EL ECOLOGISTA
Enviado por kichy • 3 de Diciembre de 2012 • 589 Palabras (3 Páginas) • 443 Visitas
Como todas las personas con dos dedos de frente, yo quiero ser ecologista. Porque yo amo mi planeta y el mundo que me rodea y, tarde o temprano, todos tendremos que ser ecologistas. Para ser ecologista hay que cambiar muchos hábitos: por ejemplo, lo de las papeleras. ¿Qué es una papelera? Y todos ustedes dirán: pues un recipiente de plástico o metal que encontramos en los parques y los lugares públicos para echar los papeles. Pues no. Eso era antes; ahora, las papeleras son para echar cualquier cosa menos papeles. El cartón y el papel hay que dejarlo en un contenedor para eso, para papel.
Eso es lo malo, que uno se vuelve un poco enfermizo y empieza a hacer cosas raras: cuando voy al cine, la entrada suele ser pequeñita, hay cines que parece que te dan los tiques del tranvía de principios de siglo: un papel feo con unos números que no sirven para nada. Ese papel es una birria así: te sientes un poco engañado porque, con lo caro que es el cine, que te den eso... Pero además, es gracioso, porque, al entrar, te lo cortan por la mitad y te dan tu trocito, ya es un insulto casi. Pues yo, cojo el papelito, lo guardo bien en un bolsillo, con cuidadito para que no se me caiga al sacar las llaves y lo llevo a casa, a la cajita del cartón para el contenedor. Supongo que con diez millones de papelitos como ese, una vez reciclados habrá para hacer unas cuantas hojas de periódico.
Pero para ser ecologista no basta con reciclar el cartón y el papel, están también las botellas, los frascos, todo lo que sea de cristal. Yo les quito las etiquetas, lo limpio por dentro y por fuera, les quito los precintos a las botellas y lo llevo al contenedor. Casi siempre están llenos, el de vidrio y el de cartón, pero yo como soy ecologista pero no estúpida, dejo todas las bolsas cerca sin que me vean los vecinos y salgo pitando. No me hace mucha gracia, que el día que me puedo librar de los residuos, que me los tenga que llevar de nuevo a casa porque los contenedores están llenos ¡faltaría más!
Pero esto es sólo el principio: un buen ecologista no se conforma con eliminar bien sus residuos, también se preocupa de su alimentación. Yo decidí comer sano y me compré un libro de Alimentación sana, pero más que sobre comida sana era sobre castigos corporales: decía que lo más sano era comer sólo fruta, cereales y verdura... Y no digo que no tenga su parte de razón, pero a mí las chuletas de cochino, el pollo Arturo’s, incluso una buena pizza con un buen grupo de amigos y amigas con unas frías... Que no, ¡que hay que estar loco para vivir sólo con verdurillas!
Luego dije: voy a ser carnívora, vale, pero voy a comprarme cosas ecológicas más sanas y que respeten más el medio ambiente, que no utilicen pesticidas y eso y dije, las papas, la harina, la leche, las manzanas a partir de ahora las compro ecológicas. Hay tantos productos: incluso la pasta puede ser ecológica:
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