LEYENDA DEL CONEJO EN LA LUNA
Enviado por Liz Tenorio • 19 de Marzo de 2019 • Práctica o problema • 468 Palabras (2 Páginas) • 4.092 Visitas
LEYENDA DEL CONEJO EN LA LUNA
Existe una leyenda misteriosa que nos habla del dios azteca Quetzalcóatl. Una tarde de verano, el dios azteca pensó en ir a dar un paseo. Pero su forma era de serpiente emplumada y podría espantar a todos. Por eso decidió transformarse en un humano.
[pic 1]
Caminó todo el día el dios mirando los paisajes que le brindaba la preciosa Tierra. Y tras mucho caminar, sintió mucha hambre y cansancio, pero aun así siguió caminando.
Cuando se hizo de noche miró la Luna y las hermosas estrellas a su alrededor, así que pensó que debía parar su paseo y descansar para reponer fuerzas. Le encantó mirar la Tierra y los paisajes por eso quería admirarlos con tranquilidad.
Tomó asiento en aquel mismo instante sobre una piedra gruesa del camino, y al poco tiempo se le aproximó un conejito que parecía observarle con mucha atención mientras movía los finos bigotes.
[pic 2]
- ¿Qué comes?- Dijo el dios al conejo.
- Como una deliciosa zanahoria que encontré por el camino. ¿Deseas que la comparta contigo?
- No gracias, no puedo quitarle su comida a alguien más. Tal vez mi verdadero destino sea pasar hambre y desfallecer como consecuencia de ello y también de mi enorme sed.
- ¿Y por qué habría de pasar algo tan terrible si yo puedo ayudarte? – Contestó el conejo.
- Eres muy amable, conejito. Sigue tu camino y no te preocupes por mí. – Comento hambriento y agotado el dios Quetzalcóatl.
- Solo soy un pequeño e insignificante conejo. No dudes en tomarme como tu alimento cuando creas que no puedes más. En la Tierra, todos debemos encontrar la manera de sobrevivir.
Quetzalcóatl se quedó sorprendido ante aquellas palabras del conejo y lo acarició con mucho cariño y emoción.
Después lo tomo entre sus manos y lo alzó hacia el cielo, en dirección al brillo que despedían las estrellas en la noche.
Tal alto lo subió con sus propias manos, que su silueta quedó grabada en la gran Luna casi anaranjada.
[pic 3]
Mientras Quetzalcóatl volvía a descender sus brazos con el conejo entre las manos, observaba el magnífico grabado que había quedado en el cielo.
La imagen del conejito quedaría para siempre en el firmamento, para que fuese recordada siglos y siglos por todos los hombres que habitaran la Tierra como premio por su bondad.[pic 4]
Después Quetzalcóatl se despidió del conejo, y agradeciéndole nuevamente su amabilidad, continuó su camino. El pequeño conejito no podía creer lo que había visto. Aquel hombre tenía aspecto de humano, pero se comportaba con una grandeza fuera de lo normal.
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