Análisis literario: Encancaranublado
NelmarieEnsayo29 de Septiembre de 2015
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Análisis literario: Encancaranublado
Por: Ana Lydia Vega
Ana Lydia Vega, nació en Santurce, un barrio de San Juan, la capital, el 6 de diciembre de 1946. Desde los siete años de edad escribía poemas inspirados en los sentimientos filiales hacia sus padres. Cursó estudios en la Academia del Sagrado Corazón durante doce años. En su época de adolescencia también se sintió atraída por la prosa, los cuentos y las novelas. Sus primeras manifestaciones literarias, entre las que tiene varias novelas de misterio y amor, fueron escritas en inglés.
En sus escritos emplea tonos irónicos y contundentes recursos para exponer su punto de vista crítico hacia una cultura puertorriqueña marcada por la ausencia de poder político. Las temáticas referentes al problema de la defensa de la nacionalidad puertorriqueña son recurrentes en su obra. Dentro de una literatura de carácter realista como es la de Ana Lydia, la violencia es un elemento constitutivo. Su humor alcanza un matiz un tanto hostil como medio de ridiculizar al enemigo.[1] Emplea preferentemente la parodia como medio humorístico, sobre todo combinada con el juego de palabras, para así evidenciar la torpeza de la conducta humana. También utiliza el humor para decir indirectamente lo que no está permitido decir a viva voz. En la mayoría de sus escritos es posible encontrar elementos comunes como: el empleo del espanglish, la oralidad, el lenguaje proletario, la jerga, perspectiva feminista, la búsqueda de una conciencia antillana, la sátira, el humor, la parodia soez, el problema de la conciencia sobre la identidad, trabajados siempre con un muy particular estilo humorístico que ha hecho ya característica la escritura de Ana Lydia Vega.[2].
El volumen de cuentos Encancaranublado y otros cuentos de naufragio de la escritora puertorriqueña Ana Lydia Vega, fue premiado en 1982 por la Casa de las Américas, en Cuba.[3] Trece cuentos conforman esta colección, divididos en tres secciones cuyos nombres hacen referencia a diversos estados del tiempo. La primera parte intitulada “Nubosidad variable” contiene seis cuentos, y seis también la segunda que lleva por nombre “Probabilidad de lluvia”. La tercera parte, “Ñapa de vientos y tronadas” aumentada en la segunda edición, consta solamente de uno.
"La escritora nos ofrece una perspectiva personal sobre las migraciones económicas que se desplazan de Latinoamérica a estados Unidos. La autora construye su cuento sobre dos niveles: el real y el alegórico. Ambos planos ilustran la manera en que los ricos prostituyen a los pobres y en la que, en ocasiones, los pobres se prostituyen en términos metafóricos, para alcanzar el 'Pursuit of happiness'."[4]
Los cuentos de Ana Lydia Vega satirizan el racismo, clasismo, consumismo y la explotación; a los exiliados cubanos, a los independentistas, a las feministas, a los marxistas, a los políticos y el problema colonial. Se inician con un epígrafe que de una manera u otra anuncia su temática y mediante el cual se evidencia tanto la formación académico-cultural de la autora, como su formación afro-caribeña e internacional.[5] La obra literaria de Vega es multilingüítica y su narrativa es reflejo de todo el plurilingüismo existente en las Antillas caribeñas: español, francés e inglés; también nos presenta el lenguaje puertorriqueño y la cultura popular. Su uso de la heteroglosia lingüística es una manera de la autora presentar toda la lucha de clase existente, ya que se trata de presentar un discurso polifónico, cargado con juegos de palabras populares, que incluye desde trabalenguas, modismos, palabras en español, francés e inglés.
En este trabajo se presentará un análisis sobre el cuento Encancaranublado. El objetivo es mostrar, mediante un análisis textual, de qué manera se aborda el problema del lenguaje y se convierte en instrumento de reflexión y crítica contra el poder que se ejerce desde diversos niveles. Encancaranublado cuenta la historia de tres antillanos: un haitiano, un dominicano y un cubano que tratan de cruzar el mar rumbo a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida. Coinciden y se conocen durante la travesía a bordo de la frágil embarcación del haitiano. Según L. López (n.f.) "el bote que naufraga en las aguas del Caribe, con tres exiliados, en busca de una mejor vida, es una suerte de parodia amarga del sueño de la confederación antillana."[6]
Los personajes de este cuento son estereotipos nacionales sin mayor elaboración, situados en el contexto de una alegoría política: el haitiano Atenor, el dueño de la embarcación, es pobre y se encuentra aislado por su desconocimiento del español; el dominicano Diógenes, por su parte habla español y desprecia a los haitianos; el cubano Carmelo es avispado, jactancioso y agresivo. Según A. González, (n.f.)
