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Cuentos. DE PRONTO


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2015  •  Apuntes  •  1.758 Palabras (8 Páginas)  •  144 Visitas

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DE PRONTO

Durán, Carlos: “Cuentos para compartir”. Ed. Patria Grande. Bs. As. 1977

Sebastián se deshace del grupo. Lo saludan, lo palmean.

_ ¡Che…! ¡Mira que pasado mañana es la fiesta…!

  • ¡Descuida!
  • ¡Eh… Seba…!¿Ya te vas?
  • Sí… me están esperando en casa…

Agarró por la plaza para cortar camino.

Tuvo que correr para alcanzar el colectivo. Pagó. Se sentó.

Acababa de rendir la última materia. Ya estaba en 3° año. Por suerte no se había llevado ninguna materia a marzo. Ahora, a la fiaca de las vacaciones ganadas en dura batalla.

Al llegar, la madre de Sebastián lo esperaba ansiosa:

  • ¿Y? Contá. Cómo te fue.
  • Bien. Un seis.
  • Bendito sea…

En ese momento llegaba el padre.

  • Viejo, aprobé Lengua. La última que me quedaba.
  • Ah…

Madre  e hijo se miraron.

  • ¿Le pasa algo a papá?
  • No sé. Voy al dormitorio a ver. Vos hacéme el favor de poner la mesa, ¿querés?

Sebastián sacó los platos, puso los cubiertos. Fue a buscar el pan.

  • ¡Sebastián…!

Corrió al cuarto de los padres.

  • ¡Hijo, corré a buscar un médico!

Salió tropezando. Corrió hasta la verdea. ¿Adónde había un médico?

Empezó a angustiarse. Tuvo ganas irresistibles de llorar a gritos. Pero corrió.

  • Un… médico, por favor….Adónde….
  • Dos cuadras para allá, sobre la mano derecha.

Corrió. Apretó el timbre. No salía nadie. El corazón le estallaba. Quiso pensar en Dios. Empezó a dar puñetazos a la puerta. Nadie.

  • ¡Dios mío…! No me largues, Dios…

Apretó el timbre con toda su alma. Hubiera perforado la pared.

Alguien abría.

  • El doctor está en el hospital.
  • ¡Pero mi papá se muere…!- dijo sin respirar ni pensar.

Corrió otra vez.

  • ¿Adónde voy, Dios?

Quiso ser un chico. Que lo lleven de la mano. Él, que tanto reclamaba la libertad, ¿qué podía hacer?

Se sentó en el cordón de la vereda. Debía serenarse. Se sentía flojo y frío.

  • Señor, necesito un médico urgente. Mi papá está mal.
  • Vení rápido.

El hombre lo agarró por el hombro. Sebastián seguía automáticamente.

  • Un médico urgente. Para el padre del muchacho, ojo que está medio descompuesto.

Sebastián sentía todo el cuerpo bañado en transpiración. Lo treparon a un auto.

  • Indicá el camino.

Al llegar, bajaron del auto, el hombre y el médico. Sebastián se quedó en el asiento trasero. Apoyó la cabeza sobre el respaldo delantero. Se llenó de oscuridad.

Cuando recobró el sentido, el médico lo miraba. Estaba en su cama.

  • Pibe. Te desmayaste. ¡Vamos, caray! Coraje, che. No hay mas remedio que ser un hombre.
  • Mi … papá…

Con los ojos, el médico le dijo todo.

No. Sebastián no tuvo ganas de llorar. Había que incorporarse. Había que proteger a la vieja.

De pronto todo cambiaba y para siempre.

GUÍA DE DISCUSIÓN:

  1. ¿Qué le pasó a Sebastián?
  2. ¿Por qué “quiso ser un chico. Que lo llevaran de la mano?”
  3. ¿Qué significa “No hay mas remedio de ser un hombre?”
  4. La actitud de Sebastián ¿puede ser una actitud real?
  5. ¿Por qué todo cambiará?
  6. ¿Cuáles el valor de pedir ayuda?

