Asociación Médica Colombo-Estadounidense
Enviado por mabelitaa • 13 de Octubre de 2012 • Informe • 512 Palabras (3 Páginas) • 297 Visitas
Cuando las Directivas de esta Asociación Médica Colombo-Estadounidense (USCMA) me señalaron con el distinguido honor de ser, junto con los profesores Rodolfo Llinás y Edmond Yunis, uno de los conferencistas magistrales de este Simposio decidí, por insinuación de mi amigo y colega José Félix Patiño -quien, por muchos más merecimientos, debería ocupar hoy esta cátedra-, traer ante ustedes el tema de “Medicina, ciencia y humanismo”.
Quiero aclarar que con el término “humanismo” no me refiero tanto al trajinado aspecto de nuestras relaciones con el paciente como ente social ( y que abarca la atención en salud, el cuidado médico, la empatía, la compasión, la dignidad del ser humano y las relaciones con la comunidad y el ambiente) tal como el término suele expresar con más frecuencia en el idioma inglés. Subrayando, de entrada, que ese humanismo (para otros “humanitarismo”) constituye la esencia bioética de nuestra profesión y es condición esencial para el ejercicio de la misma.
Me referiré, en cambio, al humanismo en el sentido de las lenguas romances y en particular del español, definido como el cultivo y conocimiento de las humanidades. O sea, una actitud mental que otorga primordial importancia a los seres humanos y sus valores, tal como fue el aspecto central de la civilización del Renacimiento.
Siendo las humanidades aquellas ramas del conocimiento que se ocupan del hombre y de su cultura, o de aquellos métodos inquisitivos de análisis y crítica que se derivan de la verdadera apreciación de los valores humanos, así como de la singular capacidad que tiene su espíritu para expresarse. Se originan en la educación general o paideia de los griegos clásicos que en el siglo V a.C. preparaba a los jóvenes para que llegaran a ser ciudadanos activos de la polis o ciudad-estado, cuna de lo que hoy llamamos la civilización occidental y que se resumió en las ideas de Pitágoras, que señalaba al hombre como la medida de todas las cosas1 .
La definición se extiende para incluir el estudio de todas las literaturas y todas las lenguas, las artes y la filosofía y hacer la distinción, tanto en contenido como en método, entre ese grupo de disciplinas educativas (las llamadas ciencias sociales, humanas o ciencias “blandas”) y las ciencias físicas, químicas, matemáticas y biológicas, llamadas “ciencias duras”. Es una distinción que efectivamente se acentuó con el positivismo, a partir de finales del siglo XIX, que sostuvo como uno de los postulados de las ciencias físicas la demostración objetiva y experimental y llevó a los neo-kantianos, con Rickert a la cabeza, a caracterizar las ciencias físicas como aquellas cuya finalidad es ir de los ejemplos u observaciones particulares a las leyes generales. Todo ello se ha cumplido, inclusive con la transición, en el siglo XX, de la física newtoniana a la
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