Monografía Argentina.
Enviado por Leyla Ferdman • 1 de Marzo de 2017 • Monografía • 2.867 Palabras (12 Páginas) • 508 Visitas
Borges y el fantástico rioplatense
Introducción
En el presente trabajo se desarrollarán algunos de los conceptos de la literatura fantástica rioplatense, en relación con dos cuentos de Jorge Luis Borges: “Las ruinas circulares” y “La biblioteca de Babel”, ambos relatos presentes en El jardín de los senderos que se bifurcan (1941) y luego en Ficciones (1944). Al mismo tiempo, se intentará ver cómo aparece “el otro” en la prosa fantástica de Borges; y, específicamente, su aparición o existencia como amenaza.
Antes de comenzar con el análisis, y para entender mejor el cómo y el porqué de su escritura, situaremos al autor dentro de su contexto socio-cultural.
Siendo joven, Borges participa del movimiento ultraísta español y, al regresar a nuestro país, en 1921, presenta un artículo en la revista Nosotros donde sintetizaba los lineamientos característicos del movimiento. Más adelante, en 1925, conoce a Victoria Ocampo, quien en 1931 fundará la revista Sur; Borges será un gran colaborador de la revista junto con escritores como José Bianco, Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, entre otros. Junto con estos dos últimos, el escritor realiza una recopilación de relatos fantásticos en 1940 denominada Antología de la literatura fantástica, al comienzo de la cual enumeran leyes posibles para el cuento fantástico.
Por otra parte, en el período que va desde 1935 hasta 1950 consigue constituirse en modelo local; la única novedad para la literatura argentina cuyos modelos, casi invariablemente, habían sido extranjeros. De todos modos, paradójicamente este modelo es más europeo que los europeos mismos en el terreno de las referencias culturales y quizás en el terreno de la concepción de la literatura (Jitrik: 1971). Borges se constituye en modelo a partir de la postulación de un enfrentamiento drástico entre las corrientes del realismo y del nominalismo, a partir de la siguiente concepción del hombre: su ineptitud para explorar la realidad con auxilio del lenguaje y, no obstante, el rol protagónico que tiene la palabra en su existencia (Rest: 1981).Por lo tanto, en su literatura veremos esa perfidia del lenguaje, que convierte en ficción cuanta realidad es asimilada en el área de su influjo; y, también desde allí, su distinta apreciación de lo fantástico, la cual desarrollaremos más adelante.
Desarrollo
Para ver cómo lo fantástico es encarado por Borges debemos hacer mención al realismo o, mejor dicho, a cómo el fantástico se convierte, para nuestro escritor, en el modo de superar el problema del Realismo.
Para sus contemporáneos, Borges fue un desvío respecto de lo que ellos podían considerar un “ejercicio serio” de la literatura. Sus ensayos de la década de 1930 y, luego, sus cuentos fantásticos, trabajarían con hipótesis filosóficas, conjeturas metafísicas, argumentos teológicos, problemas filológicos, etc. Un nuevo terreno para el relato parece definirse a partir de la posibilidad de explotar la potencialidad narrativa agazapada en esas construcciones del pensamiento especulativo (Stratta: 2013).
Borges contrapondrá al nominalismo filosófico y al realismo, y lo hará expresamente en dos artículos suyos que se dieron a conocer en el diario La Nación de Buenos Aires en 1949 y 1951, y que luego ingresaron a Otras Inquisiciones. El nominalismo es una corriente crítica del platonismo que comienza con Aristóteles y expresa que solo conocemos el mundo por el lenguaje, pero que como este es arbitrario, tanto la realidad como la ficción son un problema, no meros datos. Borges tomará ese problema y lo plasmará en su poética, en sus elecciones narrativas, en sus personajes: todas las búsquedas borgeanas nos hablarán de la arbitrariedad de los signos.
Su cuestionamiento principal es el siguiente: ya que la filosofía es lenguaje y su único objeto lícito es la reflexión sobre el lenguaje mismo, casi toda la especulación desarrollada en el curso de los siglos, en la medida en que se encamina a plantear consideraciones de otra índole, solo es una manifestación particular de la literatura de ficción, despojada de todo propósito cognoscitivo valedero (Rest: 1981). El autor cuestiona radicalmente los esfuerzos encaminados a obtener una penetración lingüística de la realidad; es decir, la palabra no puede proporcionar al hombre una satisfactoria interpretación de la realidad, ya que el signo lingüístico es arbitrario y eso hace imposible que el lenguaje pueda trasladar fielmente la realidad a un plano conceptual. De allí las tensiones que llevaron a Borges a explicitar las falencias que tiene el uso del lenguaje como mediador de nuestra captación del mundo. En conclusión, no es posible enunciar la realidad de forma “realista” debido a que, en cuanto lo hacemos, se convierte en ficción.
Configuración de las leyes del cuento fantástico
Una vez explicadas someramente las tensiones contra el realismo, pasaremos al cuento fantástico. Gracias a ese nominalismo, el escritor desarrollará un género fantástico distinto hasta el momento.
En una conferencia sobre lo fantástico, el autor concluyó con esta pregunta irónicamente angustiada: “¿A qué tipo de literatura pertenecemos, yo que les hablo, ustedes que me escuchan, novela realista o cuento fantástico?” (Genette: 1981). Borges se manifiesta como un escritor vanguardista al constituirse en el más sólido renovador de las letras rioplatenses a las que aporta una vigorosa y distinta apreciación de lo fantástico, a partir de una dimensión metafísica y unas estrategias de la construcción del relato no menos insólitas (Medrano Arce: 2013).
En el año 1940, como mencionamos en la introducción, junto con Bioy Casares y Silvina Ocampo editó la Antología de la literatura fantástica. En su prólogo manifiestan lo siguiente: “Pedimos leyes para el cuento fantástico; pero ya veremos que no hay un tipo, sino mucho, de cuentos fantásticos. (…) El escritor deberá, pues, considerar su trabajo como un problema que puede resolverse, en parte, por las leyes generales y preestablecidas, y, en parte, por leyes especiales que él debe descubrir y acatar”. Por otra parte, realizan observaciones generales en cuanto a: la creación de un ambiente o atmósfera propicios y de la sorpresa (debe estar preparada para tener eficacia). En cuanto a los argumentos fantásticos, enumeran: argumentos en que aparecen fantasmas; viajes por el tiempo; argumentos con acción que sigue en el infierno; con personaje soñado; con metamorfosis; acciones paralelas que obran por analogía; tema de la inmortalidad; fantasías metafísicas (donde lo fantástica está, más que en los hechos, en el razonamiento); y por último, vampiros y castillos. Asimismo, clasifican los cuentos fantásticos según la explicación, a saber: a) los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural; b) los que tienen explicación fantástica, pero no sobrenatural; c) los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural (Borges, Bioy Casares, Ocampo: 1940).
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