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La práctica docente en el siglo XXI, un reto educativo en tiempos de Pandemia


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2023  •  Ensayo  •  1.462 Palabras (6 Páginas)  •  82 Visitas

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La práctica docente en el siglo XXI, un reto educativo en tiempos de Pandemia

María Elena Peña Torrealba

(Licenciada en Educación, Magíster en Educación Preescolar y Orientación Educativa, docente adscrita a la Gobernación del Estado Mérida, Coordinadora de Educación Especial. Dirección electrónica: malenpto@gmail.com)

RESUMEN

Circunscribir el reto del docente en tiempos de pandemia es proyectar en medio de una crisis educativa un rol formador creativo, innovador, empoderado y consciente de la necesidad de transformar su rol pragmático, intencional y vocacional. Es decir, que desde una actitud vehemente sea el docente parte de la construcción del proceso de enseñanza y aprendizaje, así como corresponsable como sociedad  de cimentar una educación de forma que todos podamos brindar canales para que los estudiantes, ciudadanos y presente-futuro productivo del país, cuenten con las herramientas para avanzar y dejar huella en sus pasos por la restauración de un país que indudablemente en medio de las dificultades suscitadas por la ausencia de concreción reflexiva, cuenten en el aquí y en el ahora con del privilegio de  compartir experiencias escolares  conscientes de un rol educativo de excelencia que se distinga en todos los escenarios de la sociedad. Palabras claves: educación, pragmatismo, intencionalidad, vocación

El siglo XXI, ha traído grandes retos a la humanidad entera relacionadas con la educación en sí misma y en el rol protagónico de cada uno en el aquí y en el ahora. Mas, sin embargo, campañas de toda índole (desde sociales hasta ambientales), sucesos inesperados como el del Covid-19, líneas del tiempo que se desdibujan  llamando poderosamente a la reflexión  y  dejando una gran interrogante con peso moral, personal y social, como es la de preguntarnos si lo que estamos brindando en la docencia o lo que estamos produciendo para nuestro presente, va  de la mano de lo que constituye un elemento significativo para un día después, ese que conocemos como futuro, como aliciente para un país productivo en lo intelectual, social y personal de las generaciones que se forman.

En todo caso, cualquiera sea la acepción, implica educación. Y, Educación en una sencilla expresión es para la autora de éstas líneas, “el arte de guiar en las mentes y existencias, caminos para el diario de la vida personal de quienes van haciendo aportes en un tiempo y un espacio determinados”, lo que involucra un universo tan amplio como real y determinado que está en todos los ámbitos, bien sean éstos sistemáticos o asistemáticos, formales o informales. En un ejemplo más claro, desde la trilogía escuela-familia-comunidad, institutos tipo taller u otros similares, o la contraparte, patrones que se obtienen en el modelo de los antivalores, quienes van dando con su ejemplo señales de qué lo que se hace se aprende, sin menoscabo de que sea bueno o malo, llevándonos a pensar que el producto esperado desdice de lo que una humanidad requiere para desarrollar competencias de desarrollo sustentable, reconocer el valor personal y colectivo que tiene en la sociedad así como el de tener una mejor calidad de vida. Ahora bien, desde la óptica de un momento histórico con tantos retos, educar desde la escuela imprime a los actores significativos el SER DOCENTE, lo que, según Morín, (2001), es más una misión que una profesión y lo refiere al plantear que,  

El carácter funcional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un funcionario. El carácter profesional de la enseñanza lleva a reducir al docente a un experto. La enseñanza tiene que dejar de ser solamente una función, una especialización, una profesión, y volver a convertirse en una tarea de salvación pública, en una misión... (p.105).

Por lo tanto, el rol del docente va más allá de una preparación, organización y un trabajo que rinde cuentas de lo que hace o deja de hacer; que requiere de proyección visionaria y de liderazgo, es decir, de pragmatismo, intencionalidad y gran sentido vocacional.

Pragmatismo, como manejo en el ser y el hacer docente, a fin de que la suma de una trilogía enmarcada en la organización, la comprensión de lo que hace y el alcance de lo espera, condimenten esa experiencia de vivencias altamente significativas. Así entonces, a) El Ser, que no es otra cosa que la posibilidad de no renunciar a su esencia, le exige al profesional de la docencia como persona y ser social, su Ser Afectivo, su liderazgo y estrategias de interacción, partiendo de la realidad de la escuela y las comunidades en las cuales se inserta como experto, reflexionando ante las nuevas formas de actuar sobre ambas. Hecho que como lo cita CINDA (2008), “Cada día la sociedad demanda con más fuerza la formación de profesionales capaces no solo de resolver con eficiencia los problemas de la práctica profesional, sino también y fundamentalmente, de lograr un desempeño profesional ético, socialmente responsable. (p. 16). b) Asimismo, desde el hacer, es decir, desde la praxis docente, donde la experiencia materializa su acción, una que conoce, comprende, estudia, organiza y planea cómo intervenirla; se moldea en el proceso de enseñanza y aprendizaje, hecho que define su tarea esencial, reflejada mediante una planificación caracterizada por la intencionalidad, el sentido real en tiempo y espacio; una planeación rigurosamente esculpida y una evaluación que atienda los principios de la individualidad, el contenido curricular, pero por sobre todo, los pilares que reflejen lo aprendido, lo conocido, lo hecho, lo vivido, lo reflexionado y como lo compartirá con otros.

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