Salmonella
Enviado por xixita2011 • 11 de Febrero de 2015 • 2.288 Palabras (10 Páginas) • 229 Visitas
Patogenia y factores predisponentes
Una vez que la persona ingiere salmonellas el desarrollo
de la enfermedad va a depender fundamentalmente de la
cantidad de microorganismos ingeridos (inóculo), de su virulencia
y de factores dependientes del huésped. Las cepas Vi
negativas son menos infecciosas y virulentas que las cepas
Vi positivas.
Se precisa, por término medio, un inóculo superior al
millón de gérmenes. La acidez gástrica es una barrera natural
importante, siendo factores predisponentes aquellas circunstancias
que modifican el pH gástrico, como aclorhidria, vagotomía,
gastrectomía o la toma de fármacos que lo modifican.
Una vez superada la barrera gástrica las salmonellas pasan
al intestino delgado, donde encuentran un medio más
idóneo, más aún si hay una alteración de la flora intestinal
normal por el uso previo de antibioterapia. Se adhieren a
receptores específicos de las vellosidades intestinales, atraviesan
la mucosa, alcanzan los linfáticos de las placas de Peyer
donde se multiplican, pasando a la sangre donde son
atrapadas por fagocitos y macrófagos del sistema reticuloendotelial,
acumulándose en los órganos ricos en él como son
hígado, el bazo y la médula ósea. Finalmente vuelven a pasar
al intestino y a la vesícula biliar. Las placas de Peyer se muestran
tumefactas pudiéndose ulcerar la mucosa intestinal pasada
la primera semana y originar una hemorragia o la perforación,
las dos complicaciones más graves del cuadro.
La curación de la enfermedad depende del establecimiento
de una eficaz inmunidad celular del huésped por parte
de los linfocitos T activados. Pacientes con trastornos de
su inmunidad, sobre todo celular, como ocurre en los pacientes
infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) o en los pacientes oncológicos presentan mayor susceptibilidad
y desarrollan procesos más graves4
.
Manifestaciones clínicas
Por haber sido una patología muy prevalente en nuestro medio
en décadas anteriores, las generaciones de clínicos que
nos han precedido, con menos medios diagnósticos que nosotros,
hicieron un esfuerzo encomiable por buscar matices
clínicos específicos que ayudaran al diagnóstico de la enfermedad,
dejándonos bellos y minuciosos tratados, pero poco
prácticos ya que en la mayoría de las ocasiones la enfermedad
se presenta como un cuadro sistémico caracterizado por fiebre
y malestar general indistinguible del comienzo de otras
enfermedades habituales en nuestro medio de etiología infecciosa,
tumoral o autoinmune.
El periodo de incubación suele ser variable, entre 2 y 3 semanas,
el comienzo insidioso y los síntomas predominantes son
fiebre de intensidad variable, cefalea, diarrea, estreñimiento, tos,
náuseas y vómitos, anorexia, dolor abdominal y escalofríos.
Cuando exploramos al paciente los signos más habituales
que podemos encontrar son hepatoesplenomegalia, reséola,
lengua saburral, bradicardia relativa y a veces estupor. No es
habitual encontrar herpes labial5,6 (tabla 1).
Los datos del laboratorio son muy inespecíficos, a veces
leucopenia, trombopenia o discreta movilización de enzimas
hepáticas.
Complicaciones
Son muy raras de ver en el momento actual, sobre todo en el
paciente correctamente diagnosticado y tratado.
Las más graves y frecuentes y por tanto las que más tenemos
que vigilar suelen aparecer a partir de los 10 días de
evolución y son la hemorragia y la perforación intestinal7
.
Es excepcional la presentación en forma de neumonía,
meningitis, espondilitis, endocarditis, abscesos u otras localizaciones8
, así como la presentación de shock endotoxínico
tras la instauración de antibioterapia.
Como complicación también se puede considerar el estado
de portador crónico, definido como la presencia de Salmonella
typhi en las heces o en la orina durante más de un
año.
Diagnóstico
Aunque la clínica y los antecedentes epidemiológicos nos son
útiles, el diagnóstico se basa en el aislamiento de la Salmonella
typhi, fundamentalmente en los hemocultivos que suelen
ser positivos en la primera semana en el 90% de los casos,
perdiendo sensibilidad con el paso de los días (50% en la
tercera semana).
El coprocultivo y el urocultivo suelen ser negativos en la
primera semana y terminan siendo positivos en el 75% de los
casos en la tercera semana. En el caso de un portador crónico
el coprocultivo positivo puede inducir a error.
También se puede aislar el microorganismo en la médula
ósea (permite el aislamiento del germen al comienzo de la
enfermedad, incluso en aquellos que han recibido antibióticos)
y en lesiones de la piel (roséola).
El diagnóstico serológico cada vez se utiliza menos por
su baja sensibilidad y especificidad. Puede ser útil en aquellos
pacientes en los que se sospecha la enfermedad y que han
TABLA 1
Síntomas y signos más frecuentes de la fiebre tifoidea
Síntomas y signos encontradas Frecuencias
Fiebre 75-100%
Cefalea 59-90%
Diarrea 37-57%
Estreñimiento 10-79%
Tos 28-86%
Náuseas y vómitos 23-54%
Anorexia 39-91%
Dolor abdominal 19-39%
Escalofríos 16-37%
Hepatomegalia 15-75%
Esplenomegalia 39-64%
Manifestaciones neurológicas 5-12%
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Documento descargado de http://www.elsevierinsituciones.com el 17/08/2011. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.Medicine. 2010;10(52):3497-501 3499
FIEBRE TIFOIDEA Y OTRAS INFECCIONES POR SALMONELLAS
tomado antibióticos antes de la toma de hemocultivos siendo
éstos negativos. Títulos de anticuerpos tipo Ig M anti-O superiores
a 1/640 o aumento de valores de títulos basales en 4
o más veces tienen valor diagnóstico.
Las técnicas de reacción en cadena de la polimerasa
(PCR) aún no están siendo utilizadas de forma rutinaria en
la mayoría de los laboratorios.
Diagnóstico diferencial
Habrá que hacerlo fundamentalmente
...