El Pachuco Y Otros Extremos
Enviado por ed.guerrero • 12 de Agosto de 2012 • 944 Palabras (4 Páginas) • 972 Visitas
El laberinto de la soledad
El pachuco y otros extremos
En este capítulo del libro de Octavio Paz nos expone que cada persona encuentra su razón de existir cuando se encuentra en la adolescencia, lo mismo que pasa con las ciudades en crecimiento en busca de lo que son y como lograran lo que son.
Ante la interrogante que supone el cuestionar de un pueblo sobre su origen y destino, Octavio Paz ofrece la analogía de la adolescencia. Las culturas, al verse en el reflejo de su historia, buscan saber el porqué y el para que de su esencia y existencia de la misma manera que un adolescente pretende intensamente encontrar su identidad en el espejo del “otro”.
En ambos casos, surge la situación de soledad. Cuando una cultura busca identificarse con sus raíces, y estas son una maraña casi indescifrable de circunstancias históricas, manifiesta angustia, ansiedad y un sentimiento de soledad.
Dice Paz que el hecho de interrogarse un individuo, o una sociedad sobre sus orígenes y sentido, es una muestra de avance. No puede haber destino sin sentido, y no puede haber sentido sin origen. Las sociedades que entran en esta dinámica un tanto conflictiva, están en un punto de preparación para su posterior desarrollo integral.
Desafortunadamente para los mexicanos, el proceso de reconocerse a sí mismos, que inició en la década de los cincuentas del siglo pasado, parece haberse detenido y aun mostrar un gran retroceso, ante el debate globalizador y transculturizador que vive el mundo entero. Ahora, con la problemática que representa el insertarse en una economía global, el sentido de identidad nacional pasa a un segundo o tercer término, y sus expresiones reveladoras se han convertido en una curiosidad mundial, a venderse en una postal o en una fotografía de turista.
No fue así en la época de Paz. Entonces había estructuras claras que el autor, con su genio indiscutible, pudo abordar. Una de ellas fue la situación de los individuos de origen mexicano que habían nacido y crecido en territorio estadounidense. En sus viajes, el escritor pudo notar esa característica del inmigrante mexicano, aun clara en esta época. El mexicano en el exterior muestra un aire furtivo, como el de aquel que pretende pasar desapercibido, temiendo que el embate de otra cultura, o incluso el de otro igual a él violente su intimidad.
El mexicano en el exterior se refugia en su soledad interior, aunque la odie. Sus rasgos ancestrales se manifiestan en la desconfianza abierta, la reticencia al cambio y la contemplación quietista. Esta actitud interna no afecta ni desvaloriza su capacidad para el trabajo ni para la creación artística. Pero en tales casos, ocupa las famosas “máscaras” con las cuales se encubre para no ser traspasado por los demás. Así, podrá tener éxito en la fábrica o la empresa, en la galería o el escenario, mostrarse eufórico o deprimido, pero tras la hora de
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