"…estos personajes son activados por una fuerza a ellos mismos; en este caso, esa "fuerza superior" es la voluntad de la propia autora, cuya voz narrativa llena de giros poéticos, coloquiales y de expresiones intercaladas en inglés y francés mueve la trama inexorablemente hacia su conclusión predeterminada."
La temática de lo caribeño prevalece en esta narrativa, pues la autora posee una aguda conciencia del problema de la emigración forzada de puertorriqueños, dominicanos, haitianos y cubanos a Estados Unidos o a Puerto Rico por el problema del desempleo y la situación económica imperante en sus naciones (M. Ramos, 1999). Vega ofrece en su cuento Encancaranublado una reflexión sostenida sobre la identidad antillana tanto a nivel colectivo como individual. Los relatos de este cuento, se ocupan de sucesos y personajes de toda la región caribeña (haitianos, dominicanos, cubanos y puertorriqueños). En este caso, los tres personajes principales son emigrantes ilegales y náufragos de Haití, República Dominicana y Cuba; estos tratando de llegar a Estados Unidos, acaban reunidos en el mismo botecito en alta mar. Allí, en vez de unir sus esfuerzos, reproducen los conflictos y prejuicios que dividen sus respectivos países, haciendo zozobrar la embarcación. Por casualidad, los rescata un barco de la marina de guerra norteamericana, en la cual los náufragos descubren que todo el trabajo difícil bajo cubierta lo hacen los puertorriqueños, y que a ellos les espera el mismo destino.
"Sumado al problema racial, el idioma inglés nos presenta la prepotencia del americano, dueño del barco, ahora sí un barco verdadero, como cultura y sociedad dominantes que los rescata, pero al mismo tiempo los confina a las tareas de servidumbre y marginación que seguramente les esperan en el futuro."
(Claudia Marcias Rodríguez & Song Jae- Woo, n.f.)
El narrador está configurado como una instancia omnisciente y desde su perspectiva fluye el relato.[7] Al inicio, el narrador aparece solidario con los antillanos. Habla por ellos utilizando un lenguaje lleno de regionalismos propios del Caribe y frases populares. Su tono es muy ameno, ya que combina la gracia y espontaneidad del lenguaje oral con un sinnúmero de figuras poéticas. Sin embargo, cuando el lector comienza a desconfiar de su altruismo, el texto prácticamente ha concluido. Al aparecer el capitán americano, el narrador lo presenta con una descripción muy favorable, y luego de dejar paso libre a la voz del capitán en inglés, el narrador agrega: “Palabras que los incultos héroes no entendieron tan bien como nuestros bilingües lectores.” El narrador parece sumarse al grupo culto de los lectores.
En la parte final del cuento, los antillanos pierden su nombre. El narrador sólo los nombra con su gentilicio. A partir de “los incultos héroes”, dice: “los antillanos fueron cargados sin ternura”, “el dominicano y el cubano tuvieron...”, “el haitiano celebró...”. A ellos se suma un antillano más: “el puertorriqueño gruñó en la penumbra" Nuevamente una alusión a la última frase del cuento que se suma al problema racial: el puertorriqueño “sacó un brazo negro por entre las cajas para pasarles la ropa seca.” En este último momento, el tono del narrador cambia. Prácticamente abandona el lenguaje lleno de colorido que había venido utilizando y asume uno más neutral y hasta con ciertos cultismos: “la cala del barco”, “baúles mohosos”, “post naufragio”, “comisuras”, etcétera. Es un narrador que muestra de manera muy clara el conflicto de dos razas: blancos vs negros. No obstante, el problema racial no parece ser el más importante. Tras lo racial subyace el problema cultural, representado también por el conflicto lingüístico. Gracias al lenguaje del narrador, se puede apreciar la riqueza del español en sus variantes dialectales del Caribe; simultáneamente, conocemos el conflicto vivo entre las tres lenguas involucradas en este relato.[8]
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