Rodeados de Ondas.

Rodeados de Ondas.
Alexandra Garcia Verdugo

Estudios afirman continuamente riesgos en nuestro entorno; el teléfono móvil ha empezado a cuestionarse por los científicos sobre los daños que puede causar a la salud por medio de sus ondas. La cuestión es: ¿Cómo es posible y en qué medida pueden causar estas ondas, o radiaciones, perturbaciones en las células humanas? ¿Cómo interactúan entre sí las ondas y la materia, o bien en organismos vivos? “El encuentro entre ondas y organismos vivos hacen confusa las fronteras entre dos disciplinas habitualmente separadas: La biología y la física”. Un conjunto de científicos bajo sus propias investigaciones, cada uno de ellos con diferentes métodos, han alertado de cierta manera las repercusiones que tienen las ondas de las telecomunicaciones en nuestros organismos abriendo paso a debates, discusiones, más réplicas de investigaciones, estudios y la asociación entre corporaciones y científicos para la búsqueda de los efectos nocivos que provocan el desarrollo de esta tecnología.

La distribución de los teléfonos móviles comenzó a principios de los años 90, sin tener previamente estudios del impacto sanitario que estos conllevarían. Andrew A. Marino escribió hace más de 35 años cómo los campos electromagnéticos podían afectar al funcionamiento del cuerpo humano y de esta manera científicos que trabajaban para las compañías de telecomunicaciones, abogados y las empresas de hornos de microondas  no analizaron su trabajo y simplemente fue atacado por llevar a cabo ese escrito. Publicando más de 150 artículos acerca de los efectos de las ondas electromagnéticas sobre los seres vivos, Andrew cuestiona las palabras de las industrias que exponen al ser humano a estas ondas. La idea de los radares, hornos de microondas y líneas de alta tensión a principios de los 70 era que “sus ondas eran tan débiles que no podían dañar a los seres vivos”, sin embargo ¿era verdad dicha afirmación?

Cuando se habla de “ondas electromagnéticas” se dice que es un flujo de fotones (partículas portadoras de energía) y cuanto más es elevada la frecuencia de la onda, más energía tiene el fotón y cuantos más fotones hay, más potente es la radiación. Los seres humanos estamos rodeados por aparatos de radiaciones variadas, sin embargo la preocupación principal de las poblaciones y científicos ha surgido a partir de la invención del teléfono móvil. Este aparato trabaja con frecuencias similares a  los hornos, con el mismo tipo de fotones pero a potencias diez mil veces menor. ¿La energía de los teléfonos móviles es suficiente para calentar el cerebro? Haciendo la investigación necesaria, el SAR (Tasa de absorción especifica)  nos indica la máxima potencia absorbida por el cerebro  y se deja a una escala internacional en 2 w/kg de materia, lo cual garantiza a todo usuario que el teléfono celular no puede causar ningún calentamiento.

Ahora bien, estás investigaciones solo demuestran los efectos térmicos en los humanos, pero la pregunta que se abre ahora es si estas ondas artificiales pueden tener consecuencias sin elevación de temperatura.

Durante las investigaciones se mostraron reacciones y/o síntomas en personas que estaban cerca de ondas electromagnéticas. Científicos afirman que todos los seres vivos somos electro-sensibles, sin embargo, estás reacciones se manifestaron en gran cantidad en ciertas personas llamándolo electro-hipersensibilidad. Muchos afirmaban que este tipo de ‘enfermedad’ estaban en personas que solo trataban de ‘llamar la atención’, personas paranoicas en referencia a la tecnología e incluso sólo para dejar mal visto a está misma.  Sin embargo, las personas electro-hipersensibles reaccionan a campos electromagnéticos que no pueden ser percibidos por la mayoría; los números de casos han aumentado en los últimos años y se ha considerado como una minusvalía.

        Citando: “¿Suponen las ondas artificiales un problema importante para la salud pública?” Los gobiernos simplemente dan abastos a la investigación y exigen repuestas definitivas.

        La Unión Europea ha financiado el proyecto REFLEX, el cual trata de buscar los efectos nocivos de las ondas de los teléfonos móviles en las células humanas. Los resultados observados fueron que las ondas electromagnéticas de alta frecuencia  dañan los genes y cuan más grande sea el daño más grande sería el margen de error de la reparación haciendo que la célula muera, o en su caso se reproduzca de forma cancerígena. El coordinador de este proyecto no supone una investigación sobre la ‘maldad’ de las ondas de los teléfonos móviles, sino encontrar los efectos de estas.

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