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Aprendizaje

pairon6 de Julio de 2014

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Una experiencia de autoevaluación de la competencia profesional docente

Magister Jorge Horacio Fraga Errecart

Lic. Ciencias de la Comunicación: Facultad de Ciencias Sociales / Universidad de Buenos Aires

Master of Arts: College of Arts and Sciences / American University

jfraga@alum.american.edu

• Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Master of Arts por el College of Arts and Sciences y CMI Graduate de la School of Public Affairs de American University de Washington DC, EEUU.

• Ha sido profesor titular en la Universidad de Palermo, en American University (EEUU), del SAIS de John Hopkins University (EEUU), en la Universidad Nacional de Mar del Plata, en la Universidad FASTA (Director de la Escuela de Comunicación) y en la Universidad Atlántida Argentina (donde actualmente es titular de la materia Políticas de Impulsión de la Facultad de Ciencias Económicas).

• Consultor y disertante internacional, ha participado como orador en más de 50 actividades de postgrado y profesionales en los EEUU, Suecia, Perú, Honduras, Nicaragua, El Salvador y la República Argentina.

Resumen:

A partir de un cuestionamiento administrativo a su condición de docente, el autor avanza sobre un análisis de la realidad del lugar profesional del docente.

Existiendo una duda razonable sobre la calidad de las competencias profesionales de un graduado universitario sin titulación docente para ejercer eficientemente la docencia, se embarca en una investigación de opinión sobre los alumnos de tres carreras de un instituto superior no universitario, que le permitirán hacer luego una autoevaluación de sus competencias.

Intentando reflexionar sobre algunos criterios de evaluación de sus educandos llega a algunas importantes conclusiones extensibles al conjunto de sus colegas.

Palabras claves:

Educación superior. Competencias . Currículo. Buenas prácticas docentes. Estudiantes. Opinión de estudiantes. Autoevaluación

INTRODUCCIÓN

ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA

Es en el dominio de la acción donde tiene lugar realmente la enseñanza en el aula.

Los docentes actúan y su conducta produce efectos observables en los alumnos (Clark y Peterson: 1997) por ello es necesario y se observa un creciente interés en la evaluación de la competencia de los profesores, a nivel internacional, motivado por la garantía de calidad y de un mayor reconocimiento a la práctica profesional de la enseñanza (Veerloop:1999)

Esta necesidad ya se registra desde la década de 1960 cuando desde la British Columbia University, se introduce el término “competencia” como parte de la evaluación objetiva de los aprendizajes.

Consiste en que el planteo del diseño, desarrollo y evaluación curricular se oriente a la probabilidad de movilizar un conjunto de recursos (saber, saber hacer y saber ser), para resolver una situación - problema.

El término competencia de esta forma, es más que conocimientos y habilidades, implica comprender la situación y accionar racional y éticamente para abordarla significativamente.

Este enfoque surge como una de las respuestas al registro que surge de investigaciones sobre graduados cuyos resultados hablan de un conjunto de conocimientos con grandes probabilidades de caer rápidamente en la obsolescencia y que muchas veces no responden a los que se necesitarán para actuar profesionalmente.

Sumado a esto nos toca educar y formar a una generación que se ha criado en el concepto de que no importa en qué sector, no existen suficientes nuevos puestos de trabajo, decentemente pagados (Martin-Schumann:1998) y por ello se nos presentan una serie de problemas que toca resolver al que se encuentra al frente de un curso que se educa, pero sobre todo se forma para una salida laboral profesional no del todo asegurada.

La práctica docente pone en el centro de la escena, el currículo (planificación de la actividad pedagógica) como constructo que depende de manera significativa de la forma en que se enseña, la modalidad con la que se evalúan los aprendizajes y también del ambiente de la institución en que se lleva a cabo.

Se recorta como una forma específica de las prácticas educativas, entendidas en un sentido filosófico pragmático, donde la realidad es dinámica y cambia permanentemente y donde el sentido último de una idea depende de su aplicación (Peñaloza Ramella:2003) .

Coincidentemente las inteligencias se expresan siempre en el contexto de tareas, disciplinas y ámbitos específicos (Gardner:2001) y es una responsabilidad del sistema el propender a beneficiar este contexto.

