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ÉTER


Enviado por   •  26 de Marzo de 2014  •  Ensayo  •  721 Palabras (3 Páginas)  •  228 Visitas

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En la cosmovisión de los antiguos griegos existía un componente ajeno a todos los conocidos en la Tierra. Por una parte, concebían el mundo terrenal como un espacio donde toda materia es susceptible al cambio. Para los griegos, todo lo que ocupaba algún lugar en la Tierra partía de cuatro elementos básicos. Con base en estos, toda existencia emergía de un principio común. La tierra, el agua, el fuego y el aire eran los cuatro elementos primordiales desde los cuales se constituía toda la naturaleza. Todo lo que se hallaba sobre la Tierra partía de estos cuatro elementos creacionales.

Pero más allá de los límites de la escueta observación del cosmos, se presentaba un quinto elemento. Un componente externo y desconocido para los humanos. Una unidad exclusiva del cosmos. El éter –nombrado por Aristóteles- era entonces, lo inasible. Aquella esencia que nos separaba de los lejanos acontecimientos del firmamento; de lo que sucedía más allá de lo perceptible por el ojo humano. El filósofo griego dividió el mundo en dos espacios: por debajo de la luna existía un mundo tanto cambiante como versátil, y por encima de ella, un mundo imperecedero e inalterable.

El universo que se extendía por encima de la luna permanecía fijo, inamovible. No presentaba cambios en su formación. Aquello que los antiguos astrónomos observaban en los cielos siempre había existido. Los astros no mutaban, persistían, y se pensaba, mantendrían su forma a través del tiempo. La teoría de los cuatro elementos originales, poseedores de movimientos naturales a su composición, no era compatible con el cosmos: la tierra y el agua tienden a descender, el fuego y el aire se disipan, se elevan,

Cuando esta teoría se intentaba aplicar en el movimiento natural de las estrellas y planetas, algo no coincidía; estos no se desplazaban conforme a los lineamientos de los demás elementos. Al contrario, se observaba que giraban alrededor del cielo. Entonces se debió idear una solución que explicara lo que sucedía en las zonas más alejadas del planeta. Fue cuando surgió el quinto elemento; el éter, proveniente de la palabra griega que significa “eterno”.

Este componente era lo imperecedero y lo constante; un todo –o una nada- que compartía el firmamento. Aristóteles concebía que ningún cambio había sido efectuado en el sistema del cielo. Ahora bien, trasladando un poco este concepto, es posible que -en realidad- nos encontremos bastante vinculados con los pensadores de aquella época. Tal vez el quinto elemento que planteaba Aristóteles no partía de un aspecto ajeno a lo terrenal; posiblemente, el cosmos, su origen y la vida en la Tierra se hallaban más entrelazados que lo sospechado. Tal vez ese quinto elemento vendría a ser lo unificador, el puente que nos permitiría entender que no somos ajenos a los acontecimientos –aunque lejanos- del universo.

“Vemos y tocamos –en verdad, somos- los productos

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