mayoría removidos por el sistema linfático.
Organización de los alvéolos
El número total de alvéolos oscila entre 200 y 500 millones, y su superficie total, entre 40 y 100 metros cuadrados, dependiendo entre otros factores de la talla corporal. Los alvéolos se disponen como depresiones redondeadas en la pared de espacios esféricos llamados sacos alveolares, que confluyen en espacios tubulares llamados ductos. Varios ductos se unen dando origen a un bronquíolo respiratorio, elemento de transición que tiene la estructura de una vía de conducción aérea, pero que conserva algunos alvéolos en sus paredes. Después de unas 4 a 7 generaciones, un grupo de bronquíolos respiratorios confluye en un bronquíolo terminal que carece totalmente de alvéolos, constituyéndose exclusivamente en vía de conducción.
Según la manera de agruparse estas diferentes estructuras, se han descrito 3 unidades (Figura 1-2).
Figura 1-2. Estructuras periféricas del pulmón.
A: alvéolos. SA: saco alveolar.
BR: bronquíolos respiratorios. BT: bronquíolo terminal. B: bronquíolos. LP: lobulillo primario. LS: lobulillo secundario
• Lobulillo primario(LP) que es el conjunto de los ductos, sacos y alvéolos alimentados por un bronquíolo respiratorio.
• Acino que es todo el territorio alveolar tributario de un bronquíolo terminal.
• Lobulillo secundario (LS)que es la menor porción de parénquima pulmonar delimitada por tabiques fibrosos. Son distinguibles en el examne radiológico en la corteza pulmonar donde los tabiques son más completos y están marcados por el depósito en ek intersticio de partículas inhaladas . Estos lobulillos no se individualizan con claridad en las zonas centrales. Su diámetro oscila entre 1 y 2,5 cm.
De estas "unidades" la de mayor importancia clínica es el acino, que es identificable en la totalidad del pulmón y que, por medir más o menos 8 mm de diámetro, es visible a rayos cuando se encuentra lleno de líquido o exudado.
A estos elementos, llenos de aire, se unen vasos sanguíneos y linfáticos para formar el parénquima pulmonar. Las ramas de la arteria pulmonar, que llevan la sangre venosa hacia los alvéolos, acompañan a los bronquios en todas sus divisiones. A nivel de los bronquíolos terminales pierden su capa muscular transformándose en arteriolas, que dan origen a una densa malla capilar en estrecho contacto con los alvéolos. Como estos capilares no miden más de 10 micrones de diámetro los globulos rojos deben pasar prácticamente en fila , lo que optimiza su tarea de captar oxigeno.
Las vénulas pulmonares que nacen de los capilares alveolares se dirigen a la periferia del lobulillo secundario, confluyendo en venas que se incorporan a los tabiques fibrosos interlobulillares e interlobulares de manera que su trayecto es diferente al de los bronquios y arterias. Las características morfológicas y hemodinámicas del circuito menor o pulmonar se verán con mayor detalle en el capítulo de fisiología correspondiente.
El pulmón también recibe sangre arterializada a través de las arterias bronquiales, que nacen de la aorta o de las intercostales y aportan la circulación nutricia a los bronquios. Sus venas desembocan en las venas pulmonares, mezclándose con la sangre ya arterializada.
VIAS DE CONDUCCION AEREA
La sangre que circula constantemente por los capilares alveolares extrae el oxígeno del aire alveolar y lo carga de CO2 de manera que es necesario que este aire se renueve también constantemente. Esto se logra a través de la ventilación con aire ambiental, y las vías aéreas son el medio de conexión entre alvéolo y exterior.
La vía aérea se inicia en la nariz que, además de ser su puerta de entrada, acondiciona el aire inspirado para la respiración. Lo humidifica y calienta a 37°C gracias a la rica vascularización de su mucosa, dispuesta sobre una superficie ampliada por la presencia de los cornetes. Además, la anfractuosidad de los conductos, la adhesividad de la capa de mucus y la presencia de pelos constituyen barreras físicas que impiden la entrada de parte importante de las partículas en suspensión. Las defensas mecánicas son complementadas por el reflejo del estornudo y la presencia de tejido linfoideo y anticuerpos. La alteración de estas funciones y la posibilidad de aspiración de secreciones nasales infectadas explican la frecuencia con que las afecciones nasales se asocian con enfermedades bronquiales y pulmonares.
La vía aérea continúa con la faringe, donde también se conecta la boca que constituye una entrada alterna para el aire cuando hay obstrucción nasal y cuando se necesita aumentar mucho la ventilación, como sucede en el ejercicio intenso. Para que la faringe se mantenga permeable,
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