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Ante la tumba de un maestro (Fidencio Escamilla Cervantes)


Enviado por   •  2 de Marzo de 2014  •  Informe  •  555 Palabras (3 Páginas)  •  508 Visitas

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ANTE LA TUMBA DE UN MAESTRO

(Fidencio Escamilla Cervantes)

Maestro, escucha un momento mis palabras,

Haz a un lado el gis que te agiganta,

Cierra el libro con el cual nos hablas

Y escucha, maestro:

Estas manos, que antes eran vanas,

No sabían de escuelas, no sabían de aulas,

Ignoraban todo, eran sólo humanas

Que a puros reflejos se desarrollaban.

Contar a retazos, sumando los dedos.

¡Ah mis pobres manos tanto que sufrieron

antes de tu estancia, querido maestro!

Cuando ni una escuela había en el pueblo.

Y llegaste tú, a enseñar sediento

De ciencia, nosotros vivíamos hambrientos,

Nos diste tu mente, tus conocimientos,

Y luchamos juntos, aun mismo tiempo.

Y la noche oscura que antes era eterna,

Se volvió mañana, risa, primavera;

Hiciste el milagro, prendiste la hoguera

Que ilumina al hombre en su ardua tarea.

¿Cómo agradecerte querido maestro

todos estos años tus miles de esfuerzos?

Tu vasta ternura, tus días de desvelo,

Tu noble paciencia, tus sabios consejos.

Me faltan palabras, me sobra el aliento

Para dedicarte un bello recuerdo

Que vaya en mi pecho y en mi pensamiento,

Que me guíe en la vida en todo momento.

Ahora estás aquí frente a mí, en silencio,

Tal vez meditando que cambian los tiempos

Que avanza la ciencia, también sus secretos,

Que nosotros mismos estamos creciendo.

Pero estás aquí, sólo aquí y no dices nada;

Tu voz que en el mundo es oda sagrada,

Ha quedado escueta, tranquila, callada,

sin pedir aplausos, ni gloria, ni fama.

Sólo un epitafio recuerda tu nombre,

Una tumba sola y una cruz más pobre,

Un recuerdo magro de aquellos menores

Que bajo tus manos hoy se hicieron hombres.

Que tristeza maestro me aprisiona el alma

De ver esta tumba rodeada de calma,

Pero sola, sin voces de niños que a gritos te llaman;

Los pueblos sin alma ya no te reclaman.

Que ingrato es el pago de la especie humana,

De todos los pueblo y en todas las razas;

Hoy te vitorean si les haces falta,

Mañana, si mueres, ya nadie te extraña.

¿Dónde están los padres de los hijos? ¡Los que guiaste!

Los que bebieron agua de tu ciencia hasta saciarse,

A aquellos que de la ignorancia los sacaste;

No han podido o no han querido recordarte.

Legaste tu vida, sin premios, ni honores,

Quedaste hecho nada, ignorado y pobre,

Cubierto de tierra, que tu cuerpo absorbe.

Sólo una flor marchita es la ofrenda

Y una

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