Capitulo 1 la escuela inteligente

En esta obra Perkins parte de la comparación de la escuela con algunas maravillas del mundo. Nos dice “las escuelas son tan maravillosas como las lamparitas eléctricas”, sin embargo por su cotidianidad, dejamos de apreciar la maravillosa invención que tenemos a la vista.

Se establece que para que una escuela sea inteligente debe de poseer al menos tres características: estar informada, ser dinámica y ser reflexiva. Características propias del sentido común.

En la mayoría de las escuelas, los directores, docentes y alumnos carecen de información suficiente sobre la enseñanza, el aprendizaje, el pensamiento, la colaboración y otros elementos indispensables para un funcionamiento óptimo. Los niveles de energía son generalmente bajos, las frustraciones son incontables y, lo que es peor, el pensamiento no ocupa un lugar esencial ni en el proceso de aprendizaje ni en el trabajo en conjunto.

Perkins hace una pregunta fundamental: ¿Qué esperamos de la educación? Y llama mucho la atención su respuesta: todo. La responsabilidad que recae sobre los educadores y los educandos engloba desde nuestra manera habitual de resolver un conflicto, hasta la misma rectitud moral.

Es de suma importancia imponer o determinar un centro, hacer menos ambiciosa la educación sin dejar de lado lo más importante. Para ello el autor establece la pregunta: ¿Qué preferimos? Estableciendo así tres metas:

• Retención del conocimiento
• Comprensión del conocimiento
• Uso activo del conocimiento.

Las tres metas se resumen en una sola expresión “conocimiento generador” que es definido como aquel conocimiento que no se acumula, sino que actúa, enriqueciendo la vida de las personas y ayudándolas a comprender el mundo y a desenvolverse plenamente en él.

Así entonces el programa propuesto se dirige esencialmente a la función básica de la educación: transmitir el conocimiento a través de las generaciones. En cuanto al contenido, bastará pensar, momentáneamente, en las asignaturas habituales como son escritura, matemáticas, ciencias, historia, etc.

Para poder alcanzar un conocimiento generador, aquel que no nos limite sólo a lo académico y que a su vez sirva para que nuevas generaciones mejoren es necesario establecer metas, y una de ellas, o a opinión propia, la más significativa es olvidarse de aquellos aprendizajes momentáneos que sirven sólo para aprobar exámenes o asignaturas, es verdaderamente necesario crear aprendizajes significativos, aquellos que nos permitan enfrentarnos tanto a los retos académicos, como a los retos de la vida cotidiana. Para ello se plantea la primera meta que es el de la retención del conocimiento y que por ende viene acompañada de la segunda meta que es la comprensión del mismo, para así lograr de manera inmediata una tercera meta, que es el uso activo del conocimiento del cual nos apropiamos con antelación.

Mortimer Adler, en The Paideia Proposal: An Educational manifiesto, postula, además, tres objetivos: 1) Adquisición de un conocimiento organizado; 2) Desarrollo de la habilidad intelectual; 3) Comprensión más amplia de ideas y valores.

Sin embargo, el problema clave es que no podemos retener, ni comprender, ni usar activamente el conocimiento, tal y como lo desearíamos. Por lo tanto, necesitamos un aprendizaje reflexivo, es necesario que además de la memoria, predomine el conocimiento, aquello a lo que Rexford Brown denominó, en un estudio reciente, “el alfabetismo de la reflexión”.

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