Inteligencia sexual

INTELIGENCIA SEXUAL

Las múltiples dimensiones de la sexualidad nos afectan a lo largo de nuestra vida. El concepto de inteligencia sexual fue acuñado por los psicólogos Sheree Conrad y Michael Milbur (2002) Inteligencia sexual. Este tipo de inteligencia comprende tres componentes, los mismos que enriquecen la identidad sexual y la personalidad de manera jerárquica: el yo secreto, el conocimiento sexual y la capacidad de conexión con otros.

El yo sexual secreto pretende que el individuo se familiarice con su sexualidad para reconocer sus gustos, sus preferencias y dificultades que se presentan, e interferir de manera positiva o negativa. El autoconocimiento se convierte en la estrategia a usar para conocer una parte relevante de la personalidad. La consolidación de este componente emerge a partir de experiencias sexuales previas, expresiones de acuerdo al género, la práctica sexual, fantasías y pesadillas. Esta dimensión tiene importancia crucial, ya que permite autoconocerse y adquirir habilidades para relacionarse con otros de manera asertiva.

El conocimiento sexual comprende el conocimiento científico que el individuo pueda adquirir sobre sexualidad para utilizarla como orientación, según Conrad y Milbur, el conocimiento sexual científico permite liberarse de mitos y prejuicios sobre el sexo. Estos autores identificaron cuatro creencias comunes en las personas: “todos tienen más sexo que yo; nuestro cuerpo no es estético; el sexo es la resolución a todos los problemas; el sexo puede lograrse por la fuerza”. Se entiende entonces que la vergüenza, la culpa y el miedo son emociones que actúan de manera negativa sobre la sexualidad.

La capacidad de conexión con otros considera que la comunicación tiene un rol preponderante en una relación de pareja pues permite conocer sobre la sexualidad del otro, así se comprende que la pareja posee deseos, preferencias, fantasías y conocimiento sexual. El impedimento más común de este componente es la falta de expresión de los sentimientos sexuales dentro de la sociedad, esto bloquea expresar pensamientos sexuales recíprocos. Sin embargo, de ninguna manera el mantener relaciones sexuales reemplaza una comunicación asertiva.

El cuarto elemento de la inteligencia sexual es un análisis crítico de los contextos culturales, políticos y sociales relacionados con la sexualidad. Cada cultura establece una normativa cuya finalidad es regular y controlar el comportamiento sexual de su comunidad. La diversidad cultural es una de las características fundamentales de la sexualidad. Las normas que rigen el comportamiento sexual varían entre y dentro de las culturas. La OMS (2019) señala en su Recomendaciones sobre salud y derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes que los Estados, en virtud de las normas de derechos humanos, tienen la obligación de ofrecer a los adolescentes información completa y educación integral. La Educación Sexual Integral (ESI) Ley 20.418 de 2010 forma parte de las obligaciones fundamentales de los Estados de garantizar el derecho a la salud sexual y reproductiva. Según las normas sobre derechos humanos, esa educación abarcará la conciencia de uno mismo, el conocimiento del propio cuerpo (incluidos los aspectos anatómicos, fisiológicos y emocionales) y la salud y el bienestar sexuales (con información sobre los cambios que se producen en el cuerpo y los procesos de maduración).

De lo expuesto anteriormente se plantea la interrogante: ¿cómo se relacionan la inteligencia sexual con la salud y derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes?

El mundo de hoy tiene la generación más grande de gente joven menor de 25 años de la historia, que llega a 3 mil millones de personas, o 43% de la población mundial. Casi la mitad (1.2 millones) de esta población son adolescentes (10-19 años).

La mayoría de jóvenes (87%) se concentra en los países en desarrollo, muchos viven en condiciones de pobreza, con derechos, oportunidades y opciones restringidas, así como con un acceso inadecuado a una educación de calidad, servicios de salud y empleo.

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