Alejo Carpentier: Los Pasos Perdidos
Enviado por boumaye • 3 de Abril de 2013 • 1.428 Palabras (6 Páginas) • 1.744 Visitas
Desde perspectivas muy diversas, las llamadas "novelas de la tierra" están marcadas por el problema de la modernidad en América Latina. Claramente, en La vorágine y Doña Bárbara, el conflicto entre civilización y barbarie es uno de los motivos que articula el carácter de los personajes y del espacio. Este conflicto implica una oposición no solamente entre dos formas diversas de ver el mundo sino entre dos temporalidades. En la novela de Gallegos, la victoria de Santos Luzardo sobre doña Bárbara representa la esperanza de una idea de modernización en los llanos que conjure así la irrupción de una fuerza asociada a la magia y las tinieblas que había desarticulado los principios de la familia y la propiedad. Por su parte, en La vorágine, la extracción del caucho, obra del mundo moderno y capitalista, crea un espacio y una temporalidad alternativos y contrarios a la modernidad que la produce. En ambas novelas, los protagonistas realizan un viaje e el espacio y en el tiempo y pretenden finalmente convertirse en redentores.
En Los pasos perdidos, Carpentier recoge el tropo de este viaje y lo reinterpreta siguiendo al menos dos claves notorias: por un lado, el diálogo creativo con la vanguardia; por otro, una vindicación de aquella temporalidad alternativa que en las novelas de la tierra suele aparecer como encarnación de la barbarie. Otro desplazamiento importante es el hecho de que no hay en el protagonista deseo alguno de convertirse en redentor. El viaje del protagonista tiene en cambio la forma de una terapia personal, a través de la cual recupera el sentido perdido de su existencia.
Así, Los pasos perdidos recrea la idea, ya desarrollada en la novela hispanoamericana, del viaje en el tiempo, pero a su vez la plasma en una nueva estética e invierte los ejes axiológicos. Esto le permite transformar la dicotomía civilización y barbarie en una de civilización y primitivismo. Ahora bien, como va a quedar claro, en Los pasos perdidos "primitivismo" significará finalmente una relación especial con la cultura, relación que es enriquecedora y regeneradora.
De esta manera, el motivo del viaje, ya desarrollado en las "novelas de la tierra" posee una entonación especial. Se trata de un viaje terapéutico, regenerador, que devuelve al sujeto la experiencia del sentido. Debido al carácter particular de su experiencia, el anónimo narrador-protagonista no pretende, como Santos Luzardo, representar un modelo ideal. Sin embargo, lo definidamente particular de este protagonista se opone al carácter general e indefinido de los espacios por los que transita. El narrador ha sido devorado por la mediocridad y el aburrimiento en una ciudad que es emblema de la modernidad y que posee todas las características de New York. Emprende luego un viaje a un país latinoamericano que es una acumulación de referencias a distintas regiones de América Latina.
Lo regional de la "novela de la tierra" es entonces sustituido por un modelo de país latinoamericano. Se insiste así en una identidad que fija como su centro no la nacionalidad sino la historia. El valor de la historia debe entenderse aquí tanto en cuanto a pasado como en cuanto a una peculiar relación del sujeto con un presente discontinuo. De tal manera, por un lado este país innominado cifra los rasgos del pasado latinoamericano y a su vez cifra la coexistencia de distintas temporalidades. En consecuencia, aquella modernidad problemática que caracteriza a los países latinoamericanos deja de ser un defecto y se convierte en una fuente de riqueza. La discontinuidad histórica de la periferia aparece entonces como un valor alternativo.
Esta búsqueda de alternativas a los centros axiológicos y estéticos está fuertemente relacionada con la vanguardia. Claramente, el surrealismo es un intento por desplazar la experiencia estética hacia aspectos de la conciencia abandonados por el racionalismo del Viejo Mundo. Lo "primitivo" es entonces revalorado, porque permite retornar a una forma del uso del lenguaje que había sido reprimida por la racionalidad instrumental. Ahora bien, la vanguardia, incluso en su vindicación de lo primitivo, no puede dejar de ser una experiencia moderna. Esta misma sensibilidad que, por un lado, pone en cuestión las limitaciones de la modernidad y que por otro no puede dejar de volver a ella, porque solo en ella puede cumplirse la revolución estética y ética
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