PÍLDORAS DE LA FELICIDAD
Enviado por carol1986_20 • 5 de Enero de 2014 • 1.975 Palabras (8 Páginas) • 282 Visitas
PÍLDORAS DE LA FELICIDAD: MARKETING O CIENCIA*
Cuando uno oye hablar de neurociencias, parecen omnipotentes. Cuando uno las
conoce siquiera un poco, comprueba que no lo son.
Ni las psicoterapias son el pasado ni las neurociencias el futuro. Caso por caso. Qué
psicoterapia. Qué neurociencia. Las neurociencias y las ciencias sociales cuestionan al
psicoanálisis. No nos victimicemos. El psicoanálisis ¿no nació cuestionándolo todo? Ya no
tiene esa gallardía. Por momentos se encierra y deviene un sistema creencial que rechaza
la crítica, interna y externa. Un psicoanálisis pusilánime. Por suerte, en muchos momentos
se atreve a estar vivo. No sólo responde a los cuestionamientos sino que los agradece,
porque lo ayudan a pensar. Y recobrando la gallardía cuestiona a su vez.
Si investigamos la causalidad psíquica, vemos la intervención de la causalidad
biológica y de la cultural. Todavía no hemos marcado bien las articulaciones, pero sí que la
causalidad psíquica no ha perimido. Que no puede ser reemplazada. Nadie ha podido
postular ninguna inferencia lineal entre lo que se sabe del cerebro y la subjetividad. Hay
fronteras. Para el psicoanálisis y para las neurociencias. Es un campo a explorar. Estamos
obligados a pensar el psicoanálisis, con la física, la biología, las neurociencias, las ciencias
sociales, la epistemología de hoy.
Adios al gatillo fácil de los psiquiatras biologicistas
Se dice que los verdaderos protagonistas de la salud pública son las personas (y no
los gobiernos, las prepagas o la industria farmacéutica). ¿Estamos bien informados? Nos
ofrecen noticias las 24 hs. Pero esta noticia no apareció en ningún diario, revista, programa
de televisión. La noticia de que los antidepresivos podrían ser un tic-tac más caro que los
que refrescan el aliento. ¿Se habría perdido? Entre chismes políticos, de la farándula,
inundaciones, calamidades climáticas varias, los malestares de la economía, que tanto
repercuten en nuestra vida. Claro que es importante el porcentaje de la inflación. ¿Pero no
interesa también, y muchísimo, cómo nos tratan cuando padecemos y qué remedios
tomamos? (Hornstein, 2011).
El escándalo de los antidepresivos fue tapa de Newsweek el 8 de febrero de 2010.
El título, bien visible, gritaba “Novedades depresivas acerca de los antidepresivos”. Y el
subtítulo revolvía en la llaga: “Los estudios sugieren que estas populares drogas no son
mucho mas efectivas que el placebo y que en algunos casos sus efectos pueden ser más
perjudiciales”.
El artículo se hacía cargo de un megaestudio publicado el 6 de enero en el J.A.M.A.
(The Journal of de American Medical Association, vol 3 Nº 1) que concluye que si bien el
75% de los pacientes con depresión se benefician con la medicación hay poca evidencia
que los antidepresivos tengan efectos farmacológicos específicos comparados con los
placebos para pacientes con depresión leve y moderada. La publicación se basó en
múltiples estudios realizados entre 1980 y marzo del 2009. En promedio, los placebos
resultaron en un setenta y cinco por ciento tan eficaces como los medicamentos.
Depresiones leves, moderadas y severas. La Escala de Depresión de Hamilton mide
la severidad de la depresión. De esa escala (o de otra) dependerá en el futuro la indicación
de medicación. La depresión puede ser leve, moderada o grave. En el primer caso, la
persona siente que es incapaz de hacer frente a la mayor parte de sus actividades
cotidianas. En el segundo, a esa sensación se le suman dificultades para mantener esas
actividades, para concentrarse, para tomar decisiones. Los errores laborales se hacen más
frecuentes y eso daña aún más la autoestima. Finalmente el grado grave del trastorno
perturba casi por completo el día a día de la persona. Darse un baño o ir al trabajo se
convierten en una tortura. No sólo las ideas de suicidio, sino también las tentativas,
aparecen con más frecuencia.
* Adelanto del libro Las encrucijadas actuales del psicoanálisis, que distribuirá Fondo de Cultura Económica en
agosto de 2013.
www.luishornstein.com 2 luishornstein@gmail.com
Sin embargo, no fue un diario sensacionalista. No fueron psicólogos despechados
con la psiquiatría. Fueron los médicos agrupados en la American Medical Association,
señores de muy buen pasar, pero que no suelen recibir dinero ni pasajes de las empresas
farmacéuticas. Esos médicos, que suelen mirar con recelo a las psicoterapias, elaboraron
este enjundioso estudio y lo publicaron en su prestigiosa revista (el J.A.M.A.).
Repasemos las conclusiones del megaestudio: hay poca evidencia que los
antidepresivos tengan efectos farmacológicos específicos comparados con los placebos
para pacientes con depresión leve y moderada. Por lo que en depresiones leves y
moderadas las diferencias clínicas entre antidepresivos y placebos “son mínimas o no
existentes”; por el contrario, en depresiones severas los beneficios de la medicación
antidepresiva tenían significativas diferencias con los placebos.
Hace 20 años que se recetan antidepresivos. Hace años que los biologicistas
desprestigian como charlataneria la psicoterapia y ahora estos clínicos han descubierto la
importancia del diálogo y de la relación médico-paciente y han puesto en su sitio los
antidepresivos.
La posibilidad de que la efectividad de los antidepresivos se base en que conjugan
creencias, expectativas y esperanzas (factores no despreciables, desde ya) en cualquier
medicación, interrogan acerca de la bioquímica de la depresión y replantean la relación
entre biología e historia en la génesis del sufrimiento depresivo.
El informe despertó alarma en la industria farmacéutica. En el 2008 en EE.UU. los
antidepresivos facturaron nueve mil seiscientos millones de dólares (y se calcula que 20 mil
millones en el mundo). Los antidepresivos en E.E.U.U incrementaron su consumo desde
1993 de trece millones y medio de personas a veintisiete millones en el 2005. Y
representan actualmente el 15% de todas las prescripciones de E.E.U.U.
Por más de dos décadas, la industria farmacéutica fue la más lucrativa en los
Estados Unidos. En el año 2003, por primera vez, fue desplazada del primer lugar y se
ubicó detrás de la minería, la producción
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