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Arquitectos


Enviado por   •  22 de Enero de 2015  •  349 Palabras (2 Páginas)  •  121 Visitas

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Sin haberse profesionalizado, la historiografía mexicana había tenido buenos

historiadores, pero siempre fueron ejemplos singulares. El estudio del pasado,

como en otras partes, estuvo limitado por afanes de justificación (la Colonia,

la Independencia o los fracasos del Estado mexicano), o bien por el intento

deliberado de contribuir a la consolidación del Estado-nación. Desde el establecimiento

del Estado mexicano la necesidad de justificar la independencia dio

lugar a interpretarla como la recuperación de la libertad perdida con la conquista

y a negar el pasado virreinal. Esta interpretación dio origen a una controversia

entre las posiciones políticas que defendían los distintos proyectos de nación.

No obstante, hacia fines de siglo xix, el evolucionismo de Justo Sierra permitió

aceptar el pasado mexicano en su totalidad. Por desgracia, el planteamiento de

reivindicaciones sociales con la Revolución Mexicana hizo reaparecer la cuestión

de las raíces y surgir un indigenismo y un hispanismo maniqueos que obstaculizaron

el estudio del pasado. De esa manera, durante los años veinte y treinta dominó el

extremismo que despertó reflexiones sobre la cultura mexicana y los mexicanos,

tales como la de Samuel Ramos (1934), El laberinto de la soledad de Octavio Paz

y los ensayos del movimiento de México y lo mexicano.

Don Daniel Cosío Villegas había fundado el Fondo de Cultura Económica

en 1934, y aunque su objetivo inicial era traducir y publicar libros de economía,

no tardó en extenderlo a grandes obras de historia y filosofía y otras áreas

del conocimiento, en especial con la llegada de los intelectuales españoles desplazados

por el triunfo del franquismo acogidos por el gobierno en la Casa de

España en México, transformada en 1940 en El Colegio de México. Los transterrados,

como los llamaría don José Gaos, le inyectaron nueva savia a la cultura

mexicana y obligaron a los mexicanos a empezar a retomar el pasado con

nueva mirada. El establecimiento del Instituto de Antropología e Historia,

el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y los institutos de

Investigaciones Históricas e Investigaciones Estéticas de la unam favoreció el

proceso y la profesionalización de la historia.

De todas maneras, la historiografía mexicana continuó enferma de los extremismos

maniqueos. Indigenistas e hispanistas persistieron en la negación de una

parte del pasado y para los años cuarenta se concentraron en una ridícula bús-

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