Cuento Concidencia por Ana Maria Bermudez

Coincidencia.

Desperté y observe por la ventana, dándome cuenta de que aún faltaba un largo trecho por recorrer, mire a mi alrededor y pude ver a una señora de aproximadamente 80 años llorando sin consuelo. Casualmente el puesto de su lado se encontraba desocupado, pronto me hice al lado de ella, un poco temeroso de preguntarle qué le sucedía. Pasaron unos cuantos minutos y ella sintió mi presencia, me miró de arriba a abajo, sentí que nos conocíamos de antes. Ella seco sus lágrimas, me pregunto que si necesitaba algo, con un poco de mal humor, y le pregunte

-¿Le pasa algo?

Pero no recibí ninguna respuesta, así que decidí devolverme a mi puesto. Después de aproximadamente 4 horas de viaje, note que la señora constantemente observaba una foto mientras la acariciaba y su misma vez lloraba como si no hubiera un mañana. Con la esperanza de tener respuesta esta vez, me le acerqué de nuevo y le dije.

-¿Le puedo ayudar en algo?

Pero nuevamente me ignoro. Regresé a mi lugar y saque la foto de mi madre, la acaricie por unos pocos segundos sentí extrañarla un poco, pero mi rencor hacia ella era más fuerte que mis propios sentimientos, así que la arroje por la ventana del bus en movimiento.

 En un instante sentí el estallido de una llanta, pronto el bus se detuvo y el chofer salió de este y cuando observó el problema, subió nuevamente a comunicárnoslo, diciendo que esto puede tardar unas cuantas horas más. Algunas personas con el afán de llegar a su destino renegaron contra el chofer y entre esas personas estaba la señora que poco antes yo había intentado darle un consuelo. En medio de su alegato, se le cayó la foto que había estado observando durante todo el viaje y justo cayó a mis pies, la recogí, y por casualidad la mire, era exactamente la misma foto que yo conservaba desde que perdí a mi madre. Un poco desconcertado se la entregue enseguida. Me senté y sentí como si el mundo se me viniera encima, no sabía qué hacer, no sabía que pensar ni cómo actuar, estaba shock, aún no lo podía creer, era ni madre la que había estado llorando sin consuelo durante todo el viaje, la persona que yo había intentado consolar. No podía creer que mi madre le doliera mi ausencia, no podía aceptar, que la persona que yo más odiaba, era la persona que me mas amaba y me necesitaba. Yo sabía que nos íbamos a encontrar en algún momento, pero hoy no estaba preparado. El chofer de subió de nuevo y emprendimos camino, más adelante se sintió otra vez el mismo estallido, pero esta vez el bus no se detuvo, continuó.

 En una curva sentí como el carro perdió el equilibrio mientras el conductor desesperadamente intentaba llevar el control, pero fui inevitable. Todos caímos al abismo el cual nadie puedo salir.

 Ahora estoy aquí al lado de mi madre contándoles nuestra historia desde algún lugar del cielo.

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