LA FIESTA

(Durán, Carlos)

María Laura baja del auto de la familia Ferrini.

  • ¡Te veo en el cole….!
  • Te llamo mañana para chimentar…
  • Eso. Porque mirá que la fiesta estuvo bárbara…
  • Sí. Mañana hablamos.
  • Chau

María saluda a los padres de su compañera y entra. Se siente molida. Ha bailado todo el tiempo. Y ha conocido a ese chico.

Cierra los ojos. Se siente tan pero tan feliz….

Su pecho estalla en sensaciones…

Va en puntas de pie por la oscuridad. Directo a la cocina.

Se enciende la luz del dormitorio de los padres. No tarda en acercarse la madre de María Laura. Tiene el cabello alborotado y la cara adormilada. Apenas se ha echado una bata sobre los hombros. Trata de sonreírle a María Laura mientras se acomoda el cabello.

  • Hola hijita…¿todo bien?
  • Andá a dormir, mamá…Yo me arreglo…
  • Tenés hambre
  • Sí, ¿No sobró nada? Estoy famélica
  • Te preparo en seguida alguna cosa
  • No…andate a dormir…
  • Dejáme a mí. Mientras te preparo, me contás de la fiesta. ¿Había cosas ricas, no?
  • Si
  • ¿Y no aprovechaste?
  • Sí. Pero comí poco. Bailé todo el tiempo.
  • Te caliento caldo.
  • ¿No hay nada mejor?
  • Mientras tomás una tacita de caldo te preparo algo mejor.

María Laura se sienta a la mesa. Mientras sorbe el caldo, la madre se sienta enfrente. Mira a la hija entrecierra los ojos.

  • Contáme… qué tal era la fiesta…?
  • Y,  linda.
  • ¿Nada más?. Andá…
  • ¿Y que querés que te diga?
  • ¿Había lindos muchachos…?
  • Sí.
  • Y la casa, era linda, ¿no?
  • Hummmmmm
  • Contáme…sé buena…
  • Y…una fiesta. ¿Nunca viste una fiesta?
  • Sí. Claro. Cuando era joven, sabés. Hace mucho que no voy a fiestas..

La madre mira a María Laura. La escudriña como queriendo descubrir en los ojos de la hija todo lo que vio en la fiesta.

  • Contame cosas de la fiesta…sé buenita…
  • Ufa. ¡qué te voy a contar!
  • Bueno, bueno… - dice la madre y se levanta.
  • ¿Querés que te despierte a alguna hora, mañana?
  • A ver… dejame pensar…Si. A las 10. Voy a jugar basquet. Teneme preparado el bolsón.

La mujer se va arrastrando los pies. En el dormitorio apaga la luz.

Segundo después vuelve a encenderse. Al rato se acercan nuevamente los pasos cansados de la madre. Se asoma a la cocina:

  • María Laura.
  • Y ahora qué te pasa.
  • Quería decirte que una vez yo fui a una fiesta.
  • Y a mí que me contás.
  • Justamente. Jamás voy a contarte mi fiesta.

María Laura se queda mirándola. La madre se va. Entonces le dice:

  • Ya que estás levantada…pelame una manzana, querés….

GUÍA DE DISCUSIÓN:

  1. ¿Qué podrías decir acerca de la relación entre María Laura y su madre?
  2. ¿Qué intenta hacer la madre?
  3. ¿Qué valores y actitudes podrías encontrar en este cuento?


EL TANO

(DURAN, Carlos)

El tipo llegó a la división a fines de mayo, cuando estábamos en 2° año. La primera vez que entró parecía muerto de miedo. Se sentó al final, y chau. Nadie le dio ni cinco de bolilla.

Lo mirábamos como a bicho raro, a causa de la ropa, la timidez, la manera de hablar. Pero por sobre todo, el prolijo cuidado que tenía de no molestarnos. La italianada le salía por los poros. Y lo llamábamos el tano.

...

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