EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS
Enviado por DaneaHernandez • 29 de Enero de 2014 • 1.247 Palabras (5 Páginas) • 250 Visitas
EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS.
ENSAYO.
Ante la interrogante que supone el cuestionar de un pueblo sobre su origen y destino, Octavio Paz ofrece la analogía de la adolescencia. Las culturas, al verse en el reflejo de su historia, buscan saber el porqué y el para que de su esencia y existencia de la misma manera que un adolescente pretende intensamente encontrar su identidad en el espejo del “otro”.
En ambos casos, surge la situación de soledad. Cuando una cultura busca identificarse con sus raíces, y estas son una maraña casi indescifrable de circunstancias históricas, manifiesta angustia, ansiedad y un sentimiento de soledad.
Dice Paz que el hecho de interrogarse un individuo, o una sociedad sobre sus orígenes y sentido, es una muestra de avance. No puede haber destino sin sentido, y no puede haber sentido sin origen. Las sociedades que entran en esta dinámica un tanto conflictiva, están en un punto de preparación para su posterior desarrollo integral.
Desafortunadamente para los mexicanos, el proceso de reconocerse a sí mismos, que inició en la década de los cincuentas del siglo pasado, parece haberse detenido y aun mostrar un gran retroceso, ante el debate globalizador y transculturizador que vive el mundo entero. Ahora, con la problemática que representa el insertarse en una economía global, el sentido de identidad nacional pasa a un segundo o tercer término, y sus expresiones reveladoras se han convertido en una curiosidad mundial, a venderse en una postal o en una fotografía de turista.
No fue así en la época de Paz. Entonces había estructuras claras que el autor, con su genio indiscutible, pudo abordar. Una de ellas fue la situación de los individuos de origen mexicano que habían nacido y crecido en territorio estadounidense. En sus viajes, el escritor pudo notar esa característica del inmigrante mexicano, aun clara en esta época. El mexicano en el exterior muestra un aire furtivo, como el de aquel que pretende pasar desapercibido, temiendo que el embate de otra cultura, o incluso el de otro igual a él violente su intimidad.
El mexicano en el exterior se refugia en su soledad interior, aunque la odie. Sus rasgos ancestrales se manifiestan en la desconfianza abierta, la reticencia al cambio y la contemplación quietista. Esta actitud interna no afecta ni desvaloriza su capacidad para el trabajo ni para la creación artística. Pero en tales casos, ocupa las famosas “máscaras” con las cuales se encubre para no ser traspasado por los demás. Así, podrá tener éxito en la fábrica o la empresa, en la galería o el escenario, mostrarse eufórico o deprimido, pero tras la hora de oficina o al bajar el telón, regresa a su estado de soledad, como si temiera que al abrirse fuera a perder esa identidad que no termina de entender.
No es así en el caso de sus descendientes, que han nacido en el exterior, -en este caso estados unidos-. En la década de la post guerra, empezaron a agruparse en los estados del sur de USA bandas de jóvenes denominados “pachuchos”. En su vestimenta, exageraban las modas norteamericanas, y en su hablar como en su conducta, renegaban sus orígenes mexicanos. Viviendo de forma violenta y antisocial, fueron marginados y estigmatizados duramente por la sociedad norteamericana.
El pachuco es un excelente modelo para entender la soledad del mexicano que ha perdido o no reconoce su identidad. Brutal y agresivo, contracultural y exagerado, con un idioma mixto y al margen de la sociedad, su vida misma es muestra de esa incapacidad para comunicarse efectivamente con los demás. El pachuco sabe de donde proviene, pero no lo acepta. Se sabe posesor de rasgos y características que rechaza y le repugnan, pero al mismo tiempo no quiere integrarse a la sociedad bajo la cual nació. De ahí su transcurrir entre el exceso y la morbosa fascinación autodestructiva.
Un
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