Como leer un libro.

COMO LEER UN LIBRO

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Lo primero que un lector puede decir  es que entiende o que no entiende. En realidad, debe decir que entiende, con el objeto de decir más. Si no entiende, debe tener paciencia y volver a leer dos veces el libro.

Hay una excepción a la severidad de la segunda alternativa. “No entiendo” puede ser, en sí, una observación critica. Para que así lo sea, el lector debe ser capaz de mantenerla. Si la falta reside en el libro más bien que en el mismo, el lector ha de localizar los orígenes de la dificultad.

En la medida en que un lector pueda mantener su cargo de que un libro es ininteligible, no tiene más obligaciones críticas. Supongamos, sin embargo que ustedes están leyendo un buen libro. Esto significa que es un libro relativamente inteligible. Y supongamos que finalmente puede ser “entiendo”.

El significado del acuerdo y desacuerdo merece un momento más de consideración. El lector que llega a una transacción con un autor y capta sus proposiciones y razonamientos, ésta en rapport con la mente del autor. En realidad todo el proceso de interpretación ésta encaminado a un encuentro de mentes mediante el idioma.

Si el lector entiende el libro, ¿Cómo puede disentir con él? La lectura crítica le exige que se decida: pero su mente y la del autor se han identificado a través de su éxito al entender el libro.

El error se corrige en cuanto recordemos que el autor ésta abriendo juicios sobre el mundo en que vivimos. Sostiene que nos está dando conocimientos teóricos acerca del modo en que las cosas existen y se comportan, o conocimientos prácticos acerca de lo que debe hacerse. Evidentemente pude estar en lo cierto o equivocado. Su presentación esta solo justificada en la medida en que hable verídicamente, o diga lo que es probable a la luz de la evidencia; de otro modo, su pretensión es infundada.

Si ustedes dicen, por ejemplo, que “todos los hombres son iguales”, puede interpretarse que quieren decir que todos los hombres están igualmente dotados, al nacer, de inteligencia, fuerza, y otras habilidades. A la luz de los hechos, según yo los conozco, estoy en desacuerdo con ustedes; creo que están equivocados pero supongo que los entendí mal.

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Consideremos ahora la situación en la cual, habiendo dicho ustedes que entienden, comienzan a disentir. Si han tratado de obrar de acuerdo con las máximas enunciadas en el capítulo anterior, disienten porque creen que pueden demostrarse que el autor está equivocado en algún punto. No están sencillamente voceando sus prejuicios o expresando sus emociones.

Mi error principal consistió en pensar en que toda la situación tiene dos aspectos que pueden estar igualmente en lo cierto.

Entonces no sabría distinguir entre conocimiento y opinión. Pese a este error, creo que sugerí correctamente tres condiciones que deben quedarse en orden, para que la controversia sea bien llevada.

Una buena controversia no debería ser una disputa sobre suposiciones. Es u auto, por ejemplo, les pide a ustedes explícitamente que den algo por sentado, el hecho de que lo contrario pueda también ser dado por sentado no debería impedirles aceptar su perdida. Si los prejuicios de ustedes corresponden al lado opuesto, y si no admiten que sean prejuicios, no pueden presentar el caso del autor la justa atención de vida.

Finalmente, sugerí que una tentativa de imparcialidad es un buen antídoto para la ceguera, inevitable en el partidarismo. Una controversia sin partidarismo es, por supuesto es imposible. Pero para estar seguro de que hay más luz en ella y menor calor, cada uno de los disputadores debería tratar, cuando menos, de encarar el punto de vista de su oponente.

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Sin embargo, todavía son lo suficientemente ingenuo como para creer que la conversación y la lectura crítica pueden ser bien disciplinadas.

Esto indica los cuatro modos en que un libro puede ser “adversamente” criticado: mi esperanza reside, si un lector se limita a cumplir estos puntos, tendrá menores posibilidades de dar rienda suelta a expresión, emoción y prejuicios.

Los cuatro puntos pueden sintetizarse brevemente imaginando al lector conversando con el autor, respondiéndoles. Después de que el lector “entiendo pero deciento”, puede hacer las siguientes observaciones: (1) “Carece usted de información”; (2) “Esta usted mal informado”; (3) “Es usted ilógico, su razonamiento no es convincente”; (4) “Su análisis es incompleto”.

Estas objeciones pueden no ser completas, aunque yo creo que lo son. En cualquier caso, son ciertamente las objeciones principales que un lector que discrepe puede hacer; son algo independientes.

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