Arteterapia
Enviado por wolenx • 14 de Abril de 2013 • 5.129 Palabras (21 Páginas) • 515 Visitas
IZUEL
Entre los desfiladeros de lo imaginario y lo simbólico, la búsqueda del Autor
Ponencia leída en el II Congreso de Arteterapia –Imágenes del Inconsciente-. Texto
editado en la la Revista de Arteterapia y Arte “Encuentros con la Expresión”; volumen
II, 2009. ISBN 1886-2624
Del hijo de dos años de una paciente:
- Mamá, hoy he hecho un sueño,
- ¿A si? ¿Cual?
- De tres cerditos y un lobo
- ¿pero, tenías miedo? ¿te has despertado?
- No mamá, ya te he dicho que estaba haciendo un sueño.
Melaine Klein está en su despacho, dispuesta a recibir a Dick, un niño de 4 años, detenido
en su desarrollo, errático. En esta primera entrevista se va a producir una intervención que
muestra todo su compromiso con la clínica y con su propia historia.
La reinterpretación de la escena es la siguiente. En la sesión D. hace deambular su mirada
errática sin nada que merezca retenerla. De soslayo se ha fijado por breves instantes en
un tren de juguete que ella, al poco, pondrá a su alcance con las siguientes palabras:
“tren papá”, luego le alcanzará otro –más pequeño- y dirá “tren Dick”. Este lo arrastrará
hacia una ventana y también hablará, diciendo “estación”. M. K. añadirá “la estación es
mamá. Dick entra en la estación mamá”. Dick suelta el tren y sale inquieto, hacia un
recibidor oscuro que se encuentra en la antesala.
En el encuentro entre Klein y Dick -mediado por los juguetes- está la palabra de aquella
que empieza a insuflar vida a ese universo congelado. Introduce la escena pre-edípica
con una metáfora que va a anudarse a esos mojones que componen el precario
panorama psíquico de Dick. Anudará objeto –casi cosa-, voz y palabra para lograr una
representación psíquica.
También podríamos decir que anudará al juguete / cosa su palabra para otorgarle a este
su valor simbólico. No hubiera podido ser sin que esta palabra suya estuviera atravesada
por su deseo.
Es cierto que la escena es compleja. Están los rudimentos de imágenes. Algunas de ellos
adquieren valor de representación, otros no. Están asimismo los juguetes que a partir de
la palabra, se cargaran de valor simbólico al objeto. Está el precario Autor de Dick en
espera de aparición.
Por fin la propia M. K. una mujer que ha sabido ya ser autora. Inscrita en una práctica y
una teoría psicoanalítica, se registrará en esta de una forma original. Ha anudado algo de
su propia historia a su práctica profesional, sublimándola en un inicio. Creará,
posteriormente, un estilo propio, que es a la vez encuentro y desencuentro con su anterior
existencia.
Volvamos sin embargo al encuentro con Dick. Esa primera escena es comparable al
recuerdo de un sueño. Cuando pasamos del sueño a la vigilia, aquello que aún
recordamos son meras imágenes sueltas. En ellas se dan ya una cierta elaboración
primaria. Están implicadas en un doble trabajo, la presencia de unas, la represión de otras.
La plasticidad de sus representaciones.
Esas primeras imágenes se transforman cuando adquieren una cierta forma de
pensamiento consciente. A ellas agregamos alguna suerte de asociaciones que no son
ya del propio material del sueño. Aparece un relato que da un secuenciado al
pensamiento. Podemos llamarlo elaboración secundaria.
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Luego está la transmisión del mismo, ya sea verbalmente, plásticamente, sonoramente,
dramáticamente… Se puede nombrar como elaboración terciaria.
La cura que se desarrolla en el proceso terapéutico, vendría dada por las relaciones que
recogen los trayectos de ida y vuelta entre estos tres tipos de elaboraciones y sus
materiales y el substrato psíquico que componen.
De la imagen proto-representacional a la representación que le otorga otra vida, que la
hace devenir simbólica. Una vida que no puede quedarse en un universo cerrado so
pena de volver a la inanidad, a la desvitalización. De ahí la necesidad de la
comunicación.
Cuando nos conjugamos en los distintos tiempos de la situación terapéutica, hacemos
existir otra escena distinta. Una especie de doble del propio territorio psíquico, donde se
va a desplegar el drama de la cura.
En este tiempo lógico de la realidad psíquica, que conjuga pasado y presente de forma
casi inseparable, la dimensión espacial de la representación, el trabajo con los materiales
que actualizan el espacio y el tiempo y la comunicación al otro, van a dar pie a una
estructura que permitirá el despliegue del Autor, su posición simbólicamente deseante.
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El acople entre el tren Dick y la estación mamá reintroduce el germen de la sexuación. De
su dimensión histórica y de deseo. De un otro que lo librará de su aciago encierro. La
palabra aportará un estallido de sentido, fecundador de su empobrecido espacio
fantasmático. Aparece tal vez en D. el vislumbre de lo que puede tener precisamente
porque lo puede perder.
Primero la voz, luego la palabra van a indicarle a Dick que no está solo y que, a partir de
ahora, su posición va a ser múltiple en la escena de su propia existencia. Aunque debería
mejor hablar de escenas
Se va a desarrollar el drama de volver hacer existir el vínculo. De aceptar la posibilidad de
su pérdida. De elaborar el duelo que ello representa. De vivir con un resto de ese vínculo
aceptando la marca de su ausencia. De hacer de ese vacío un molde que haremos
ocupar y desocupar a aquellos que compartirán nuestra vida. De saber que podemos
vincularnos solo porque hemos podido vivir la experiencia de su transformación.
Reencuentro con un resto de aquello que nos fundó. Presencia al fin del propio Autor.
Es tal vez por ello que la experiencia del vínculo es de las que mejor representa el
nacimiento y afianzamiento de lo simbólico ya que nos presentará tanto lo ausente como
lo anhelado. Precisamente esa condensación entre lo presente y lo ausente es una de las
características de lo simbólico. Y para que ello pueda ocurrir, en alguna
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