Antologia
Enviado por rukiamairani • 25 de Marzo de 2014 • 7.681 Palabras (31 Páginas) • 226 Visitas
ESCUELA SECUNDARIA TECNICA 36
Cuentos de suspenso y misterio
Hecho por alumnos del 3.-F
Echo en México DF, el 12 de Enero del 2014
Colaboradores de la obra:
Esta antología contiene cuentos de misterio y suspenso los cuales te aran obtener diferentes expresiones
Prologo
La obra que se presentara a continuación esta hecha como un proyecto de alumnos del 3-.f especialmente par a ti, estos cuentos te tendrán en un suspenso del que no podras escapar.
Te sentiras perseguido y asustad y sentiras que tu cuerpo se congela, confundiras la intriga con el suspenso mientras te sumerges en los siguientes cuentos.
Comentarios
`”los cuentos son muy interesantes”
“En general cualquier cuento o novela tiene su propia trama sin embargo es/son de los pocos que me ponen a reflexionar por el misterio y suspenso que me dan, muy bueno/s”
El criminal y el detective
Manuel Fernández
Él lo persiguió durante semanas y semanas. Lo perseguía con el fin de matarlo. Era el asesino más cruel de toda esa ciudad, la sola idea de que había matado a una niña empujándola de un acantilado le daba escalofríos. Sabía todo de él. Había estudiado archivos suyos hasta el hartazgo. Se privaba de comer, de beber y hasta de dormir. Lo único que hacía es buscar y buscar algún indicio que le revele su guarida.Un día como cualquier otro, descubrió su escondite. Su primera reacción fue de sorpresa, todos los indicios apuntaban a que estaba en esa misma habitación, en ese mismo lugar.
Desesperado comenzó a golpear paredes, a patear el piso. Pero no lo encontraba por ningún lado. De repente, una idea se le cruzó por la cabeza – y si… ¿el criminal fuera ÉL? Todo coincidía el lugar, su descripción, ¡hasta su nombre!, ¡como podría haber sido tan tonto! ¡Él era el criminal! Comenzó a golpearse la cabeza fuertemente contra las paredes, debía hacerlo, debía matarse. Por el bien de la sociedad. En eso estaba cuando una alarma sonó y de repente vio todo negro…
-Murió de una rotura en el cráneo causado por los reiterados golpes contra la pared, - declaró la enfermera. – llevaba aquí dos años. Era un detective jubilado, llevaba una vida normal hasta que la trágica muerte de su hija lo arrojó hacía la locura, siempre se sintió culpable de su muerte. La niña se cayó de un acantilado a los 9 años en una excursión familiar, el no la pudo detener. Desde ese día lo único que hacía era leer un papel con su autobiografía escrita. Los oficiales no observaron los primeros golpes ya que estaban en un breve descanso, llegaron a advertir los segundos, pero era tarde.Bueno sentimos mucho lo ocurrido hoy, ¡adiós!- fueron las palabras de la enfermera mientras retiraba el cadáver del manicomio.
El hombre sin Rostro
Era la voz más popular de la radio aunque ya nadie recordaba su rostro. Perdido entre sus múltiples personajes; el seductor Maurice, el recio jefe de la policía o hasta Claire, la solterona que vivía sola con su perro; ya ni el mismo se reconocía y cuando se miraba al espejo y veía sólo una imagen difusa, lo atribuía a la falta de lentes...Así cuando en la noche se despojaba de la piel de sus personajes, se sentía vacío y casi desnudo. Y cuando al salir de la radio recorría las diez calles que lo separaban de su casa, con la mirada perdida y los hombros hundidos, nadie hubiera pensado que era el famoso personaje de las radionovelas..Ni siquiera la casera de su edificio, que no se perdía una sola de sus audiciones, habría pensado que ese insignificante hombrecito, era el personaje que le ponía un poco de fantasía a su vida..Así cuando cada noche él llegaba a su casa, cansado y afónico, ni siquiera su mujer lo miraba y le dejaba su cena en el horno..Ya casi al amanecer se iba a la cama, donde pasaba unas pocas horas de sueños pesados y sudorosos...Fue por eso, que el día que la vio por primera vez en aquel café, el corazón le dio un vuelco y por primera vez en mucho tiempo se sintió vivo… Durante varias noches la vio allí, sentada sola delante de una taza de café...Y empezó a soñar que se le acercaba, que la tomaba entre sus brazos, que la sentía estremecerse de amor y deseo... Hasta que una noche, reuniendo todas lasfuerzas que aún le quedaban, entró en el restaurant y se enfrentó a ella, regalándolecon la mejor sonrisa que todavía le quedaba en su repertorio...Ella le devolvió con una más hermosa sonrisa y en el silencio se fueron entendiendo…Finalmente ella lo tomó del brazo y salieron juntos Caminaron durante un rato a través de calles silenciosas y vacías...El extasiado por el aroma de su perfume y el calor de su cuerpo, se dejaba llevar sintiendo que pisaba el cielo..Ella silenciosa, apretaba cada vez más el paso, hasta que se detuvo debajo de un enclenque farolito y lo miró fijamente a los ojos..De pronto a él le parecieron algo familiares sus rasgos ..Ella rio y el brillo de una daga resplandeció en la oscuridad al tiempo que se hundía en el pecho del hombrecito, que alcanzó a escuchar antes de caer .-.Por mi hermana desgraciado !-..Al día siguiente, cuando encontraron el cuerpo ensangrentado en medio de la calle; a nadie se le ocurrió relacionar aquel crimen con la desaparición del famoso personaje de la radio..Algunos atribuyeron su ausencia a una larga gira por Sudamérica..Otros pensaron que lo habían llamado de Hollywood y muchos creyeron que simplemente había desaparecido...
El piso de cristal
Wharton subió los amplios escalones con lentitud, sombrero en mano, estirando el cuello para poder abarcar mejor la monstruosidad victoriana en la que había muerto su hermana. No se trata de una casa, en lo absoluto, reflexionó, sino de un mausoleo; un enorme y gigantesco mausoleo. Parecía crecer en la cima de la colina como un hongo venenoso, corrupto y sobredimensionado, repleto de gabletes y cúpulas festoneadas con ventanas vacías. Una veleta de latón se inclinaba a unos ochenta grados por sobre un tembloroso tejado cubierto de ripio, con la empañada efigie de un chiquillo que lo vigilaba apantallándose los ojos con una mano. Wharton se alegró de no alcanzar a distinguirlos.
Entonces llegó al porche y todo el conjunto de la casa desapareció de su vista. Tocó la anticuada campanilla, escuchándola repetirse huecamente entre los oscuros recovecos internos de la casa. Había una ventanilla matizada de rosa sobre la puerta, y Wharton apenas pudo reconocer el año 1770 biselado en el vidrio. Una tumba estaría bien, pensó.
La puerta se entreabrió de repente.
—¿Sí, señor? —El ama de llaves lo miró con fijeza. Era vieja, horrorosamente
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