Carta a un amigo en una tarde de agosto

Carta a un amigo en una tarde de agosto

 Que siga escribiendo una carta (no importa que el medio ahora para escribir principalmente sea una computadora) en pleno agosto de 2018 es una completa locura. Me sentiría mal, pero he aceptado lo que soy: que soy un loco si se supone que la locura es una caracterización no rutinaria de lo que la gente hace o piensa. Un día de estos me pondré un zapato de un color y el otro de uno diferente. Saldré a la calle, se burlarán de mí, a otros sorprenderé, pero me sentiré como quien ha cometido una hazaña. En otras palabras… ¡una menuda locura!

 Sé que nunca voy al punto exacto cuando quiero decir algo; pero es que se me hace más fácil adornar las cosas porque así es mi naturaleza. Detallista hasta en lo que no debo. Ja, ja, ja.

 Te quiero contar que mi escritora favorita es Gioconda Belli. Muchos la critican porque es muy erótica en sus escritos; yo la admiro porque ha roto ese esquema de la mujer recatada donde el tema del sexo está censurado, (increíble, ¿verdad? En pleno siglo veintiuno) donde la mujer debe ser la sumisa ama de casa, la religiosa, y ya está. Ni voz ni voto… ¡menuda tontería!

 Hay un libro que se llama “El país de las mujeres”. He de admitir que antes de leer algo de ella (de Gioconda) tenía el prejuicio que ella era un vulgar. ¡Qué error más grande es etiquetar a la gente! Las etiquetas se deberían de dejar para los precios de las cosas. Y nosotros no somos ningún objeto.

 Vale, pues en resumen este libro cuenta la historia de una mujer que había ganado la presidencia en un país ficticio llamado Faguas y que le habían disparado por pura envidia; porque era mujer… lo que más me llamó la atención a mí fue que en la historia se presenta la propuesta de gobierno. Y en la parte de la educación quedé enamorado.

 Gioconda Belli, en su plan, proponía que a los niños se les enseñara a leer, a escribir, a sumar y a restar (los tres primeros años del colegio) y que luego, cada quien escogiera las clases según sus habilidades.

 Este es mi primer año que imparto Lengua y Literatura. Me he estrenado con ustedes, no sólo de colegio, sino de materia pues anteriormente impartía inglés, principalmente a la primaria, y tú sabes que a los niños todo los emociona, porque están en una etapa de descubrimiento de identidad, de motivación, de que quieren hacer todo sin importar si aquello les servirá en un futuro o no.

 Han sido dos semanas donde no he podido dormir bien en lo que respecta a mi clase y el rendimiento de algunos de ustedes. Me he preocupado como no tienes idea.

 Ayer me quedé en casa, además de cuidar a mi madre, tomé tiempo para pensar en que era lo que estaba fallando para que de pronto mi clase, como mencionaste, se tornara aburrida, incómoda… no tuve una respuesta hasta ahora que venía en el bus de regreso a casa.

 No pienso estar toda la vida impartiendo clases mientras el sistema educativo sea así. Tú no has fallado; has sido sincero con lo te gusta y lo que quieres… sueño el día en que el sistema cambie y que cada quien se dedique a lo que le importa. El sistema es el responsable: tenemos un sistema escolar antiguo, caducado, vencido.

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