Arteterapia . «ARTismo»

Arteterapia

«El arte no enseña nada más que el significado de la vida» (Henry Miller, novelista estadounidense). A lo largo de toda la historia de la humanidad se ha podido comprobar que el hombre tiene una necesidad básica e inherente a su condición de satisfacer el arte. Las pinturas rupestres, una de las manifestaciones pictóricas más antiguas de las que se tiene constancia -se han descubierto testimonios con más de 40.000 años de antigüedad-, inauguraron una disciplina que no ha dejado de evolucionar y tornarse más compleja con cada civilización que ha existido. Así, no resulta descabellado afirmar que hombre y arte comparten esencia y, desde el punto de vista clínico, una terapia cuya raíz penetra de lleno en el arte, puede resultar, sin duda, caballo ganador.

«El arteterapia nace inmersa en la corriente del psicoanálisis del siglo XIX. En aquella época se creía que algunos pintores tenían que poseer cierto halo de locura para realizar sus obras y por eso se empezaron a analizar e interpretar muchas de ellas desde un punto de vista psicoanalítico» -explica el psicólogo vallisoletano, José Sixto Olivar, y continúa- «Con el paso de los años, el arteterapia ha ido evolucionando y actualmente podemos definirlo como una psicoterapia con mediación artística; es decir, una psicoterapia que emplea el arte como instrumento para facilitar determinados procesos psicológicos en personas con algún tipo de dificultad a la hora de comunicarse o expresar sentimientos y emociones».

«ARTismo»

Las personas con autismo son sujetos idóneos para este tipo de terapias. Si ya de por sí, como se ha mencionado anteriormente, el arte es una parte inherente a todo ser humano, en autistas lo es más -si cabe- debido a que su procesamiento sensorial es especialmente visual. Según numerosos estudios, el porqué de este hecho reside en que el hemisferio derecho del cerebro -el relacionado con la creatividad- lo tienen menos dañado que el izquierdo, vinculado al lenguaje. Así, una orden dada por medio de pictogramas o símbolos es considerablemente más entendible para las personas que padecen autismo que si se emite verbalmente a través el lenguaje. «Te voy a contar una anécdota curiosa» -afirma Sixto con entusiasmo- «Hay niños con autismo que tienen una discapacidad intelectual muy importante pero su memoria visual es asombrosa; tanto, que serían capaces de volver solos al apartamento exacto en el que han estado de vacaciones tres años después». De esta forma, a través de las imágenes, las personas que padecen este trastorno del neurodesarrollo logran, de forma más sencilla que empleando los canales habituales, comunicarse con el mundo que les rodea y reconocer emociones propias y ajenas.

Un error que los terapeutas cometen muy a menudo y que se recomienda evitar para que cualquier terapia surta el efecto esperado en los pacientes es el de la generalización: «Pensamos, por ejemplo, que todos los sordos tienen el mismo nivel de sordera o que todas las discapacidades intelectuales son idénticas y no es así. Yo les digo a mis alumnos que el autismo, la sordera o la discapacidad intelectual es el quinto apellido por lo menos; antes tienen el de su madre, el de su padre, etc. Es decir, cada individuo posee unas características propias que hay que estudiar por separado antes de decidir la terapia a aplicar», asegura Sixto Olivar. Así, como el mundo del arte tiene ramas tan distintas entre sí -pintura, escultura, fotografía, música, etc.-, habría que analizar de forma individualizada a cada paciente para conocer sus fortalezas y debilidades -elementos que determinará qué medio artístico es el idóneo para su tratamiento-.

Pinta y colorea

Dentro del arteterapia, una de las disciplinas que mejores resultados está cosechando es la pintura. A través de ella, las personas con autismo externalizan su mundo interior; algo imposible de realizar si se utiliza la palabra como medio. «Por ejemplo, si hay un chico en clase que les está molestando ellos no son incapaces de verbalizar y comunicar esa situación; sin embargo, a través de dibujos muy esquemáticos sí logran hacerlo», declara Sixto.  Asimismo, los colores también juegan un papel fundamental a la hora de dotar de significado a las realidades que se dibujan e identificar las emociones de quienes padecen este trastorno: «Si un niño autista pinta a dos personas cerca de un charco y colorea la imagen de color rojo es signo de peligro o problema; es decir, muy probablemente una persona haya empujado a la otra al charco. Sin embargo, si ese mismo dibujo lo pinta de verde -amistad, buenas intenciones- el significado cambia radicalmente y es posible que represente una situación en la que una de las personas ayudara a la otra a cruzar el charco para que no se mojase. Hay todo un vocabulario de colores», explica el psicólogo vallisoletano.

El arteterapia, como muchas otras psicoterapias, permite a los pacientes con autismo representar la realidad -su realidad-, comunicar y compartir experiencias y emociones y llegar a comprender situaciones que les afectan y que a través de otros canales no lograrían nunca interpretar. De esta forma, se liberan de la tensión que les oprime al no conseguir interconectar con su entorno y, aunque sea por un instante, sienten que forman parte de él. Friedrich Nietzsche tenía razón: «La vida sin arte sería un error».

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