PACTOS DE SAN JOSE,VIENA Y BELMONT
Enviado por marlenecoromoto • 24 de Octubre de 2013 • 2.759 Palabras (12 Páginas) • 584 Visitas
PACTO DE SAN JOSÉ
El Pacto Unión San José de Flores, Pacto de Unión Nacional, Convenio de Unión o Pacto de San José de Flores, fue un tratado firmado entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires el día 11 de noviembre de 1859. Estableció las pautas para el ingreso de este último a la Confederación, y que se verificaría su adhesión por medio de la aceptación y jura solemne de la Constitución de 1853, previa revisión de la misma.
Antecedentes
Desde fines de 1852, la Argentina estuvo dividida en dos estados separados, sin más relación que la diplomacia y el comercio: la Confederación Argentina, formada por las trece provincias del interior, y el Estado de Buenos Aires, formado por la actual provincia de Buenos Aires. La división se había originado por la negativa de Buenos Aires a refrendar el Acuerdo de San Nicolás y a participar en la sanción de la Constitución Argentina de 1853.
La división puso en serios aprietos a la Confederación, más que a Buenos Aires, ya que la principal fuente de impuestos, la Aduana de Buenos Aires, permaneció controlada por el gobierno porteño. Por otro lado, si bien nominalmente los países europeos y americanos reconocían solamente a la Confederación, sus diplomáticos preferían residir en Buenos Aires, ciudad mucho más grande y cómoda que la entonces pequeña capital de la Confederación, Paraná.
El gobierno porteño contaba con algunos aliados en el interior, sobre todo el gobernador de la provincia de Santiago del Estero, Manuel Taboada, y poderosos partidos liberales en Salta, Corrientes, Tucumán y San Juan. Cuando los liberales de San Juan lograron apoderarse del gobierno provincial por medio del asesinato del caudillo federal Nazario Benavídez, estalló la guerra entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. No duró mucho, y básicamente se limitó a la batalla de Cepeda, del 23 de octubre de 1859.
Negociaciones
Mientras la prensa porteña y el gobernador Valentín Alsina proferían insultos contra los federales, convocando al pueblo a la defensa a toda costa de la capital, el general vencido, Bartolomé Mitre, retrocedió con su infantería hasta la ciudad.
El presidente Justo José de Urquiza tenía orden del Congreso Nacional de incorporar a Buenos Aires por la fuerza, pero — después de la batalla — prefirió las negociaciones. En su avance hacia la capital, emitió una proclama, que anunciaba:
"Ofrecí la paz antes de combatir y de triunfar. La victoria, y dos mil prisioneros tratados como hermanos, es la prueba que ofrezco de la sinceridad de mis buenos sentimientos y de mis leales promesas. No vengo a someteros bajo el dominio arbitrario de un hombre, como vuestros opresores lo aseguran; vengo a arrebatar a vuestros mandones el poder con que os conducen por una senda extraviada, para devolvéroslo... Desde el campo de batalla os saludo con el abrazo del hermano. Integridad nacional, libertad, fusión, son mis propósitos."
Justo José de Urquiza no quería que se repitiera lo ocurrido en 1853, durante el sitio de Buenos Aires iniciado por Hilario Lagos, en que la moral de la tropa sitiadora decayó completamente. Propuso iniciar de inmediato la paz y la unión; de lo contrario, atacaría la ciudad.
El general Francisco Solano López, hijo del presidente paraguayo, había intentado mediar entre los contendientes poco antes de la batalla de Cepeda. Aún estaba en Buenos Aires cuando se supo la noticia de la derrota, y entonces volvió a proponer al gobernador Alsina las bases exigidad por Urquiza. Entre ellas se destacan la primera, que decía, escuetamente, "Integridad nacional"; la segunda, que prometía la revisión de la Constitución Nacional por el Estado de Buenos Aires, pero no antes de 1863; y la quinta, que promete no castigar a los responsables de la revolución porteña de 1852.
Poco después, el ejército de la Confederación acampó en el pueblo de San José de Flores, muy cerca de la capital. Allí se dirigieron los mediadores porteños: Juan Bautista Peña, Carlos Tejedor y Antonio Cruz Obligado. Por la Confederación, Urquiza nombró a Tomás Guido, Juan Esteban Pedernera y Daniel Aráoz.
Los delegados porteños pidieron el retiro del ejército nacional de la provincia, pero los federales se negaron a continuar las negociaciones mientras no se retirara esa exigencia, lo que se hizo. Por unos días, las negociaciones fueron discutidas amigablemente, hasta que el 7 de noviembre, Urquiza exigió el cambio de todo el gobierno porteño, incluido Alsina. Las negociaciones se interrumpieron.
Al saber que Alsina se había negado, Urquiza ordenó comenzar el avance sobre Buenos Aires. A pedido de López, Urquiza pospuso el ataque, pero sólo por 24 horas. El día 8, un grupo de legisladores de Buenos Aires solicitó la renuncia al gobernador, argumentando que su permanencia en el cargo "era en ese momento inútil para la paz como para la guerra".
Alsina imaginó un proyecto absurdo: retirar el gobierno de la ciudad y mudarlo al sur de la provincia, donde se formaría un nuevo ejército. Consultó a Mitre, que rechazó completamente el proyecto. Falto de apoyo, Alsina y el ministro Dalmacio Vélez Sarsfield renunciaron. Para sustituir a Alsina en la gobernación, fue designado el presidente del senado provincial, Felipe Llavallol.
López aprovechó la renuncia para pedir — y conseguir — de Urquiza una suspensión de hostilidades de más largo plazo. Las negociaciones pudieron continuar.
El Pacto
El día 9, López comenzó una serie de entrevistas casi sin descanso con los mediadores de ambos bandos. El 11 de noviembre, finalmente, se firmó el Pacto y se canjearon los prisioneros de guerra.
El texto final del Pacto era muy similar a la propuesta de Urquiza anterior a Cepeda, con algunas variantes. Las cláusulas más importantes fueron:
• Buenos Aires se declaraba parte integrante de la Confederación Argentina.
• El gobierno porteño convocaría una convención provincial, que revisaría la Constitución Nacional y podría proponer reformas a la misma.
• En caso de que se propusieran reformas, éstas serían discutidas por una Convención Nacional Constituyente, a reunirse en Santa Fe, con la participación de todas las provincias.
• El territorio de Buenos Aires no podría ser dividido sin el consentimiento de su Legislatura. Eso era particularmente importante debido a que la Constitución establecía que la capital de la Nación era la ciudad de Buenos Aires, y que debía ser federalizada.
• Buenos Aires se abstendría en delante de mantener relaciones diplomáticas con otras naciones.
• La provincia de Buenos Aires conservaba todas sus propiedades y edificios públicos, con excepción de la Aduana,
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