En este marco la educación superior, se caracteriza por la enorme difusión de la capacidad de tomar decisiones que tienen los distintos actores que conviven académicamente y que determinan en última instancia el qué se enseña (Camilioni:2001) en una institución determinada.

Debido a ello las exigencias institucionales (mediatizadoras de los mandatos sociales) acotan objetivos, contenidos, métodos y procedimientos que atraviesan la acción del docente y configuran su imagen, tanto desde el punto de vista social como desde el punto de vista personal (Guyot y Giordano) .

Sin embargo todo acto de enseñanza es el resultado de una decisión que el docente toma en la soledad del aula y esta línea de razonamiento lleva lógicamente a la conclusión de que la habilidad fundamental del docente es la adopción de decisiones .

Evaluar a un docente puede significar por tanto evaluar también a toda la organización y no sólo a la capacidad de toma de decisiones de un docente, ya que currículo establecido y currículo enseñado no serán siempre coincidentes y esto tiene que ver con toda la complejidad dinámica de la organización, las expectativas y las demandas que ponen en ella los distintos actores y el docente como eslabón superior de la cadena del aprendizaje.

Por otra parte hay que tener en cuenta que en la práctica se establece una especie de diálogo entre agentes sociales, elementos técnicos, profesores que lo modelan y alumnos que reaccionan ante él (Gimeno Sacristrán: 1998) .

Esta especie de diálogo y sobre todo el que se establece entre el docente y los estudiantes, es el punto de partida de mi trabajo, dado que entiendo que el prestar atención a lo que ocurre con los alumnos, puede ser un buen comienzo para reflexionar sobre la propia práctica y el futuro profesional de ellos.

La evaluación de la calidad docente por los alumnos, tiene su origen en los años 1920 en los EEUU y se ha extendido como práctica habitual en todas sus universidades (Feldman:1977), extendiéndose hasta nuestros días internacionalmente (Angulo, Fernández y Martínez:1987) .

Stenhouse (1998) señala que la mejora de la enseñanza se logra a través de la mejora del arte del docente y no por los intentos de mejorar los resultados de aprendizaje. El currículo justamente capacita para probar ideas en la práctica y así el profesor se convierte en un investigador de su propia experiencia de enseñanza.

En este último sentido es que oriento mi trabajo, no pretendiendo mejorar resultados, sino refinar mi arte a partir de mirarme en el espejo de mis propios estudiantes, que me permitirán, con suerte, tomar mejores decisiones para poder recrear el necsario espacio de aprendizaje.

OBJETIVO DEL TRABAJO

Con este trabajo pretendo demostrar las posibilidades de autoevaluación y autoreflexión que se disparan a partir de las ejercitaciones prácticas que permiten la enseñanza de las materias; Investigación de Mercados y Publicidad en un Instituto Superior no universitario y los resultados de la reflexión de los estudiantes sobre el proceso de aprendizaje del que son a la vez sujeto y objeto.

DESARROLLO DEL TRABAJO A PARTIR DEL MARCO DE REFERENCIA Y LOS OBJETIVOS PROPUESTOS

Millones escasos, penosos retazos,

a todos nos falta un pedazo.

Dientes apretados, siempre enojados,

esclavos de los resultados

Bersuit Vergarabat

En los últimos años se observa desde lo académico y administrativo, un claro interés en la evaluación de la competencia de los docentes.

Las ópticas sobre la mejor forma de abordar esta problemática, van desde una clara posición tecnocrática que vincula a la docencia con un herramienta técnica (donde cabe medir eficiencia y eficacia en base a parámetros predeterminados para el producto educativo final ), hasta una posición vinculada a lo social que plantea la necesidad de la promoción humana (donde los resultados responden a situaciones y características particulares y mutables) .

Los debates previos y la sanción e implementación tanto de la Ley Federal de Educación Nº 26.206, como la Ley Provincial de Educación Nº 13.688 profundizan concepciones en el ámbito de la Educación Superior no universitaria, acerca de la evaluación, que se reflejan en estos ejes:

§ La evaluación como proceso continuo y complejo, que parte del proceso de enseñanza y aprendizaje, cuyo resultado (la educación y el conocimiento) es un bien público y constituye un derecho personal y social, garantizado por el Estado.

§ La necesaria comunicabilidad de la evaluación para asegurar la toma de decisiones pedagógicas.

§

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