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Placas Tectonicas, Deriva Continental


Enviado por   •  6 de Julio de 2012  •  9.026 Palabras (37 Páginas)  •  1.300 Visitas

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La deriva continental

Precursores

Francis Bacon en 1620 en su obra Novum Organum es el primero en sugerir ciertos parecidos entre los continentes de África y América del Sur, como que los dos se estrechaban hacia el Sur.

A principios del siglo XIX, el explorador alemán Alejandro de Humboldt se asombró de la similitudes de la costa occidental de África y oriental de América del Sur y pensó que el Atlántico era un vasto valle invadido por el mar, pero está lejos de sugerir que ambos continentes se alejan.

Antonio Snider en 1858 es el primero en indicar la rotura y posterior alejamiento de los dos continentes. Snider era un catastrofista en una época en que empezaba a triunfar el gradualismo de Lyell, por lo que no es extraña que su idea fuera arrinconada

En 1910 el norteamericano F. B. Taylor publicó un extenso trabajo donde proponía una hipótesis elaborada de lo que hoy se conoce como deriva continental. Su punto de partida es diferente, parte de la amplia descripción que Eduard Suess hace de la disposición de las cadenas montañosas del Terciario en Eurasia. Como la hipótesis de la contracción no le pareció adecuada y propuso desplazamientos de los continentes como Groenlandia que consideró desgajada de Canadá o la India cuyo choque con Asia provocó el Himalaya. Por esa época ya se conocía la cordillera submarina del centro del Atlántico que corre paralela a las costas. Las cadenas montañosas de los Andes eran interpretadas como plegamientos causados por el movimiento de América del Sur hacia el oeste en el Terciario. En cuanto al mecanismo del desplazamiento pensó en la acción de las mareas causadas por la Luna cuando fue capturada.

Wegener desarrolló su idea independientemente, poco después y en el transcurso de los años aportó una gran cantidad de pruebas que confirmaban la pasada unión de África y Sudamérica.

Biografía de Alfred Wegener

Alfred Wegener nació en Berlín en 1880. Estudió meteorología en las Universidades de Heidelberg, Innsbruck y Berlín. En 1906 inició un viaje de dos años al noreste de Groenlandia, acompañando a una expedición danesa dedicada a la investigación meteorológica. A su regreso a Alemania fue designado Privatdozent de astronomía y meteorología en la Universidad de Marburgo y escribió un conocido manual de meteorología. En 1912 emprendió una segunda y poco exitosa expedición a Groenlandia con J. P. Koeh. Después de la Primera Guerra Mundial, en que sirvió como oficial y recibió heridas en el brazo y el cuello, Wegener regresó a la vida académica en Hamburgo. En 1924 le ofrecieron y aceptó la cátedra de meteorología y geofísica recién creada en la Universidad de Graz, en Austria. Murió en el hielo continental en 1930, en el curso de su tercera expedición a Groenlandia.

La geología a principios del siglo XX

Para apreciar la naturaleza revolucionaria de la hipótesis de Wegener de la deriva continental, es necesario esbozar la imagen convencional de la estructura y evolución de la Tierra que se tenía en todas partes a principios de siglo, y que ha descrito elocuentemente un gran estudioso de la geología, el austríaco Eduard Suess, en su tratado, traducido al inglés con el título de The Face of the Earth.

Se suponía que la Tierra era en su origen una masa en fusión, se hallaba en un proceso de solidificación y contracción. Esta se debía a la pérdida térmica de radiación en el espacio que la enfriaba. Los materiales más ligeros habían ascendido a la superficie originando las rocas ígneas y metamórficas de tipo granítico y otros sedimentos asociados. Todo este conjunto recibía el nombre Sial porque era relativamente rico en silicatos de aluminio, así como en sodio y potasio. Debajo del sial había rocas más densas llamadas sima, ricas en silicatos de magnesio, hierro y calcio.

Las montañas debían su origen a la contracción, así como aparecen arrugas en una manzana que se seca. Suess acuñó también el vocablo eustática para denominar los grandes movimientos mundiales de ascenso y descenso del nivel del mar que podían inferirse del registro estratigráfico de las sucesivas transgresiones y regresiones marinas sobre los continentes. Suess atribuía las regresiones al hundimiento de las cuencas oceánicas y las transgresiones al llenado parcial de esas cuencas con sedimentos de los continentes. Por lo tanto, el agua descendía de los continentes cuando los océanos se hacían más profundos, o los recubría a consecuencia de la sedimentación del suelo del océano. Con el transcurso del tiempo, ciertas zonas continentales se hundieron a su vez, de modo que fueron anegadas por el mar mientras que el temporalmente estabilizado suelo oceánico de otrora volvía a emerger como tierra seca.

La identidad total o casi total de muchas plantas y animales fósiles encontrados en distintos continentes era prueba suficiente de antiguas conexiones terrestres a través de lo que ahora eran profundos océanos. De no haber existido esos puentes terrestres transoceánicos en el pasado, no habría sido posible explicar las similitudes de las formas de vida anteriores -ampliamente reconocidas- en los términos de la evolución darwiniana. El aislamiento genético habría producido divergencias morfológicas en las faunas de los distintos continentes. Suess daba el nombre de Gondwana a un antiguo continente integrado por África del centro y del sur, Madagascar, y la península de la India. La expresión se extendió luego a Australia., América del Sur y la Antártida. Gondwana (originariamente nombre de una región oriental de la India que significa "tierra").

Evidentemente, el modelo interpretativo de una tierra en estado de contracción explicaba exitosamente una amplia gama de fenómenos geológicos. Para muchos geólogos de principios de siglo no había nada que pusiera a prueba la consistencia de dicho modelo.

Las hipótesis de Wegener

Wegener tuvo la sospecha de que los continentes se habían movido lateralmente cuando advirtió en 1910, la notable coincidencia de los contornos continentales a ambos lados del Atlántico. Con todo, desestimó inicialmente la idea. Considerándola improbable, pero el año siguiente leyó un trabajo sobre paleontología que probaba la existencia de un arcaico puente terrestre entre África y el Brasil. La búsqueda de nuevas evidencias de este tipo fue tan fructífera y corroboró de tal manera su idea inicial que se sintió obligado a desarrollar la hipótesis, que expuso por vez primera en una conferencia en Fráncfort, en enero de 1912. Ese mismo año, más tarde, publicó dos breves comunicaciones sobre el tema.

La primera versión en forma de libro, más extensa, apareció en 1915. Se llamaba Die Entstehung der Kontinente und Ozeane. En 1920, 1922 y 1929 se publicaron

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