Practico De Psicologia
Enviado por viejololo • 31 de Marzo de 2014 • 1.592 Palabras (7 Páginas) • 307 Visitas
¿Me gusta escribir? ¿Qué es lo que más me gusta de escribir? ¿Y lo que me gusta menos?
Si, más que gustarme me encanta, desde pequeña me dijeron que sería abogada, pero yo sabía que no quería hacer alegatos, sino escribirlos. Me inventaba historias, le cambiaba los finales a las telenovelas… Ya no puedo imaginar mi vida sin la escritura y, si la memoria no me dejara urdir tramas, seguiría editando con tal de estar cerca de las palabras.
Lo que más me gusta: que da la posibilidad de alcanzar a personas ignotas, lejanas, que por la palabra pueden descubrir un poco de cómo sienten y ven sus congéneres, aunque nunca, jamás, se verán a los ojos.
Lo que me gusta menos: esa misma libertad del texto respecto a quien lo crea permite que se manipule, para bien o para mal. Nunca podremos tener la seguridad de cómo se entenderá nuestra oración. Escribir es un acto de fe en la humanidad, y no me gusta perder el control.
2. ¿Escribo muy a menudo? ¿Me da pereza ponerme a escribir?
Cuando no estoy nadando entre la soledad, una maestría y un empleo que nada tiene que ver conmigo, escribo cada día, al menos dos horas, o me dedico a revisar y corregir si nada nuevo llega. Eso para la ficción. Los textos de opinión llegan por encargo, con fecha tope y extensión definida y generalmente se escriben veinticuatro o cuarenta y ocho horas antes de la entrega, tras días o semanas de debate y relectura. Con esos el asunto no es pereza, sino un proceso de acumulación al que no puedo imponerme, aunque pareciera simple incapacidad para ser previsora.
3. ¿Por qué escribo? Para pasármelo bien, para comunicarme, para distraerme, para estudiar, para aprender…
Para comunicarme, definitivamente. No imagino “pasarla bien” o “distraerme” con algo tan exigente y que implica tal responsabilidad, eso me suena a frivolidad de la peor. Y para aprender leo, que el legado de dos mil años en este lado del mundo quita el aliento.
4. ¿Qué escribo? ¿Cómo son los textos que escribo? ¿Qué adjetivos les pondría?
Escribo narraciones y ensayos u artículos de opinión.
Me gusta decir que mis historias son “indecentes”. Ese es el adjetivo donde me esfuerzo porque encajen con sus personajes (marginales), sus conflictos (reales pero socialmente incorrectos) y sus ambientes (lo más honestos que se pueda).
Si hago ensayos u artículos, casi siempre giran sobre el género y los derechos LGBT, así que mi adjetivo entonces es “perturbador”, cada vez que abordo un tema de estos intento que del otro lado se tome conciencia de que la realidad no es tan simple como las visiones hegemónicas proponen, quiero que las personas se asusten de su propia comodidad mental y actúen al respecto.
5. ¿Cuándo escribo? ¿En qué momentos? ¿En qué estado de ánimo?
Soy casi incapaz de escribir de día. Desde hace años escribo desde las 9 o 10 de la noche hasta la madrugada. De día puedo corregir, pero pocas veces producir algo de calidad media –claro, cuando estás en una redacción escribes a la hora que toque, pero esa es otra historia. Trato de llegar a la escritura sin otras cosas en la cabeza, pero no tengo más rituales que la música y la consulta irregular de textos de referencia.
6. ¿Cómo trabajo? ¿Empiezo enseguida a escribir o antes dedico tiempo a pensar? ¿Hago muchos borradores?
A mí las cosas me empiezan en la cabeza: pienso, construyo marcos mentales, barajeo opciones de argumentos, recuerdo fuentes. Luego tomo notas: defino personajes, recopilo citas, construyo una bibliografía, dibujo los mapas de la ciudad donde ocurre el cuento. Si puedo, cuando “eso” tiene pinta de idea seria, se lo expongo a alguien de confianza: narro o defino una sinopsis para mandar por mail y me meto en una discusión de tres días o un mes, pero casi siempre lo disfrazo de inquietud generada por una lectura X de moda. Después, mucho después, me siento a escribir y hago una o dos versiones que luego corrijo. ¡Y se acabó!
7. ¿Qué equipo utilizo? ¿Qué utensilio me resulta más útil? ¿Cómo me siento con él?
¿Esto se refiere a la técnica? Cuando estaba en la universidad escribía a mano, con velocidad escalofriante, las conferencias de mis profesores. No había otro recurso. Luego llegó la máquina de escribir, pesada, con cinta vieja, y ruidosa. En el dormitorio se arrullaban con ella. Ahora las maldades de Bill Gates con su omnipresente Word… desde el 95 –que descubrí en el 1997– hasta este 2007 que de tan amigable me enferma.
¿Cómoda? Algo de desconfianza hay: Crecida en una nación de precariedad, el depender de la electricidad y sofisticados artefactos electrónicos me deja siempre la inquietud de si lo escrito estará intacto a la mañana siguiente. Por eso GoogleDocs me gusta: propone hacer ubicua la materialidad del texto, pasando su archivo de una PC específica a lo multidimensional de la red, claro, tiene una pega: hace falta internet.
8. ¿Repaso el texto muy a menudo? ¿Consulto diccionarios, gramáticas u otros libros?
¡Por
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