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Cuento


Enviado por   •  26 de Julio de 2015  •  Trabajo  •  562 Palabras (3 Páginas)  •  109 Visitas

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Suicidio involuntario


Aún no lograba entender lo que me había querido decir Mauricio esa tarde, lo que me sorprendía bastante, ya que solía comprender ese tipo de cosas, aunque más me sorprendía que estuviera pensando en algo como eso, ya hace mucho tiempo me había dejado de importar todo lo que me decían. Sólo son unas cuantas palabras sin relevancia -me dije a mí mismo mientras subía las escaleras del pórtico de mi casa.

Cruzo la puerta sin mirar a nadie, subo por las escaleras y me limito a dirigirme hacía mi alcoba queriendo dormir para el inevitable día de mañana. Y así es como otro día llega a su fin, igual al de ayer, igual al de antier, con la única diferencia de que cada vez me sentía más cansado. Al entrar, cierro la puerta y me recuesto sobre mi cama. Intento dormirme pero hay algo que no me deja hacerlo. Emana una gota salada de mi lagrimal y siento como esa sensación de desasosiego me embarga junto con la frustración de que todo fuese igual, la impotencia de no poder vivir lo que deseaba, mi vida se había convertido lentamente en una cinta que se rebobinaba una y otra vez. Estando allí, me di cuenta que la monotonía que tanto había odiado se había aliado con la desesperación que ella misma me había creado. En ese momento, sentía como esas dos cadenas me sumergían en un mar de angustia sin fondo y sin superficie. En él, todos mis miedos y frustraciones, el lugar que temía que fuese real.

Exesperado, busqué el control bajo mi almohada y encendí el equipo de sonido con la esperanza de que la música me tranquilizara, pero fue inútil, era insoportable, el peso conjunto de estas dos ataduras era demasiado para ser soportado por un sólo cuerpo. No se puede luchar contra algo así, sólo huir -pensé.

Los tambores de la canción comenzaron a sonar y algo dentro de mí comenzaba a pedir expulsión a gritos. De un momento a otro, todo había acabado... La canción terminó y empezaba a sentir descansado. Parecía que todo había terminado hasta que comencé a elevarme y vi mi cuerpo tirado en la cama. No me había librado de todo esto, simplemente, mi alma había decidido abandonarme en medio de su asfixia.

Ahora era ella, ahora era etéreo. Y así como las aves migran a otros cielos huyendo de la tormenta, mi alma migró hacía otro mundo, huyendo del tomento. llevándome a lugares innarrables, permitiéndome ser libre de mi monotonía y realizar todo aquello que siempre había querido. Sin dolor ni ataduras, sin desespero o angustia. Era libre al fin, era todo y al mismo tiempo era nada. Esto era perfecto hasta que mi alma me arrastró nuevamente a mi mundo y me llevó a un cuarto fúnebre. Allí vi a mi madre junto a Mauricio, estaban llorando. Podía ver que habían otras personas flotantes en la sala que atormentaban a mi madre diciéndole que todo era su culpa. Estaba completamente desubicado, no sabía qué estaba pasando, hasta que mi ánima me acercó al baúl que estaba al frente nuestro y vi un rostro familiar dentro: yo.

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