ANÁLISIS DEL CUENTO “DILES QUE NO ME MATEN”
Enviado por said300520 • 12 de Noviembre de 2019 • Informe • 1.675 Palabras (7 Páginas) • 2.214 Visitas
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SAID JESE AMARIS FERNANDEZ
ANÁLISIS DEL CUENTO “DILES QUE NO ME MATEN”
TEORÍA DE LA LITERATURA
FÉLIX MOLINA
UNIVERSIDAD POPULAR DEL CESAR
2019-02
INTRODUCCIÓN
En las siguientes páginas que el lector tendrá el privilegio de leer, prima el fin de analizar el cuento titulado “¡Díles que no me maten!” del autor Juan Rulfo, nacido el 16 de mayo de 1917 en Ciudad de México, uno de los grandes escritores del siglo XX. Sus obras son representadas por una mezcla entre realidad y fantasía cuya acción se propaga en escenarios rurales y posteriores a la Revolución Mexicana.
Sus dos obras más destacadas se titulan: El llano en llamas y Pedro Páramo, siendo la primera una composición de 17 relatos y la última una novela. Las mismas exponen aportes a la literatura hispanoamericana y mundial, ya que recrea tradiciones indígenas y cristianas sacando a flote múltiples situaciones socioeconómicas de pueblos con carencias, falta de oportunidades, soledad, relación entre la naturaleza y el hombre, formas de composición humana, ejemplos de relaciones entre el hombre y el mundo, realidades concretas y medioambientales.
“¡Díles que no me maten!” es un cuento que se torna interesante a medida que transcurre, digno de ser relatado así como analizado, contando en él las penas y padecimientos de un hombre que en carne propia le tocó saborear el néctar del karma en ese lapso de tiempo tan fugaz que se conoce como vida, como si el destino de los venerados dioses fuera verlo sufrir escapando de la muerte cada vez que el sol salía, arrepintiéndose de aquel pasado que no pudo cambiar y que lo perseguía tal cual un lobo hambriento lo haría con una indefensa oveja expuesta a la amplitud de la pradera.
Antes de entrar en profundidad con el análisis del cuento, resulta sumamente importante enunciar la sinopsis del mismo, ordenando cronológicamente los hechos ocurridos en la narración:
SINOPSIS CRONOLÓGICA
Juvencio Nava se encontraba angustiado porque sus animales no tenían pasto para comer. Su compadre Guadalupe Terrreros en su basto terreno sí tenía el suficiente pasto para alimentar a los inocentes animales, sin embargo, el mismo no permitía el acceso a los animales de Juvencio para que estos pudieran alimentarse.
Juvencio aguantó el acto de egoísmo con calma, ya que razón tenía Lupe al mandar sobre lo que entra o no en su terreno. Una vez llegada la sequía, cuando los animales de Juvencio empezaron a morir, este se vio obligado a romper la valla que separaban su terreno con el de Lupe, esto con el fin de que sus animales pudieran alimentarse.
Guadalupe al día siguiente tapó la cerca para evitar que los animales ajenos a los suyos entraran en su terreno, a lo que Juvencio, sin que Lupe se percatara, trató de romper otra vez la cerca alcanzando el éxito en el acto. Así pasaron varios días en los que Juvencio y Guadalupe gastaban su preciada energía juvenil quitando y poniendo una cerca, hasta que un día Guadalupe se hartó de la situación y le advirtió a Juvencio que la próxima vez que un animal de su propiedad pisara el terreno que le pertenecía le iba a matar al animal. Y así sucedió. Lupe mató un novillo de Juvencio y este respondió matándolo a él.
La esposa de Lupe murió al poco tiempo después, y de sus dos hijos pequeños no se supo más en el pueblo.
Juvencio tuvo que huir escapando del exhorto. El dinero y las cabezas de ganado que él le había facilitado al juez no tenían importancia ya, porque seguían persiguiéndolo. Así vivió durante 35 años, escondiéndose entre los árboles cada vez que iba al pueblo, y viviendo siempre con el temor de ser capturado. Pero en este momento de su vida pensaba que ya se encontraba a salvo y que el tiempo había pagado todas sus deudas. No fue así. Juvencio fue capturado por unos rostros desconocidos para él, unos rostros que no transmitían nada más allá de odio, como si quisieran acabar con su existencia de una buena vez.
Juvencio fue llevado donde un coronel que le hizo unas cuantas preguntas para asegurarse de ser la persona que buscaban, y la encontraron.
Juvencio atado a un árbol no vivió, sino que existió sus últimas horas con el corazón palpitando esperando a la muerte, recordando con detalles la forma en que transcurrieron sus últimos 35 años
Juvencio aferrado a la vida más que nuca, acariciaba a la muerte, esa muerte que ya no quería ver jamás, esa muerte que vivió hace 35 años pero no en carne propia, sino causándola.
Lastimosamente el arrepentimiento no siempre salva vidas, y Juvencio lo aprendió esa madrugada, pero ya era tarde, demasiado tarde como para evitar que las balas que salían de ese fusil atravesaran su cabeza causándole la muerte en un parpadeo. Y ahí iba lo que quedaba de Juvencio, no iban sus pensamientos montados en el burro, solo iba lo que quedaba de él. Ahora él no era más que pedazos de carne y huesos.
Análisis del cuento teniendo como base el libro “MANUAL DE CRITICA LITERARIA” de Gustavo Alvares Gardiazabal:
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