Cuento de Literatura Romántica. A través del espejo
Enviado por Luis Monterroso Campos • 30 de Marzo de 2020 • Trabajo • 1.364 Palabras (6 Páginas) • 259 Visitas
Por: Luis Pedro Monterroso Campos
A través del espejo
Eran las nueve de la noche de algún día de marzo de 2002 en la capital de la ciudad de Guatemala. Khalil, un joven árabe, de casi 18 años, se encontraba en su habitación, rodeado de espejos disfrutando su reflejo al infinito. Ese era el único lugar donde se sentía seguro y confiado de sí mismo. Tal vez era porque solo ahí se sentía en compañía de alguien. Khalil había sido diagnosticado con el trastorno obsesivo-compulsivo hacía ya varios años y su mayor obsesión eran los espejos. Su habitación estaba repleta de espejos que para una persona normal era inexplicablemente incómodo estar ahí. Vivía únicamente con su madre y esta nunca estaba ya que era la directora de una universidad muy prestigiosa y siempre estaba de viaje. Además de esto, ella decía que él era un enfermo, por eso intentaba no estar en casa. Mientras disfrutaba de su compañía con sus infinitos gemelos, escuchó un ruido de la calle. Rápidamente se acercó sigilosamente a la ventana. Al mover un poco la cortina, observó a un grupo de niñas de, según sus cálculos, unos 15-16 años hablando y cantando mientras caminaban por la acera. Las contempló fijamente por muchos minutos como un depredador antes de cazar a su próxima presa. Se concentró en una niña específicamente, era hermosa de tez blanca pálido, ojos grisáceos y cabellera larga y pelirroja (como él se había imaginado a los ángeles en sus más profundos sueños). Cada minuto estaban más lejos de su vista, Khalil sabía que no podía dejar ir a esa hermosa niña sin saber al menos su nombre. Khalil era una persona asocial, sus únicos amigos eran sus propios reflejos. Odiaba tener que hacer contacto con cualquier ser humano y ni siquiera podía recordar la última vez que salió de su casa. Dos, tres, cuatro cuadras llevaba siguiendo ciegamente a esa hermosa niña y seguía descifrando como acercarse a ella. Siguió el recorrido del grupo que fue dejando a cada niña en su casa hasta que, para su suerte, se quedó sola su objetivo. Ella de pronto se detuvo bajo un poste de luz, extrajo de su bolsillo un cigarrillo y lo encendió. Él se quedó impactado apreciando esos dulces labios pegados al cigarrillo y el contraste del humo con su belleza. Sabía que esta era su oportunidad. Se acercó rápidamente a ella.
- ¿Tienes un cigarrillo que me regales?, le dijo mientras sudaba frío y pensaba en que él no había fumado nunca en su vida. Ella lo examinó de arriba hacia abajo con una mirada de superioridad, a pesar de esto, le entregó uno.
- ¿Cómo te llamas? Te ves muy joven para fumar, le dijo Khalil.
- Dámaris, y tú tampoco te ves mucho más grande que yo.
Después de esto tuvieron una pequeña plática y él consiguió que ella le diera su número de teléfono. La acompañó hasta su casa y se despidieron. Al cabo de un par de semanas Khalil y Dámaris hablaban por mensajes un par de horas cada día, pero, él la observaba todo el día sin excepción. Estaba desarrollando una obsesión enfermiza por ella, todo el tiempo que no estaba frente a sus espejos, estaba siguiéndola a todos los lugares a donde iba e incluso en su casa. Gracias a esto se pudo dar cuenta que Dámaris sufría de varios problemas con sus padres por su rebeldía. Ella era exactamente lo opuesto a él, era una persona muy social, estaba casi todo el día en la calle y desde su punto de vista era una persona muy vacía en su interior. Pronto se dio cuenta que en realidad estaba enamorado de su cuerpo y belleza externa, no de ella completamente. Se dio cuenta que no necesitaba de su personalidad, no la necesitaba viva.
Al paso de unos meses, eran muy unidos ellos dos. Se conocían bastante mutuamente, o eso creía Dámaris, y se habían juntado en persona varías veces. Una noche alrededor de las 8, Khalil reflexionaba mientras veía su mirada perdida, sobre lo poco que vale la vida, ninguna persona es necesaria en este mundo, ni vale la pena hacer nada por nadie. En 100 años nadie se va a recordar de ti y únicamente viniste a este mundo a sufrir, se decía el mismo. Pensaba en como él era rechazado por toda la gente por ser diferente. Se sentía superior intelectualmente a todos, veía a todos como unos estúpidos y pronto sintió que merecía un trofeo por ello. Sintió todo el odio acumulado que tenía y sintió la necesidad de tener lo que merecía. Nunca en su vida había sentido tanto odio contra todos. Ya lo había decidido, su trofeo tenía que ser Dámaris, era lo justo y necesario. Esa noche planificó su plan maestro para conseguir inmortalizar la belleza de Dámaris como su trofeo. Ella le había comentado en varias ocasiones que estaba cansada de su casa y que se quería ir de allí en cuanto cumpliera 18. Al recordar esto, Khalil le escribió para invitarla a su casa por la noche para fumar unos cigarrillos y tal vez tomar algo. Ella aceptó y le dijo que en cuanto sus padres se quedaran dormidos iría con él. En cuanto Dámaris le dijo eso, él comenzó a sentir una excitación inexplicable y una emoción que jamás había sentido por nada. Sabía que esa iba a ser la gran noche. Cuando por fin llegó a su casa en la noche, él la recibió y la pasó a su sala. Le sirvió un trago de whisky en las rocas y mientras ella no veía, le agregó dos pastillas hechas polvo para dormir. Mientras hacían efecto, ella le preguntó por su madre y él le contó de su trabajo en la universidad. De igual manera le comentó por qué el no había querido estudiar nada en la universidad (no lo consideraba necesario ya que él era demasiado listo). Mientras hablaban todo esto, Khalil no podía esperar a que las pastillas hicieran efecto. Estaba tan ansioso como lo está alguien que no ha comido en dos días mientras le sirven su plato de comida. En un momento se paró a servirse un trago y cuando regresó, encontró a Dámaris tendida en su sillón. Comenzó con su plan.
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